Por Juan C.León
Esta Navidad será diferente a todas las que he tenido antes. Por muchos años hice –por costumbre- lo que la mayoría de la gente hace siempre: adornar la casa con muchas luces, armar el arbolito, comprar regalos, etc. Pero en esta ocasión hay un gran motivo por qué celebrar, he decidido que Cristo sea el centro de mi vida y el de mi familia.
Por casi tres décadas viví en el mundo, haciendo todo lo que la gente hace para satisfacer sus necesidades carnales: yendo a fiestas, bebiendo, fumando, practicando la promiscuidad, en fin, “viviendo la vida loca”, como dice la canción de Ricky Martin.
En medio de todos esos placeres mundanos, yo sentía en lo más profundo de mi corazón que estas inmoralidades me satisfacían en el momento que las ejecutaba, pero al día siguiente sentía un gran vacío en mi vida. Nada comparado a lo que siento ahora, una paz y un gozo incomparables.
El mundo le ha dado la espalda a Aquel que vino un día hecho hombre, para morir posteriormente en una cruz por nuestros pecados. Por eso hay tanta maldad diseminada por toda la tierra, porque nos hemos olvidado del Mecías que lo sacrificó todo por nosotros, sin pedir nada a cambio. Esta Navidad déjese de tanta religiosidad y dele a Cristo la gloria que solo Él se merece.
Dejemos de buscar la felicidad en los lugares equivocados. Ni los seres humanos, ni los clubs, ni la ropa, ni el dinero, ni nada material pueden darnos la tranquilidad mental y espiritual que tanto necesitamos en nuestras vidas. El mundo sería un mejor lugar para vivir si Jesús de Nazaret fuera el timonel de nuestros barcos, los cuales han estado navegando en aguas de perdición.
Propóngase para el nuevo año hacer de su cuerpo un templo santo para que nuestro Creador habite. No contamine con iniquidades la obra perfecta que hizo Aquel que nos amó primero. Él nos creó a su imagen y semejanza y espera lo mejor de nosotros. No le demos la sobra de los banquetes navideños a nuestro Señor Jesucristo quien es digno de recibir lo mejor que podamos ofrendarle.
Esta será la mejor Navidad de mi vida porque tengo a Cristo en mi corazón. No hay regalo en este mundo que se pueda comparar con el sacrificio divino que El hizo por nosotros. Y tú, ¿estarías dispuesto a entregarle tu corazón a Cristo también? Estoy completamente seguro que la felicidad que has estado buscando por tantos años la encontrarás en el Hijo del Hombre quien murió por ti y por mí. Te lo aseguro.
Miami, FL., USA
http://www.bitacoraparticipativa.blogspot.com
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