28 mar 2012
LA VERDAD HERMANA DE LA RAZÓN
Por, Amelia María Doval
La comunidad se vuelca a la calle, los derechos civiles están sobre el buró. La investigación no se detiene, aunque se cuestiona. Estudiantes salen a protestar de manera desordenada y provocan estragos en algunos lugares. Una ley es analizada con múltiples criterios. La verdad aún no es sentencia clara. El acusado está libre, un joven americano ha fallecido.
Dos minorias se encuentran. Este es el resumen de los acontecimientos después de la muerte de Trayvon Martín a raíz de un disparo, el vigilante George Zimmerman en el ojo de la crítica. Defensa personal, corte racial. La conclusión está en espera. La internet acumula escritos y debates, el presidente toma partido.
Un joven blanco de Miami Garden muere de un disparo, mientras su novia fallece de camino al hospital. Dos inocentes confiaron su fe a la voluntad de ´´ no hacer daño´´ del ser humano. Julián Soler y Kenia Duran ambos de 23 y 24 años no tuvieron más derecho que morir, sin replicar. Tres jóvenes ´´afroamericanos´´ justificaron su crimen con una frase ´´ no expresaron miedo´´.
No hubo covertura informativa más allá de la normal, ni protestas raciales, sociales o religiosas, no intervino el gobierno. Dos víctimas, dos familias. ¿qué marca la diferencia entre una muerte y otra? Quizás que el primer caso no sea lo cotidiano y el segundo estemos más acostumbrados.
Los problemas sociales, de conducta, de responsabilidad como humanos, se traducen en diferencias raciales irreconciliables cuando un joven ´´afroamericano´´ es víctima. La misma juventud tenía Trayvon que Erick Ellington y sus compinches. Uno murió, los otros tres fueron criminales. Las sociedades no se construyen con justificaciones u omisiones de malas conductas. Si algo engrandece la ley de EUA, es la inocencia hasta que la culpabilidad no sea evidente, estamos juzgando sin pruebas contundentes y exaltando las malas acciones y los conflictos raciales.
Es justo protestar contra los abusos de poder, abusos raciales, abusos en todas sus manifestaciones, pero no hacer cruzadas que provoquen un debilitamiento de la sociedad justificando la ira. Un asesinato es un acto violento penado por la ley y la comunidad, mucho más si implica a jóvenes inocentes. No es correcto hacernos eco de situaciones que acrecientan malas actitudes y expresiones raciales, hay que comprender que la adolescencia y los jóvenes captan las ideas en conjunto generalizando el comportamiento.
Los adultos tenemos la obligación de pensar y formular criterios que ayuden y contribuyan a desarrollar conductas positivas. La ley no es más justa porque las escuelas se sumen a protestas que expresan odios, ni porque impulsemos una defensa a ultranza justificada por supuestos conflictos raciales, exigir es un derecho, sólo hay que saber cómo y qué. Nuestras calles deben ser sitios seguros para trasladarse, no junglas donde reine la fuerza y el poder criminal. Debemos velar como sociedad por crear un sistema que reduzca la criminalidad, atacar las causas no justificar las consecuencias.
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