14 mar 2012

La Libreta de abastecimiento

Por María Teresa Villaverde Trujillo Martes, 13 de Marzo de 2012 12:36 Un control completo y amplio sobre todos los comestibles, como si el país hubiera estado envuelto en una guerra mundial. Recuerdo que el primer sistema de racionamiento de alimentos en la ciudad de La Habana –y pienso que en toda la isla- se estableció el día 12 del mes de marzo de 1962 a través de la Ley 2025, justo en el momento cuando nosotros estábamos organizando la fiesta de primer cumpleaños para nuestro hijo Tom y nos sorprendió casi sin tener lo más necesario para expresar un brindis con los invitados. Fue entonces una tarjeta o cartilla; más tarde, cuando se suponía que no habría más racionamiento porque decían que iban a suprimir el uso de la tarjeta, ¡jajá jajá! surgió a flote la gran sorpresa. Sin embargo, no debíamos habernos sentido sorprendidos porque día a día soltaban alguna nueva “disposición” gubernamental. Corrían fuertes rumores de la pronta eliminación de la “tarjeta” o “cartilla”...empero fue entonces que el gobierno socialista dio inicio, justo en ese momento, a la famosa libreta de abastecimiento, agosto 1963. La “libreta” la distribuía el gobierno socialista cada año a cada núcleo familiar, de acuerdo al lugar de residencia. Constaba de una página por cada mes y especificaba la edad y genero de cada miembro familiar. Con tal motivo, para la distribución y control, el gobierno socialista cubano creó una oficia denominada “oficoda” ¡Así, tan abiertamente, se burlaron del pueblo en general! porque afectaba a toda la población, excepto por supuesto la clase dirigente de la Isla -casta privilegiada- quienes estaban en disposición de prescindir de la libreta y del racionamiento. La población tendría derecho a adquirir a través de la libreta –y sólo en su localidad- una cuota mensual que garantizaba desde un 39% a quizás la mitad del consumo de calorías per capita diarias de cualquier ser humano; y solo suficiente cantidad para menos del mes: arroz, frijoles, aceite, manteca, azúcar, café, pastas, pan, huevos, carnes (roja y aves), sal, compotas, conserva de tomate, etc. Además otros artículos tan necesarios como el jabón de baño y de lavar, detergentes, pasta dental, kerosén y alcohol, etc. La leche de vaca era solamente distribuida a niños menores de 7 años, adultos mayores de 65, mujeres embarazadas y a personas con algún muy especial tipo de enfermedad siempre y cuando presentaran certificado médico legal. Las demás personas tenían derecho a una latica de leche evaporada. Cosa rara sucedió porque de improviso todo los comestibles empezaron a desaparecer de los establecimientos; con lo que el gobierno enviaba un mensaje al pueblo “de que la escasez en esos momentos era debido al embargo de Norteamérica.” Pero muchos sabíamos que no era cierto ya que varios de los comestibles que empezaron a faltar no eran productos extranjeros, sino productos que habían sido elaborados en el país, ¡siempre!. ¡Así se burlaron del pueblo! …y todos los que no éramos afines al fidelismo teníamos que mantener la boca cerrada o correr el riesgo de ir a la cárcel bajo falsa denuncia de algún miembro del CDR -Comité de Defensa Revolucionaria-. Además, muchos pensábamos que, de todos modos, el gobierno socialista no iba a poder sostenerse por largo tiempo; ...o acaso un inesperado suceso surgiría en cualquier momento y no tendríamos necesidad de abandonar el país, porque, ...con que miedo, pánico, vivía yo pensando que en cualquier momento podían llevarse preso a mi padre o a mi esposo, ya que ambos habían sido afectados por las leyes revolucionarias; y eso era suficiente para formar una causa criminal. Además –silenciosamente ante los vecinos y amistades- nosotros habíamos presentado toda la documentación pertinente pidiendo permiso de salida hacia Estados Unidos. Algunos le llamaban “libreta de abastecimiento” otros la llamaban “libreta de racionamiento” y con el buen carácter del cubano siempre dispuesto a mostrar su jocosidad, muchos le llamaban “salvoconducto para la miseria y el hambre” y hasta había quien sugería –muy a la callada- que debía levantársele un “monumento”. Recordemos páginas de la Historia Universal de nuestros tiempos Hacia la mitad del siglo XX, los países socialistas establecieron el sistema de racionamiento; tal como hizo la extinta Unión de Repúblicas Socialistas -URSS– implantando el método varias veces, en 1918 por vez primera, Bulgaria en 1944 y al año siguiente en la República Democrática Alemana intentado resolver los problemas surgidos durante periodos de grandes dificultades económica y sociales. En estas citadas naciones las cuotas la realizaban de acuerdo a la edad, tipo de trabajo y situación geográfica del núcleo familiar siempre engañando al pueblo al expresarles que el racionamiento y la distribución se hacia buscando la mejor manera de satisfacer las necesidades del individuo. Durante el 6º Congreso del Partido Comunista en Cuba en el 2011 se expuso la posibilidad de finalizar el uso de la “libreta de abastecimiento” eliminándola ordenadamente; pero al mismo tiempo declarando que era un movimiento muy complicado de realizar. Tal así que aun la libreta sigue funcionando. Conversé ampliamente con la sobrina de nuestro amigo Miguel Gómez quien no hace mucho tiempo que salió de la isla y reside en Estados Unidos. Ella me explica que a la Libreta de Abastecimiento le han quitado algunos alimentos o mercancías para que las personas lo compren en el mercado libre de los campesinos. Pero que todavía quedan racionados: el arroz, aceite, frijoles, pan, café, pasta de diente, jabón, etc. Todos estos productos esta el cubano de la isla obligado a comprarlo usando la Libreta de Abastecimiento. Al igual conversé con nuestro amigo Antonio Villegas cuyo primo carnal acaba de regresar de Cuba. Visitó a su hermano y juntos fueron a la bodeguera de la esquina pensando el visitante comprar una hogaza de pan. El hermano llevó su libreta y en la misma le anotaron la pequeña compra de panecillos. Así lo contó el primo carnal a Villegas cuando regresó a Estados Unidos. ..y Angelina que vivía en un barrio popular de La Habana y aun mantiene el buen humor con que la Madre Naturaleza la dotó dice que no puede olvidar cuando la vecina gritaba desde la carnicería al apartamento de la amiga: ¡Vichuna corre, llego pollo del tamaño de una paloma!

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