10 nov 2012

Por qué Obama es progresista




Una multitud en Times Square, Nueva York, observa en pantallas gigantes de televisión al presidente Barack Obama pronunciando el discurso de la victoria.
JOHN MOORE / GETTY IMAGES
El presidente Obama, fiel a sus creencias, se ha definido como un progresista. ¿ Pero qué es esto? Un progresista es un gobernante marcado por dos tendencias muy definidas. Por un lado cree que el estado debe ser un firme regulador de la actividad económica, que debe estimular el crecimiento de las empresas, que al mismo tiempo deben producir empleo, pagar los impuestos justos, no explotar al pueblo y contribuir a crear un estado fuerte. La regla de oro de un demócrata progresista es que en la medida que el estado sea más fuerte, el ciudadano obtendrá mayores y mejores derechos. ¿Y quién paga por todo esto? Pues nosotros los ciudadanos con más impuestos.
Esto no se parece en nada al comunismo ni a la social democracia: Aquí no hay expropiaciones, ni nacionalismo desbocados, ni el Estado se quiebra a causa de su propia ineficiencia ni existe la demagogia barata. ¡El Estado de Obama es exitoso!
Por otro lado, tenemos la tendencia de un autoritarismo social que es muy diferente al autoritarismo social de los conservadores interesados en controlar la “cosas inmorales” como el sexo, drogas, alcohol, etc. Este otro autoritarismo es más amplio y busca regular temas como el medio ambiente, producción de comida y educación. Además, se apoya en la ciencia para respaldar sus creencias.
Estos dos autoritarismos, el económico y el social, enmarcaron el primer discurso del candidato en Springfield hace ya cinco años. Al releerlo nos encontramos que ni esta lleno de promesas ni de retórica. Su discurso giró alrededor de estos cuatro puntos y el se ha mantenido fiel a ellos: 1. Disminuir la dependencia del petróleo. 2. Remediar la crisis de la salud. 3. Solucionar el problema escolar. 4. Satisfacer el problema económico de la clase media.
Así que, para sacar adelante estas ideas, durante los 30 primeros días de gobierno se implementó el paquete de estímulo económico que costó 787 billones que impulsaron 160,000 proyectos de los cuales 100,000 eran de infraestructura (autoritarismo social).
Luego vino la salvación de la industria automotriz y una regulación más dura para los bancos y Wall Street (autoritarismo económico).
La aporreada economía apenas sí se estremeció con semejante impacto. Al igual que los pacientes que sufren un paro cardiaco, la gráfica plana del electrocardiograma se convirtió en una montañita de picos vitales titilando tímidamente.
Hoy, a punto de iniciar su segundo mandato, el paciente continúa en cuidados intensivos, porque algunos de estos temas aún están en fase de solución, ya que son demasiado complejos y toman tiempo.
Para los próximos cuatro años, nos vamos a encontrar con un presidente que seguirá empeñado en sacar adelante su programa de cuatro puntos y a invertir más dinero en ellos. Oiremos muchas veces sus palabras buscando nuestro respaldo.
Edgar Giraldo-Alzate
Batesville, Arkansa

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