El Nuevo Herald
OSCAR PEÑA: El bosque del embargo a Cuba
El Nuevo Herald
OSCAR PEÑA
No es fácil dentro de un viejo bosque de robustos árboles de confusión ver claridad. Un distinguido argentino residente de Miami me ha pedido que le dé mi opinión sobre el embargo de Estados Unidos a Cuba, con el cual él no está de acuerdo y le llama la atención que en mis demandas y en las de la disidencia interna –como partes del pueblo cubano– no aparece o sobresale la reclamación del levantamiento del mismo. Le respondo. Y para no atropellar las porciones de claridad que yo he visto de ese follaje ubiquémonos en la Cuba de estos más de 50 años donde en este larguísimo proceso fidelista nunca se habló y todavía hoy el cubano de la isla habla muy poco del embargo o “el bloqueo” norteamericano. A nivel de pueblo nunca se le dio importancia por dos razones:
• La primera: por estar muchos años el gobierno cubano riéndose públicamente del embargo norteamericano y planteando que Cuba gozaba de la desinteresada y solidaria ayuda soviética y (ojo) porque a Cuba no le hacía falta nada de Estados Unidos y se le pidió al pueblo que consumiera productos nacionales, que en Cuba producíamos de todo. Es cierto que Cuba tenía un mercado nacional pujante que empezó a destruir el gobierno verde olivo con las primeras intervenciones y después acabaron de enterrar con la confiscación general de todo en la llamada “ofensiva revolucionaria” de 1968, de la que no escaparon ni los clásicos carritos de vender fritas. Es por ello que solo un pequeño grupo de incautos le achaca a Estados Unidos la culpa de los problemas del país. No éramos una potencia mundial pero íbamos en acelerado desarrollo. Datos de la ONU sobre la Cuba de 1958 nos situaban por encima de países como Italia y España.
• La segunda: porque fue solo después de quedarse sin el padrino soviético que la oficialidad cubana sacó del baúl el tema del embargo. Inteligentemente los jefes de Cuba, para aparentar ser más víctimas, le denominan bloqueo, pero ¿cómo explicar a la población cubana que el boniato, la papa, la malanga, la calabaza, el pan y el huevo cubano solo se dan en Washington? ¿Cómo explicas, amigo argentino, que en una isla rodeada de mar la sal escasea; cómo explicas que en el país rey de la producción de azúcar ese producto lleve más de 40 años reducido a la población en pequeñas cuotas por la libreta de racionamiento? Se puede decir una mentira un día, pero al decirla todos los días los otros se dan cuenta y el tiro te sale por la culata. El principal “bloqueo” de Cuba ha sido interno y es el que ha ejercido el gobierno vitalicio y extremista.
Con las razones anteriores he explicado la afonía de la sociedad civil de Cuba sobre el tema del embargo norteamericano. Solo faltaría responder la parte personal: defiendo el derecho de un país de hacer lo que desee. Sin embargo, soy incapaz de expresar la fábula de que el embargo norteamericano ayuda a la libertad de Cuba. Todo lo contrario. Ha regalado un pretexto más a La Habana –aparte de los que ellos inventan– para atrincherarse, confundir y venderse ante el mundo como víctimas. Es además un punto negativo contra la disidencia y los exiliados en el sentido que supone que tenemos que forzar el cambio en Cuba a la fuerza económica porque no tenemos ante el pueblo ideas o argumentos sólidos para hacerlo por convicción entre todos.
¿Quieres más claridad del bosque, amigo argentino? El embargo está todavía vivo no por los genuinos norteamericanos que lo quieren levantar, sino por culpa de Fidel Castro y por la presión electoral (contribución económica) de una apasionada y poderosa minoría cubana en Estados Unidos que fuerza a sus representantes electos a que aparezcan ante el mundo como tontos políticos en Miami y en Nueva Jersey. Obviamente nadie cree que todos en el régimen de La Habana son talibanes pero tienen miedo a salirse del plato. Tampoco nuestros políticos exiliados de origen cubano son obtusos. Falso. Cien veces falso. Es maniobra electoral. Son inteligentes pero el procedimiento los obliga a ser actores. Esas dos minorías de las dos partes –unos por votos y otros
por terror– son el coágulo de sangre que cierra las arterias de Cuba y la tienen estancada.
por terror– son el coágulo de sangre que cierra las arterias de Cuba y la tienen estancada.
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1 comentario:
PERDIDO EN EL BOSQUE 7 de Junio del 2012
El análisis de Oscar Peña “El bosque del embargo a Cuba”, aunque incompleto es correcto. Solo le falto aclararle a su amigo Argentino que el embargo fue establecido por el gobierno de los EEUU, como castigo a la confiscación de las propiedades de sus ciudadanos en Cuba y no para derrocar el régimen de Fidel Castro. Después de la explicación de lo poco que en realidad este afecta, material o anímicamente, al pueblo, mi amigo Peña escribe su “parte personal”. Habla de los que piensan que además de la intención del gobierno Estadounidense, esta medida pudiera acelerar el derrocamiento de los Castro como expresando una “fabula”. Generaliza, que los que con todo su derecho apoyan el “embargo”, lo hacen como único argumento y no acompañando otros más “sólidos”. Clasifica como “genuinos” a los norteamericanos que piensan como él. Quiere decir que no hay espacio ni razonamientos validos para los que discrepan de sus opiniones? Todos ellos son norteamericanos falsos? Termina Oscar diciéndonos que una “minoría poderosa” decide la política de los representantes electos que necesitan sus votos para ser reelegidos. Es obvio que este análisis no tiene sentido puesto que una “minoría” no gana elecciones y si estos son “poderosos”, si las restricciones no existieran los que ganarían fortunas ,incluyendo muchos cubanos de acá, lo son mucho más. El pensar que una parte del exilio cubano y un reducido número de representantes tiene el poder de influenciar los intereses de este país, no es realista. El embargo sobre Cuba no es de gran importancia en el espectro de los problemas internacionales que afectan nuestro gobierno, por lo tanto toda discusión a favor o en contra de esta medida es perder el tiempo, que se debe dedicar más bien a discutir cómo se puede acelerar la inevitable caída del Castrismo. El articulista en la mayoría de sus escritos ataca los defectos de los cubanos de aquí cada vez que escribe atacando al régimen Castrista que el vivió y que lo hizo abandonar al País. Es difícil interpretar las intenciones de otra persona, pero me atrevería a especular porque lo conozco, que él piensa que para lograr una transición pacifica en Cuba es necesario igualar los errores de acá con los de allá. No es lo mismo. Una tiranía nunca se compara a opiniones expresadas en libertad aunque estas sean absurdas, irreales o malintencionadas. Le pido que dedique su pluma y buena voluntad a escribir los males de la Cuba que él conoció, de lo que pudiera unir no dividir a ambos grupos, y que después, no antes de establecer una Cuba libre y democrática, será el momento de esclarecer nuestras diferencias. Si no seguiremos perdidos en el bosque.
Fernando J Milanés MD
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