Domingo, 03 de Octubre de 2010 14:43
Por JORGE HERNÁNDEZ FONSECA
Hoy domingo van a las urnas en Brasil más de 135 millones de brasileños a escenificar la primera vuelta (el primer turno, lo llaman en Brasil) de las elecciones presidenciales, en las que se elegirán además la mitad de los senadores y toda la Cámara de Representantes (diputados federales, en Brasil), junto con los Gobernadores de cada uno de los 26 estados brasileños, más el Distrito Federal (Brasilia) junto a las Cámaras de cada estado (diputados estaduales).
Se ha escenificado un verdadero espectáculo democrático, como aquel que todos los cubanos libres añoramos para nuestra patria, sometida hoy por una obsoleta dictadura gerontocrática.
Son tres los candidatos presidenciales que más se destacaron en la disputa electoral: Dilma Rousseff, ex ministra de Lula da Silva (que ha sido su cabo electoral más activo) representando al Partido de los Trabajadores, PT, José Serra, ex Gobernador del mayor estado brasileño, San Pablo, representando el Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB, y Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente del Gobierno de Lula da Silva, representando al Partido Verde, PV.
La carrera electoral, con altos y bajos, se ha desarrollado teniendo como constantes el liderazgo de la candidata de Lula hasta hoy; como segundo colocado --y bastante distante de la candidata líder-- tenemos al socialdemócrata José Serra y finalmente, en tercer lugar, también bastante lejos de Serra, a Marina Silva. En la recta final de la campaña, un escándalo de corrupción en el ministerio que Dilma Rousseff dejara en manos de su asesora principal, la señora Erenice Guerra, afectó la preferencia en acenso de Rousseff, de manera que hoy no se puede afirmar, si bien continúa favorita, que ganará la elección en la primera vuelta.
Hay aspectos de esta corrida electoral que lucen extraños a los ojos de los observadores internacionales. La política exterior del presidente Lula ha sido fuertemente criticada en varias tribunas mundiales por razones diversas, ganando adversarios de peso fuera de Brasil. La política de apoyo a la dictadura castrista y la descalificación que Lula personalmente hiciera de la disidencia cubana, es un fuerte punto en su contra. El apoyo al Irán con pretensiones nucleares, el apoyo a Hugo Chávez y al chavismo en Venezuela, así su relación ambigua con las FARC, completan un panorama negativo, referencia de occidente sobre Lula da Silva.
Sin embargo, internamente --dentro de Brasil-- la política llevada adelante por Lula da Silva en los aspectos económicos, sociales y políticos, ha cosechado triunfos de tal magnitud, que el actual presidente brasileño ha llegado al final de su mandato con un 85% de aceptación del electorado, que ahora se apresura a elegir a su preferida, para dar visos de continuidad.
En Brasil, la política socio-económica de Lula da Silva ha tirado 30 millones de brasileños de la miseria, llevándolos a la clase media emergente, ávidos de consumo. Los banqueros disfrutan de las tasa de interés más grandes del mundo, lo que les ha permitido romper record sobre record de ganancias, exorbitantes cada año. Los grandes empresarios nunca antes ganaron tanto dinero, ejemplo de lo cuál es el record el año pasado --en plena crisis mundial-- implantara la industria automotriz (que este año se colocó como la 4 productora mundial de automóviles).
Es evidente que, si los más pobres ascienden en la escala social, los más ricos ganan ríos de dinero y la clase media compra carros como nunca, la política económica y social ha sido muy bien encaminada, en un país que no ha tenido crisis políticas serias en los últimos años.
Así las cosas, hay dos factores que se conjugan para explicar los resultados electorales que saldrán de las urnas: primero, la política exterior (nefasta en el gobierno Lula) no tiene peso expresivo en las elecciones presidenciales. Brasil ha sido hasta ahora un país que influye poco en la arena internacional y la inercia de este criterio lleva a no tenerlo en cuenta. Lo que evidentemente influye fuertemente en el electorado es la situación económica positiva que el país disfruta en todas las clases sociales y por eso no quiere cambios de su comando político.
En segundo lugar, y a pesar de ser José Serra un político honesto, experimentado y relativamente bien evaluado como siendo eficiente, carece del carisma que se necesita para enfrentar a un Lula da Silva queriendo hacer su sucesora, con una aceptación casi unánime. El partido de Serra tenía un candidato más carismático dispuesto a la corrida electoral, pero maniobras poco ortodoxas de Serra frustraron esa posibilidad, dejando una huella negativa que marcó al opositor en la campaña exitosa de Lula rumbo a la construcción de su sucesora.
En la recta final de la campaña, el escándalo surgido en el ‘nido’ de Rousseff con su sucesora, en un ministerio que prácticamente funge como siendo un Primer Ministro del Gobierno, ha restado apoyos a su candidatura, los que no han podido ser facturados por Serra, siendo la tercera colocada, Marina Silva, la depositaria de la confianza de los millones de electoras que decidieron abandonar a Rousseff en su caminada indiscutible hacia la presidencia, probablemente en el segundo turno, enfrentando más cómodamente a un inexpresivo Serra.
Para los cubanos demócratas resulta evidente que una continuidad en la política exterior de la sucesora de Lula, apoyando a los hermanos Castro y su dictadura, resultará muy negativo, como negativo sería una continuidad en el apoyo a Irán, Chávez, las FARC y un largo etcétera, que Lula da Silva ofrece a la extrema izquierda del PT, como compensación por su política económica de corte capitalista de mercado, la que motiva criticas acervas en el seno del PT.
3 de Octubre de 2010
Artículos de este autor pueden ser consultados en http://www.cubalibredigital.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario