22 oct 2011

Sueño Americano

21 de Octubre del 2011


La interpretación más frecuente del sueño americano es el logro de fortunas, nada raro en un País creado en una sociedad capitalista. Tener casa propia, automóvil, y todo objeto representativo de riquezas es meta de todos. La manera de llegar a ello fue enunciada por los fundadores de los EEUU cuando a través de la constitución y su primera enmienda garantizo el derecho de todo individuo de tener libertad para obtener fortuna. El trabajo, sacrificio y ahorro, eran indispensables para el logro final y este era basado en una fe religiosa y un sentido de responsabilidad personal. Las historias de Horacio Alger de “harapos hacia tesoro” y el pensamiento popular de “acostarse y levantarse temprano lleva a una persona a ser sana, rica y sabia” y las enseñanzas de líderes como Franklin y Lincoln formaban parte de una generación que no envidiaba, sino emulaban a los que poseían, no pedían de otros sino daban, y no exigían de los gobiernos, sino participaban en sus comunidades y basados en su creencia en un Dios aceptaban sus vidas sin recriminaciones. Inmigrantes llegaban solo buscando libertad para laborar y oportunidad para educarse, y si la suerte los acompañaban lograban el “sueño” y si no, trataban de facilitar este para sus hijos. Que ha cambiado? Desde el final de la segunda guerra mundial y la revolución industrial, lenta pero inexorablemente el deseo de gratificación se convirtió en inmediata. Los capitales se empezaron a adquirir en base de loterías, especulaciones y cualquier otro método que llevara a riqueza instantánea. El sacrificio y responsabilidad individual se convirtieron en hedonismo y la sociedad se convirtió en presa fácil de mercaderes habilidosos que se enriquecían prometiendo fortunas a otros. Los inmigrantes llegaban esperando que sin gran esfuerzo se lograría casa, autos y todos los juguetes necesarios que se han convertido en indispensables. Con el abuso de los “nuevos ricos” y el aumento de los desposeídos, nos hemos transformado en una sociedad que no da sino exige, que no imita sino envidia, y que responsabiliza al gobierno para su educación, salud, ahorros, aposento y alimentos mientras hacen de celulares, TV gigantes, ordenadores de todo tipo, etc. parte necesaria de su existencia. Dios, para los que todavía creen, ya no ayuda sino provee y el sueño americano está más parecido al “griego” de lo que queremos aceptar, y si no despertamos terminaremos como ellos.

Fernando J Milanés

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