10 abr 2010
Valoracion del caso Elian
EL NUEVO HERALD
7/18/2009
OSCAR PEÑA
Valorando la estancia del niño balsero Elián González en Miami ayer, y la de hoy en Cuba podemos y debemos llegar a la valiente conclusión de admitir una verdad lamentable e irrefutable: el niño fue, y ha sido en las dos partes, una víctima histórica de enfrentamientos políticos.
Dentro de Cuba y fuera de ella como exiliado he tratado de ser un ciudadano cubano, un activista de derechos humanos, un opositor, disidente, un llamado ”contrarrevolucion ario” o miembro de la ”mafia cubana” consecuente, como esos jueces imparciales que requieren las sociedades para abordar cualquier tema o caso con justicia, humanismo, crédito, y valor. Por supuesto no están los jueces, no lo está nadie y no lo estoy yo exento de cometer injusticias, errores y la emisión de equivocadas expresiones. Se trata de seres humanos. Es importante todas las mañanas al vernos ante el espejo sentir que usted respeta esa imagen suya. Respetarse uno mismo es el principio del respeto al prójimo.
En aquella comprensible efervescencia de Miami con el niño Elián formé parte de los muy pocos cubanos exiliados que salieron públicamente a exponer que si la madre del niño murió y el padre estaba vivo y no tenía antecedentes penales o historial que pudiera poner en peligro la vida de su hijo, ese padre tenía el sagrado derecho al niño y se le debía entregar. Incluso para más garantía sus abuelos maternos y paternos estaban en Cuba también esperándolo. Sin embargo, las dañinas pasiones y el pensar que de esa forma se hería al dictador cubano, llevó al exilio cubano a cometer uno de los más graves errores de su historia. Lamento mucho no haber sido capaz de persuadir a mis compatriotas exiliados del craso error que estábamos cometiendo. No querían oír razones.
Alguien afirmó un día con excesiva demagogia para ganar aplausos que los pueblos nunca se equivocan. Sobran penosos ejemplos mundiales de todo lo contrario. Nuestro Miami cubano con el caso Elián se equivocó y nos autoherimos políticamente. Si el largo régimen de Fidel Castro en toda su existencia siempre se ha caracterizado por dividir a la familia cubana, ¿qué debieron hacer sus adversarios exiliados con el niño Elián? Todo lo adverso. La decisión sabia, la mejor lección de humanidad y de publicidad política que debió tomar el liderazgo y el pueblo del exilio era: ”Mira, papá, el exilio cubano no es como el régimen de Fidel Castro, nosotros no dividimos familias. Te entregamos al niño”. Con la amplia divulgación mundial que alcanzó ese episodio perdimos una oportunidad única y especial de apuntarnos una contundente victoria moral y de crédito político ante el mundo.
Fue la pasión, terquedad, falta de visión política y el miedo al muchas veces maléfico contrapunteo que alimenta la prensa, lo que provocó que la mayoría del liderazgo del exilio cubano no supiera guiar y facilitar la entrega del niño a su padre, justificando con el atrincheramiento las acciones que tuvieron que tomar las autoridades de Estados Unidos. Se le regaló a Fidel Castro una fácil victoria política. Muchas veces en estos casi 50 años sus contrarios han sido inexplicablemente sus mejores aliados.
Después el régimen de La Habana –la otra parte del drama Elián– ha hecho una pachanga nacional permanente, cogiendo al niño y al padre para el más vulgar trajín político. Lo que debió ser un justo y normal regreso de un infante a su seno familiar se ha convertido en Cuba en un circo nacional, exhibiendo a hijo y padre en todas la tribunas nacionales. La familia González de Cárdenas y todo nuestro pueblo de allá y de aquí han estado atrapados por las ciegas pasiones y las malas acciones políticas de ambos lados. En Cuba hasta le borraron a Elián el nombre de su mamá. Ahora la última maniobra política de La Habana es obsequiarle al jovencito el carné de militante comunista. Ojalá mañana este joven sepa digerir bien estos penosos fenómenos.
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1 comentario:
Querido Oscar, cuando recuerdo la odisea del niño Elián, solo en el mar al morir su madre ahogada, no puedo dejar de pensar en el sufrimiento de este niño que debe de haber llamado a su madre hasta la saciedad cuando quedo solo en el mar, en esa oscuridad aterradora, oyendo solo la respuesta del trágico sonido de las olas. Como madre, como mujer, como ser humano, me estremezco de pensarlo.
A ese momento - que creo que quedará para siempre en su recuerdo -, se suma aquella terrorífica tarde de gritos, llanto y violencia, QUE NUNCA DEBIO HABER SUCEDIDO.
Como dice el Dr. Fernando Milanés, que fue uno de los psiquiatras consultados en el caso de Elián, las cosas se hubiera resuelto de otra manera, para que este niñito no hubiera sufrido más por los errores de los adultos.
Ahora es un instrumento de la tiranía castrista y yo no me canso de mirar su lindo y varonil rostro de jovencito, sin sonrisa en sus labios.
Un abrazo,
Martha Pardiño
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