8 sept 2010

Una juventud necesitada


Lic. Amelia M. Doval.

La crisis mundial va en aumento, los índices de deserción escolar se aceleran y pudieran, en poco tiempo, dejar de ser una dato estadístico para transformarse en un mal endémico. La juventud abandona las ilusiones. Es difícil definir las causas porque son un conjunto de motivos que llevan a una destrucción educativa.

Comenzar el análisis por lo más simple ayuda a entender: la economía está destruida, se hacen esfuerzos por recuperarla pero, en casa están los padres absortos en sus problemas, viviendo del subsidio por desempleo que cada vez extiende más el gobierno o trabajando exagerados horarios para sustentar el hogar.

Existió una etapa de auge y derroche que permitía borrar las líneas de lo deseado con lo alcanzado, se exacerbó la cultura del gasto. Las consecuencias son evidentes, una inestabilidad económica y social que es palpable.

Es fácil visualizar a grandes distancias las consecuencias del abandono.

Los hijos se mueven en la curiosidad y son presa fácil de una delicuencia que está al tanto de sus incertidumbres.

Una reforma educativa que provoque un estímulo en el estudiantado para desarrollar el interés por continuar los estudios, es una buena opción pero, el paso número uno debería ser la reconstitución de los valores sociales. Revalorizar la cultura de la buena educación.

En la medida que la sociedad avanza a nivel super veloz, buscando una integración técnología- sociedad, los estándares educativos decrecen. Si usted visita un restaurante de comida rápida, en Miami, un fin de semana cualquiera descubre una aglomeración de jóvenes que no destacan por las buenas costumbres, ni el buen vestir.

La cultura de la suciedad, los tatuajes que dificultad apreciar un centímetro de
piel y un sobreuso del idioma clasifican a un porciento de lo jóvenes dentro del grupo de los no educados aquellos que prefieren vivir en la categoría de la sociedad más baja. Lo que ellos no logran comprender ahora y sólo los padres pudieran hacerlo, es que esta etapa pasa demasiado rápido, dejando profundas huellas.

No es función exclusiva de la sociedad rescatar a la juventud que se pierde en la simple existencia, es necesidad impositiva de los padres ayudar a crear un mejor futuro para sus hijos. Educar no es tarea fácil, separar a los hijos de las malas influencias puede ser un trabajo a tiempo completo y sin descanso. Definir prioridades es de gran ayuda.

La sociedad toda necesita contribuir con un reajuste de sus mensajes. Elevar los valores que impliquen la elegancia y las buenas costumbres como generalidad social puede provocar que los estándares de subcultura tiendan a decrecer.

El gobierno, las compañías con sus fuertes propagandas, la televisión y sobre todo una relación fuerte de padres e hijos donde los segundos sientan el compromiso de avanzar en la vida como un reto a sus capacidades.

Sonrisa, tolerancia y mano fuerte contra el delito, enseñar que la caridad social no es meta ni un camino sino una opción de última instancia, dejaría una huella en las nuevas generaciones que servirían de base para desarrollar una sociedad mejor.

Miami, Fl

dovalamela@ahoo.com

1 comentario:

Martha Pardiño dijo...

Buenísimo artículo de nuestra querida Amelia Doval.

La juventud cubana no tiene libertad, está amordazada por una tiranía que no quiere que que los jóvenes sepan la verdadera historia de su patria y les escatima hasta el poder leer un libro escogido por ellos. No son dueños de su vida y mucho menos de su futuro.

Martha Pardiño

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