Sunday, 07 February 2010 16:32
Por: José L. Martel
Mientras mi cerebro funcione y pueda ofrecer mis modestas reseñas no tendré reparo en exponerlas. Está de moda la requisa de armas de fuego en estos momentos en Cuba. Todo parece ser que un mercado subterráneo que se produce por los encargados de cuidar esos tipos de armamentos y quiero agregar que personas confiables cuentan que son los nuevos policías los que se dedican a venderlas en dólares en nuevo mercado clandestino.
Por: José L. Martel
Mientras mi cerebro funcione y pueda ofrecer mis modestas reseñas no tendré reparo en exponerlas. Está de moda la requisa de armas de fuego en estos momentos en Cuba. Todo parece ser que un mercado subterráneo que se produce por los encargados de cuidar esos tipos de armamentos y quiero agregar que personas confiables cuentan que son los nuevos policías los que se dedican a venderlas en dólares en nuevo mercado clandestino.
La divisa americana es oro molido dentro de Cuba además quienes no reciben remesas del extranjero inventan con buscar el billete fula que todavía se valora a $25 pesos cubanos.
Recuerdo que en 1972 por una orden del viceministro del Interior, general Enio Leyva, se procedió a la requisa de todas las armas de fuego (revólveres y pistolas) a todo a través de todo el territorio nacional cubano.
No quedó arma en la calle, solamente los agentes de la Policía Nacional Revolucionario (PNR); personal autorizado del ministerio del Interior (MinInt), de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MinFAR) y algunos dirigentes, miembros del gobierno y del partido fueron autorizados para portar armas. Solo el jefe del departamento de Licencias de Armas de Fuego, primer teniente Antonio Gonzalez Murillo, apodado "Tonito" expedía esas licencias siempre autorizado por el viceministro de Primero del MinInt, en aquel momento, general José Abrantes Fernández, ya fallecido.
Solo generales autorizados portaban el arma de reglamento y de coronel hacia abajo la orden mantenerlas en sus respectivas dependencias. La euforia de los primeros años cuando los revolucionarios y el susodicho pueblo uniformado que tanto cacareaba Fidel Castro, poco a poco se fue apagando y con las medidas restrictivas aplicándose con rigor comenzó la desconfianza de la gente y con más privaciones de libertades.
Hace mucho tiempo las causas se volvieron diferentes ya que lo que queda de Cuba es solo desesperanza, disgusto, represión y muerte. La gente ha perdido el miedo y quieren cambios, justicia social y una libertad plena a la democracia añorada.
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