29 ene 2010

El discurso de Obama sobre el Estado de la Unión estuvo lleno de promesas


Tratando de realzar su credibilidad perdida fue desafiante, totalmente partidista como si estuviera en plena campaña presidencial

Por María Argelia Vizcaíno

En su discurso a la nación conocido como el “Estado de la Unión” después de concluir su primer año de mandato, el presidente Barack Obama trató de brindar una imagen de comprensión del motivo por el cual el pueblo estadounidense está enojado, dando más promesas, como si estuviera todavía en campaña electoral.

El 27 de enero de 2010, Obama manifestó algunos detalles sobre cómo piensa salvar su plan de reforma de salud; frenar la creciente deuda nacional y ayudar a las empresas a volver a tomar trabajadores que han despedido. Al mismo tiempo pidió una reforma educativa; más presupuesto para las escuelas y recortes de algunos programas que no están funcionando, sin especificar nada.

Después de su discurso comunicaron que partiría para la Florida para anunciar el otorgamiento de 8.000 millones de dólares para trenes de alta velocidad, sin explicar cómo es que hay presupuesto para este gran gasto y se le quitó el aumento anual del costo de la vida a los retirados y personas mayores que reciben cheques de seguro social, que les congelaría por dos años (que penosamente la gran prensa casi no ha comentado).

Comparando la popularidad de Obama en su primer año con la de George W. Bush, guiándonos por la encuesta de Fox News, el primero arrojó un 50% del electorado a su favor (CNN y CBS le dieron menos, solo un 48%), mientras el republicano tuvo un 81% en el mismo período. Y eso que padeció Septiembre-11 con el descalabro de la bolsa que generaron miles de problemas económicos en todo el país, y no contaba con una prensa mayormente parcializada como Obama que tanto le ayuda a ganar más aceptación pública.

Refiriéndose al descontento popular por sus promesas de campaña incumplidas, reconoció: “Soy consciente de las preocupaciones que dominan allí afuera (…) algunos están frustrados, algunos enojados”.

Tratando de realzar su credibilidad perdida fue desafiante, totalmente partidista como si estuviera en plena campaña presidencial, culpando de casi todos los males de la nación –como era de esperarse- a lo que supuestamente heredó de la anterior administración.

Por suerte el pueblo americano más informado ha visto que la deuda nacional ha aumentado por el exceso de gasto público del gobierno, que el paquete de ayuda que prometía no sobrepasar el desempleo del 8 %, lo que hizo fue aumentarlo al 10%. Y sobre los inmigrantes hispanos indocumentados no se tocó el tema de la reforma migratoria (otrora prometida). De todas formas los demócratas saben que los hispanos emigrantes mayoritariamente votan a su favor, aunque sean los republicanos los que hayan creado leyes como la Nacara, el TPS, y el único presidente en otorgarle amnistía fuera también republicano.

Menos mal que les recordó a los legisladores de su partido que: “Seguimos teniendo la mayoría más amplia de las últimas décadas, y que la gente espera de nosotros que resolvamos los problemas, no que salgamos corriendo a la mínima dificultad”.

Porque esto es lo más sensato de su discurso, aunque sus partidarios afirman que ha sido el más conservador. Personalmente no lo escuché de la misma manera, a no ser que para ellos la propuesta de que los homosexuales puedan incorporarse libremente al Ejército no sea nada liberal. Por otro lado creo que la reconciliación no se busca tirando piedras al tejado ajeno. Y aunque es necesario estar optimistas en tiempos de crisis, no se puede vivir de ilusiones, porque se puede morir de desengaños, así que mejor espero por los resultados.-

No hay comentarios:

Páginas