20 jul 2012

El Carácter y la Buena Voluntad

 

 

CHRIS WARE / MCT

                                   Por José M. Burgos S.
Publicado en El Nuevo Herald
Los buenos hábitos son el resultado del carácter y la buena voluntad. El carácter se fortalece con la voluntad y ésta con el primero.
Tener un carácter fuerte y una voluntad de hierro no tiene ninguna relación con la terquedad y la carencia de sentimientos; todo lo contrario, el carácter y la voluntad conducen a la justicia, y ésta es buena.
La buena voluntad puede fortalecerse a través del ejercicio cotidiano de los buenos hábitos, lo cual da como resultado llegar a convertir a la persona en alguien capaz de resistir con fortaleza los ataques de egos egoístas y caprichosos.
La educación del carácter es algo aún más complicado. Sin embargo, con una voluntad firme, el carácter es más moldeable.
La educación del carácter se inicia en el interior del ser humano, casi, aunque no siempre, desde la infancia, y es algo muy personal, tanto que resulta prácticamente imposible definir con precisión en que consiste ser una persona con carácter.
Lo cierto es que para educar, tanto la voluntad como el carácter, es menester comenzar desde las más tempranas edades de nuestros niños, es allí donde los padres deben identificar muy bien los rasgos de sus temperamentos, pues éste es el fiel reflejo de los comportamientos y actitudes que se perfilan hacia edades mayores. De esta manera, conociendo el temperamento del niño, podremos abordar con mayor seguridad el cultivo de una voluntad sana y un carácter firme.
Hace más de 2,500 años, el gran filósofo griego Tales de Mileto escribió : “Quien tiene la capacidad de conocerse a sí mismo, pronto adquiere la capacidad de conocer a los demás”.
El buen ejemplo nos da autoridad para ayudar a formar el carácter de nuestros hijos.

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