Por Elsa I. Pardo
Publicado en el Nuevo Herald 12/8/11
El aspirante republicano Newt Gingrich ha propuesto aliviar la situación de los inmigrantes indocumentados que llevan tiempo en el país.
Peter Foley / Bloomberg
Estoy de acuerdo con la sensata propuesta migratoria de Newt Gingrich, aspirante republicano a la presidencia. Cuando se habla de inmigrantes ilegales, lo primero que me viene a la mente es la tragedia y el desplome de la sociedad en que vivimos.
Por lo general, estos inmigrantes llevan años aquí trabajando, muchos de ellos son discriminados, maltratados y algunos hasta son víctimas de la violencia, el tráfico humano o la prostitución. Se les prohíbe trabajar, conducir, se les paga menos, no tienen derechos ni seguros médicos y en algunas ocasiones se mueren por no poder ser atendidos en hospitales como los ciudadanos de primera clase. Estos inmigrantes tienen hijos nacidos aquí y el gobierno ha tratado de no reconocerlos como ciudadanos norteamericanos, se les ha negado el derecho de asistir a las escuelas o simplemente no asisten para que no se los lleven de las escuelas y los deporten. Además, algunos son víctimas de crímenes de odio. Algunos padres son deportados y los niños quedan separados de sus familias y destruidos. Opino que es una crueldad que atenta contra los derechos humanos y cristianos de niños y adultos. Me pregunto si cabe más crueldad para estos seres humanos. No creo. Parece que tampoco se ha encontrado una solución para este grave problema social.
Gingrich propone crear “un camino a la legalidad” para individuos con fuertes lazos en este país, a fin de no separar a las familias. Los inmigrantes ilegales podrían recibir permisos de trabajo para poder quedarse en Estados Unidos y mantener sus familias intactas. Sin embargo, no obtendrían la ciudadanía estadounidense en el acuerdo. Para obtener la ciudadanía, tendrían que volver a su país de origen, reingresar a Estados Unidos legalmente y pasar por los canales apropiados para ser naturalizados.
Me parece cruel que cuando un ser humano ha alcanzado cierta estabilidad, trabaja y a veces tiene raíces y fuertes lazos en este país, sea deportado repentinamente, sin previo aviso a él ni a su familia. La familia es la base de la sociedad, cuando la familia se separa tan bruscamente, el aislamiento emocional y social es un proceso largo y doloroso de superar en la pareja y los hijos. Opino que la propuesta de Gingrich, si no es perfecta, es justa y, sobre todo, humana.
Miami
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