El minero boliviano rescatado Carlos Mamani es rodeado por la prensa a su llegada a su casa en Copiapó, Chile, el jueves 14 de octubre del 2010.
Por ROSER TOLL / AFP
SANTIAGO
Los 33 mineros ya sanos y salvos en la superficie del desierto de Atacama en Chile pasaron de la privación de las necesidades más básicas, confinados durante 69 días en la oscuridad, a la abundancia de regalos e invitaciones de todo tipo, bañados por la luz de los flashes de fotógrafos de todo el mundo.
Fue el turno del 5 de agosto, alargado 70 días por un trágico accidente que los encerró en las profundidades, donde no existían las más mínimas condiciones de aseo, con altas temperaturas y humedad, sin alimentación y sin servicios básicos como luz o infrastructura para enfrentar la larga espera.
Estoicos, sobrevivieron a las privaciones sumidos en la oscuridad, que ahora les obliga a usar lentes especiales de sol. Aunque los oftalmólogos han asegurado que se recuperaron rápidamente y pronto no las necesitarán, quizás las mantengan para enfrentar la lluvia de flashes que les espera.
Algunos de los familiares hablan ya de giras por Estados Unidos, e incluso de ofertas de varias editoriales -nacionales e internacionales- para publicar su gesta.
Algunos medios señalan que ellos cobrarán por entrevistas. Por ahora ninguno de los mineros ha hablado sobre lo acontecido abajo durante los 70 días de encierro, salvo por una pequeña reseña que Luis Urzúa, último rescatado, hizo al presidente Sebastián Piñera.
Tras el rescate, los mineros reciben ofertas para ser entrevistados por medios de comunicación de cualquier rincón del mundo y a cualquier precio, y según explican los familiares, incluso en este aspecto se habrían organizado para crear una fundación y compartir las ganancias.
``Los mismos mineros les dijeron a las autoridades que querían hacer una fundación'', dijo Omar Reygadas, hijo del minero del mismo nombre. ``Si tienen que cubrir eso (royalties por documentales, películas o libros), lo van a cubrir los 33 juntos'', dijo a la AFP.
``Si les dan algo, que sea de corazón y no esperando algo a cambio'', dijo María Segovia, hermana del minero Darío Segovia.
``Aquí en Chile nunca han agradecido a los trabajadores de clase media, así que si les dan este reconocimiento en otro país, está muy bien'', agregó, refiriéndose a las invitaciones para viajar.
De vivir en un espacio encerrado de pocos metros cuadrados junto a otros 32 hombres que en muchos casos apenas conocían, los mineros recibieron invitaciones de clubes de fútbol y mineras para que saquen jugo de su nueva libertad y visiten varios países del mundo, seguramente mucho más lejos de lo que han viajado en toda su vida.
Recibieron regalos y ofertas variopintos, como un dispositivo Ipod de parte del jefe de Apple.
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