(CNN) — "Tengo la esperanza de que algo cambiará. Pero si he de ir junto a Jesús, sé que será lo mejor", dijo a la televisión local WTVR Teresa Lewis, horas antes de ser ejecutada luego de que le encontrara culpable del asesinato de su esposo y su hijastro.
A las 9:13, hora local, fue declarada muerta después de recibir una inyección letal
El gobernador de Virginia, Bob McDonnell, había recibido 4,000 peticiones de clemencia, entre ellas las de grupos de salud mental, representantes de la Unión Europea o el escritor estadounidense John Grisham. No cedió e insistió en que no había pruebas de que Teresa no planeó fríamente el doble homicidio.
Y es que los abogados de la primera mujer condenada a muerte desde 2005, alegaron que el coeficiente mental de la mujer, de 72, roza con el límite para que una ejecución sea inconstitucional, basado en 70. El Tribunal Supremo desechó esta petición.
Larry Traylor, vocero del Departamento de correccionales, dijo que los familiares de la condenada presenciaron la ejecución. Horas antes convivieron con ella mientras recibió su última cena.
Esta tarde, las autoridades le permitieron comer dos pechugas de pollo, una soda Dr. Pepper, chícharos con mantequilla y un pastel alemán o de manzana. La mujer de 41 años, condenada por haber ordenado en 2002 los asesinatos de su marido y su hijastro, Julian y Charles Lewis, también pasó unos minutos con un consejero espiritual.
Ante la cadena WTVR, reconoció que la fe y cantos religiosos eran ahora su único refugio.
Antes de morir Lewis dijo sus últimas palabras: “Sólo quiero que Kathy sepa que la amo y que lo siento mucho”, dijo dirigiéndose a Kathy Clifton, hija de su esposo asesinado.
"Lamentablemente el Tribunal Supremo de Justicia rechazó la apelación de los abogados de Lewis para conmutar la sentencia. También el gobernador de Virginia, Robert McDonnell, rechazó la petición de clemencia unos días antes. La polémica sobre la pena de muerte seguirá su curso, pero todavía no se ha demostrado con estadísticas que la misma sea una detente contra el crimen. Y de más peso todavía como argumento, es que la dignidad íntima de toda vida humana, sea buena, mala o regular en su conducta, deba estar en manos del Creador y no de seres humanos."
Alberto Muller
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