Les comparto un articulo que escribí hace 10 años, con motivo del acoso al que estaba siendo objeto el compatriota Oswaldo Paya y su Proyecto Varela, por parte de un grupo de personas  que afirmaban era un comunista, un infiltrado, un espía y otras ofensas similares.  Sin embargo, como buen cristiano, nunca tuvo una palabra soez como respuesta hacia los que lo atacaban, siguió firme en su lucha por la independencia de la patria amada, sin prebendas ni beneficios personales, sacrificando todo, hasta el último soplo de su vida.  
Con su asesinato por parte del aparato criminal de los castros, queda al desnudo la VERDAD, para aquellos que ayer lo impugnaron con agravios y hoy lo laurean públicamente, para todos los cubanos y para el mundo.
Hermanos, respetemos a los que con valentía y la palabra como única y mejor arma frente al tirano, exponen sus honrosos pechos por la soberanía de Cuba.  Seamos buenos cubanos,  ilustres patriotas Y sobre todo, mejores seres humanos.  Reconozcamos,  que las rencillas lejos de favorecernos,  nos han mantenido en un limbo de inconmensurable angustia.  Unámonos entonces, al concierto invaluable de nuestra libertad.
Bendiciones.



PAYA: MI PUNTO DE VISTA
Por Dinorah Rivas*
Colaboración
La Nueva Cuba
Enero 24, 2002


En los documentos que he leído sobre la posición de Oswaldo Payá, no encuentro nada que vaya en contra de los principios que deseamos para Cuba. 
Tal vez, no sea el líder perfecto como dicen algunos comentarios del momento, eso no lo sé; no soy experta en estrategias políticas. Pero, ¿quién es el perfecto entonces?
Como muchos cubanos, soy firmante del proyecto Varela y de la lista de apoyo a la Candidatura de Payá al Premio Nóbel de la Paz 2003.
He puesto mi voto de confianza en sus manos y por ende, espero que este honorable hermano, sea uno de los que Dios ha elegido para el bien de nuestro país.
Reconozco que no estoy debidamente documentada en la esfera de la política para discutir en dicho campo con la misma elocuencia que lo hacen los expertos analistas: La política, nunca ha sido el tema que más me ha interesado, no obstante, es parte de nuestro cotidiano vivir y con frecuencia, surgen temas que captan nuestra atención, entre ellos, los que requieren eminente observancia por tratarse del hombre y su destino, de la vida y el futuro de un país, como por ejemplo: Hoy leo con preocupación como grupos de conocedores y de buenos cubanos, están unos en pos y otros en contra de Payá y el Proyecto Varela, cosa que me confunde grandemente, porque en mucho tiempo, no había surgido algo tan positivo internacionalmente para Cuba.
A estas alturas, después de tantos sinsabores, los cubanos debiéramos de estar más de acuerdo para apoyar a los que hacen un honesto y riesgoso esfuerzo, en el intento de rescatar nuestra soberanía de las garras del gobierno que tanto daño nos ha hecho.
Antes de firmar la petición de apoyo, pensaba que por primera vez un gran por ciento de los cubanos estaba de acuerdo con este líder, que un nuevo sol al fin brillaba para nosotros, y aunque sus fulgores aún se veían en la lontananza, ese rayito de sol que aguardaba era algo así como una especie de Mesías en nuestro horizonte, una nueva esperanza. Y ahora toda esta conmoción...
Verdaderamente, ya no sé ni que pensar, aunque entiendo que en la historia del mundo, todos los esfuerzos positivos y nobles han encontrado escollos en el camino.
Recuerdo que en Cuba crecí con el miedo de ser atacada por el gobierno, porque mi familia abiertamente no simpatizaba con el sistema y eso afectaba mis relaciones escolares y otros ámbitos de mi vida infantil.
Estando aún muy joven, de 15 años, y por motivos de nuestra decisión de salir del país, el gobierno me expulsa de la escuela y me interna en uno de sus campos de concentración, junto a otras jovencitas, situado en Ceiba Mocha, provincia de Matanzas: etapa de los años sesenta que jamás oigo mencionar y que fue una experiencia traumática y penosa.
Un año más tarde, en 1969, nos llega felizmente la salida de Cuba. No les contare las tribulaciones de aquellas forzadas "vacaciones" matanceras, porque no es el tema que estamos tratando. Pero sí les puedo decir que fueron días muy tristes para mí y para muchos otros cubanos.
Ya en Estados Unidos, desarrollé en mi juventud la aprensión de confundirme a la hora de opinar lo que pensaba sería lo mejor para Cuba, a pesar de tener siempre las mejores intenciones. Esta conducta paranoica que veo en muchos de nosotros, los cubanos, es consecuencia de eventos que han marcado para siempre los recuerdos y la sensibilidad de algunos exiliados, que han presenciado o sufrido la experiencia del fanatismo y la incomprensión, por parte de personas que han vivido convencidos que han tenido la estrategia correcta para derrocar a Castro.
Total, ya se han muerto muchos de los ofensores y de los ofendidos de las primeras querellas infructuosas, que se suscitaron en un momento de pasión patriótica entre hermanos, y Fidel sigue en Cuba.
Hasta el día de hoy, he vivido con el recelo de dar un paso en falso a la hora de elegir quién hará lo justo y noble para mi pueblo.
Siento el temor que toda esta larga pesadilla muera conmigo, de seguir viviendo en un ambiente lleno de fanatismo, tristeza y desuniones sin final, de estar consciente de los horrores que vive el cubano en la Isla y sentir cada día la amarga sensación de la impotencia, de nunca ponernos de acuerdo en nada, de ilusionarme cuando veo que al fin alguien da un paso al frente, desafiando lo indesafiable, para lograr que nuestro pueblo comience a ser feliz después de 44 enajenados años, y que ese libertario rayito de sol que se ve más cerca que nunca, se desvanezca obscurecido por la farsa, y que cada líder que surja nunca nos parezca el indicado y mil veces más, con profundo pesar, vea fenecer nuevamente la esperanza.
Muchas veces me abstengo decir lo que siento por temor a que me señalen injustamente, me trago las palabras, las mastico, las digiero y las arrojo a la basura como si mis sentimientos no contaran y fueran simples desechos.
Es insano e injusto que nos dejemos amedrentar, como injusto es cargar una culpa que no te pertenece y la tengas como una cruz clavada en las espaldas. Más, el deber de todo ciudadano consciente y responsible, es levantarse valientemente para afrontar las adversidades como se debe: unidos como pueblo, como humanidad, como hermanos, para trazar las huellas de una nueva historia de la cual somos merecedores, responsables y dueños, como ciudadanos libres, no como esclavos.
Debe ser frustrante para cualquier hombre que se enfrenta a un gobierno tan cruel como el de Fidel Castro, no encontrar el apoyo en los que al igual que él, se oponen al mismo régimen que combaten.
Yo los considero, porque estoy opinando desde esta tierra libre en la que Dios me ha permitido vivir, y lo hago en plena conciencia de mis actos, con el único riesgo que algunos me critiquen, en tanto ellos, los abanderados de la palabra reconciliatoria, arriesgan sus vidas cada vez que intentan sublevarse en medio de ese ambiente tan corrompido que les ha tocado vivir..., y me duele.
Payá es un destacado líder reconocido internacionalmente por su oposición al gobierno comunista de Cuba; es el enemigo más grande que tiene el régimen castrense, enfrentado a su poderosa máquina propagandística. Ha logrado que se reconozca a Fidel Castro, a través del premio Sajarov en Europa, como lo que es, un dictador, y con ello les ha dado a los cubanos un nuevo horizonte y un incentivo de valor hacia la vida.
Su fe y su religión no bajan de la Sierra, bajan del cielo, de Dios. A pesar de sufrir constantes actos de repudio y otras ignominias, se ha mantenido firme en su oposición. Creo que los cubanos debemos reconocerlo y respetarlo como destacado líder de la lucha contra Castro y darle la oportunidad que se merece, que nos merecemos todos para ser libres y respetados.
Yo veo a Payá como el catalizador que eventualmente va a cambiar el sistema en Cuba. Démosle la mano y apoyémosle, enseñémosle a nuestros hermanos, a los disidentes que luchan de la única forma que pueden en nuestra querida Isla, que no están solos, que estamos con ellos en sus vicisitudes, que no somos sus enemigos, sino sus hermanos.
No quiero que sigan pasando los años y con ellos la vida, y que esos años se conviertan en la tierra que algún día nos sepulte junto a nuestros sueños frustrados, así, como le ha sucedido en todo este casi medio siglo a tantos cubanos.
Si estoy equivocada, entonces: ¿Quién es nuestro líder? ¿Quién tiene la llave de nuestra libertad? ¿Quién posee la verdad y la razón absoluta: Ud., yo, todos, ninguno? O sea, ¿qué ni Payá, ni pa'ca?...
Guardo mi acostumbrado silencio y otra vez escucho la respuesta que emana de mi pecho, vuelvo mi rostro a Dios y mi corazón le susurra: Señor, en Ti confío, que se haga Tu voluntad. 
*Dinorah Rivas es una poeta cubana exiliada desde muy joven en los Estados Unidos. Tiene una participación muy activa en temas relacionados con los derechos humanos.  


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