18 abr 2010

Granma contra Silvio Rodriguez


Carlos Alberto Montaner

Granma ha atacado dos veces a Silvio Rodríguez. Esta gente no tiene límites. La primera fue con una caricatura ambigua (podía ser, además, Pablito Milanés) en la que aludía a la traición a los intereses de los pobres, ahora que el cantautor era rico y poderoso. Pero el ataque más crítico y humillante, el más serio y peligroso, apareció el viernes y, aparentemente, iba dirigido contra mí. Se titulaba: Al agente Montaner, “ni un tantico así”. La expresión “ni un tantico así” proviene de una frase del Che Guevara sobre Estados Unidos. A los enemigos, nada. Ni una concesión. Nada.

Era un tiro por elevación. Yo aparecía como diana, pero realmente le estaban disparando a Silvio por haber tenido la iniciativa de polemizar conmigo en un tono firme, aunque educado, intentando razonar sus posiciones. Silvio había concedido “un tantico así” y lo estaban llamando al orden. No pidió permiso para empezar y continuar nuestro intercambio de cartas y a la Seguridad del Estado no le gusta esa independencia de criterio. Por eso ordenaron el fin abrupto de la discusión.
Según los esquemas del aparato, los artistas en Cuba, a cambio del sustento del Estado, que a veces acarrea gloria, fama y ciertos privilegios, deben limitarse a repetir consignas y seguir fielmente las pautas de la dirección ideológica. No se les paga para pensar por cuenta propia y mucho menos para expresar sus dudas. Los buenos revolucionarios no dudan. Aplauden y sonríen.

El artículo, escrito por la policía y firmado por cualquiera (esta vez le tocó a un patético franco- canadiense), repite las obscenas falsedades de siempre: supuestamente soy un terrorista, un siniestro agente de la CIA, y mi malvada intención es procurar la anexión de Cuba a Estados Unidos. Últimamente me acusan de asesinar curas y no sé de qué otra absurda barbaridad. Pronto demostrarán la incuestionable presencia de mi mano peluda en el secuestro del hijo de Lindbergh.
Da igual. Ellos saben que nadie cree esas mentiras, pero el propósito de repetirlas no es exactamente tratar de desacreditarme, sino construir artificialmente una descalificación que me deshumanice para hacer imposible cualquier trato. El mensaje al interior de Cuba a los intelectuales y a los políticos es muy claro: los adversarios de la dictadura cubana no son personas. Son monstruos y con los monstruos no se habla, se les denigra y aplasta.

Cada día que pasa a la dictadura cubana le resulta más difícil mantener el control sobre sus intelectuales. Hace cierto tiempo varios de ellos se atrevieron a criticar abiertamente la represión de los años setenta en el mundo cultural. Centraron sus críticas (un largo y áspero intercambio de mensajes por Internet) en dos ex funcionarios que habían perdido el favor popular, Luis Pavón y Jorge “Papito” Serguera, pero todo el mundo sabía que los verdaderos culpables eran los Castro y la férrea satrapía que han instaurado.

Tras la muerte de Orlando Zapata Tamayo la cosa fue más allá: varios valiosos escritores y artistas plásticos radicados en Cuba y vinculados a la UNEAC, el organismo oficial que reúne a numerosos intelectuales, se sumaron a los demócratas de la oposición interna y externa y se atrevieron a suscribir una carta pública en la que se acusaba al gobierno de la muerte del disidente. El documento, firmado por numerosas personas de izquierda, centro y derecha, ya se acerca a las cincuenta mil firmas y puede suscribirse en: http://orlandozapatatamayo.blogspot.com/
Tengo la certeza de que el 80% de la intelectualidad cubana quiere cambios profundos que abran los cauces de participación para que los cubanos expresen lo que realmente desean sin tener que hablar o escribir al dictado de la policía. Algunos, cuando han salido al exterior, me lo han dicho con toda claridad: están cansados de ser peones al servicio de una tiranía torpe y cruel. Se sienten mal con el país, con ellos mismos y con sus familias. No quieren seguir siendo cómplices de un régimen que detestan.

Un viejo amigo, profesor universitario en La Habana, me lo acaba de reiterar a propósito del debate con Silvio: “Sabes que tú y yo discrepamos en muchas cosas, pero me parece estupendo que discutas con Silvio. Hay que demoler este cuarto oscuro en que nos tienen encerrados. Esto ya no hay quien lo soporte”.
Sí, hay que demolerlo, pero para ello tienen que sobreponerse al miedo, como acaba de hacer Silvio por unos días, y abandonar esa penosa docilidad en la que han vivido hace ya medio siglo. Si no se atreven a ignorar a la policía política jamás podrán vivir como personas libres y responsables. Aunque Granma ladre ustedes pueden quitarse la mordaza. Este es el momento. Tienen que arriesgarse “un tantico así”.

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