DORA AMADOR: Experiencias de muerte cercana
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DORA AMADOR
Y de pronto me veo convertida en una estudiante online, a tiempo completo, de una materia fascinante: la vida después de la muerte. Doy por sentado que algunos lectores de esta columna saben que es un tema que me atrae, la vida eterna, hasta ahora sólo la fe me lo afirmaba, no necesito pruebas, pero hay tramas científicas atrayentes que van y vienen hasta que un día nos atrapan irremediablemente. Es lo que me ha pasado con el Foro Internacional de Bioética 2012, titulado Final Passages: Research on Near Death and the Experience of Dying, celebrado en Madison, Wisconsin, el 26 y 27 de abril. El Foro fue auspiciado por BioPharmaceutical Technology Center Institute, www.btci.org, y le estoy en infinita gratitud por haber puesto a la disposición de todos los vídeos de las conferencias y los paneles de discusión, así como las sesiones de preguntas y respuestas.
No exagero al decir que este foro de reconocidos neurólogos, psiquiatras, cardiólogos, médicos generalistas, estudiosos y sobre todo los pacientes que contaron sus historias estremecedoras, me probaron a nivel científico que hay vida después de la muerte y vida en abundancia maravillosamente buena y feliz, colmada de amor que se da y recibe en consonancia con el universo. Antes de proseguir considero imprescindible decirles el lugar donde pueden escuchar y ver todas las conferencias: Bioethics Forum Videos, www.btci.org/bioethics.
Si quieren conocer la obra de cada uno de los ponentes, los invito a que busquen Google por su nombre, por ejemplo: el cardiólogo Pim van Lommel (lo he escuchado dos veces, y aseguro que mi conciencia dio un salto cualitativo a una inesperada verdad científica que ya se queda en mí). Lommel dio pruebas de que hay conciencia cuando el cerebro está muerto. Acaba de ser publicada su más importante obra en castellano: Conciencia más allá de la vida. La ciencia de la experiencia cercana a la muerte. Ediciones Atalanta.
La de la doctora Penny Sartori fue otra de las que más me impresionaron porque nunca se había enfrentado a este fenómeno cuando trabajaba como enfermera en la Unidad de Cuidados Intensivos. El resultado de sus investigaciones es hoy una monografía académica publicada en 2008: The Near-Death Experiences of Hospitalized Intensive Care Patients.
Las conversaciones con sus pacientes que habían experimentado la muerte cambiaron su vida radicalmente. Dejó su trabajo de más de 20 años como enfermera y se graduó de médico, y se dedica ahora al estudio de estos fenómenos científicos. Pueden leer el blog de la Dra. Sartori aquí: www.drpennysartori.com.
También pueden escuchar a Eben Alexander contar cuando estuvo en coma por varios días, debido a una meningitis, hasta que decidieron desentubarlo, porque estaba muerto cerebralmente, pero el paciente volvió a la vida, muy a pesar suyo, y contó todo lo que vivió. Alexander publicó su experiencia en AANS Neurosurgeon – My Experience in Coma, www.aansneurosurgeon.org.
Las personas que han revelado a sus médicos sus experiencias de muerte cercana comparten vivencias específicas, la mayoría de bienestar, una gran paz, falta de dolor o sufrimiento, ver a sus familiares que los llaman o van a su encuentro, se ven en un túnel oscuro o de colores y al final una gran luz que está llena de energía y amor a la que quieren llegar. Casi todos se sienten decepcionados cuando descubren que no están muertos y tienen que regresar a esta vida.
Estas personas tienen un cambio radical: dejan de temerle a la muerte y dedican el resto de sus días a lo que consideran lo más esencial: el amor, la generosidad, la bondad.
Por supuesto hay casos de pacientes que contaron haber tenido una experiencia horrible de la cual prefieren ni hablar.
Algo sumamente interesante es que estos pacientes que estuvieron a punto de morir aseguran que su persona, su vida está ligada al universo, que su conciencia es parte integral de una conciencia mayor. Lo describen como si todo fuera uno. Y por eso saben que los actos de una persona afectan el universo, de ahí la inmensa responsabilidad que tiene cada ser humano de sus actos o sus omisiones, lo que dice, lo que calla, lo que piensa.
Yo, que soy católica, le llamo el Cristo Cósmico. Jesús no se convirtió en el Cristo Cósmico si no muere y resucita. Nosotros no nos desprendemos de nuestro cuerpo hacia la conciencia de Cristo sin morir a nuestro falso yo. “Nosotros, como Jesús mismo”, dice Richard Rohr, “tenemos que dejar ir lo que pensamos que somos. Tenemos que convertirnos en el ‘yo desnudo ante el Dios desnudo’. Tu yo verdadero, sin decoración alguna, ya es amado por Dios. Cuando puedas descansar ahí, comenzarás a compartir la conciencia universal de Cristo”.
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