Todo cubano que acepte cualquier idea que tan siquiera alegre a los depredadores castristas como un comportamiento apolítico-político, son CASI todos lagoteros de la tiranía

Por María Argelia Vizcaíno




Todo cubano que advierte a otro diciendo que no se mezclan en política, que no quiere saber de la misma, y especialmente repitiendo que “el arte y la cultura no tiene nada que ver” con esta, es que una gran parte de ellos se siente responsable directo o indirecto de simpatizar con la tiranía de los Castro.

Puede que exista algún apático, ignorante, o desinformado que caiga en el mismo jamo, y de forma independiente se ponga a repetir el repertorio preparado desde el círculo de “apolíticos-políticos”, pero son los menos sin embargo, con esa indiferencia no dejan de tener su dosis de colaboracionista de la misma infamia. Y cuando demuestran su enojo, por esto que estamos escribiendo, destacan lo acomplejados que se sienten por su desconocimiento o porque vivieron engañados creyendo en aquel régimen y les cuesta reconocerlo.

No olvidamos que estando en Cuba, algunos agentes infiltrados del régimen le preguntaban a mi esposo por qué cantaba canciones en inglés en su banda “undergroung”, que el gobierno primero no lo permitía y miraba mal al que lo hiciera, a lo que él les contestaba que le gustaba esa música, que no tenía nada que ver con política.

Ahora lejos del suelo nativo, los agentes o cómplices del gobierno totalitario cuando nosotros los exiliados protestamos por la presencia de los artistas representantes del gobierno castrista, responden lo mismo, “la música no tiene que ver nada con la política”, aunque la música de ellos sea totalmente comprometida con los intereses de los Castro.

Por eso, cada día me convenzo más que todo ese cubano en el exterior que plantea que la política no tiene nada que ver con la cultura y el arte, es aquel que sintió beneplácito y todavía siente por el castrismo y sus secuaces. Ya sea que formó parte del sistema gubernamental, o sus padres fueron partícipes directos, quizás como miembros de la UJC, del PCC, o chivatones de gratis,  o corderitos neutrales, y no quieren aceptar el grado de culpa que han tenido y tienen, en mantener en el poder a los que tanto han mancillado a nuestra patria.

Son más sensatos aquellos que admiten haber creído en las promesas socialistas, o que provienen de familia “revolucionaria” que jamás le contaron lo que en realidad sucedió en Cuba cuando ellos eran pequeños o no habían nacido, pero que a pesar de todo acatan ese grave error, y estando libres jamás repiten lo que le conviene a los castristas, tratando de aprender la verdadera historia que les fue vetada. En realidad no sólo son más sensatos, sino mejores personas y cubanos.

Hay quien tiene la facultad de ser ambivalente, de declararse anticomunista y sostener amistad con comunistas confesos. Yo no lo entiendo, ni puedo serlo, porque tengo un concepto muy alto de la amistad y de la patria, y considero a los enemigos de mis amigos, mis enemigos. Mucho más si esos amigos han sido víctimas de la tiranía y los enemigos forman parte de los victimarios, aunque sea sonriéndoles sus canalladas o callando sus crímenes complacientemente.

Lo más penoso que algunos, habiendo sido humillados, maltratados, perseguidos, apaleados, apresados, censurados, hostigados, pisoteados, arrastrados, separados de su familia, por culpa del mismo ente diabólico, estén flirteando, tanto con los del alto poder como con sus arrastrados defensores, sabe Dios con qué oscuros propósitos, omitiendo o borrando historias que inculpan las múltiples bajezas cometidas en nombre del comunismo. Acusándonos a los que expresamos nuestra opinión divergente de falta de respeto, poca capacidad intelectual, comentarios insidiosos, “mezclando la política equivocadamente con el arte” (y dale con la misma cartilla de los que se les clavó en el pecho el juramento del pionero de ser como un asesino).

Para estos “apolíticos” seguir en la conga castrista con sus artistas representantes, es amar a Cuba, y los que estamos en contra es porque no la queremos. Están resentidos con los que primero se fueron del país, culpándolos de que no hicieron nada y los embarcaron dejándolos bajo el comunismo, lo que nos demuestra cuán lavado tienen aún el cerebro que no saben nada de la historia real de los miles de presos, asesinados, los que murieron luchando, hasta mujeres fusiladas en esos primeros años que nos impusieron la barbarie. Mezquinamente eximiendo de culpas al mayor responsable de nuestra tragedia y a los que lo vitorean. Y si acaso aceptan la invasión de Bahía de Cochinos, es para referirse despectivamente sobre quienes valientemente arriesgaron sus vidas y fueron traicionados.

Después de ese alarde de “conocimientos” repiten “que lo tumbe quienes lo pusieron”, sin embargo se lavan las manos con quienes lo mantienen, que coincidentemente son ellos mismos en su generalidad. Hablan del “embargo”, como si fuera el criminal que deja sin comer a los niños, y saben bien que en Cuba entra de todo para sus dirigentes y turistas, y que EEUU es el país que más comida les vende y de donde mayor ayuda les llega. Pero les encanta decir que los exiliados se enriquecen a costa del mismo, y omiten hablar sobre el verdadero embargo del castrismo a su propio pueblo.

Y tratar de ofrecerles testimonios o crónicas de lo ocurrido, es perder el tiempo, porque en su mente robótica solo cabe lo que les inculcaron, por eso afirman que el llamado “exilio histórico” se siente superior y está lleno de odio, que es lo mismo que ven en su espejo, por ser engendros del odio. Como si el exilio histórico fuera una fecha de llegada o un problema generacional, cuando es una postura ejemplar de todo cubano independiente del día de salida definitiva del país. Quienes los depauperan son los que tienen complejo de superioridad creyéndose muy inteligentes, cultos, menospreciando a quienes carentes de títulos y estudios por estar trabajando duro y dignamente, al menos no han perdido el sentido común, que no sé por qué es el talón de Aquiles de muchos de los intelectuales. Lo más irrisorio es que juran y perjuran que ellos sí están en contra de la tiranía, que sí han luchado en su contra, pero sus acciones a su favor demuestran todo lo contrario.

Es por eso que señalamos a casi todos aquellos que se autoproclaman “apolíticos” como los seres más políticos y serviles de la tiranía, porque como escribí ya una vez, con esa aseveración de “puros artistas y amantes de la cultura” están eludiendo sus responsabilidades cívicas, contra el dolor ajeno, e hipócritamente a nombre del “amor, y la unidad, por el arte y la cultura cubana” y su fidelidad a un amigo acólito de los represores (aunque se haya mantenido en silencio ante los abusos), se ponen a su mismo servicio.

Son despreciables todos los que viviendo en democracia no se definen por miedo. O estás a favor o en contra de la perversidad comunista, pero quedarse en la cerca, aplaudiendo todo lo que beneficia a la tiranía sin jamás públicamente apoyar ni respetar a los que luchan o han luchado por devolver a Cuba la libertad, sin alzar la voz en contra de todos los horrores que allá se llevan a efecto,  por el contrario, defender los intereses del castro comunismo, es seguir con la doble cara, la impostura, el oportunismo, la desvergüenza, tratando de quedar bien con Dios y con el diablo, por eso mantienen su cuota de culpabilidad que tratan a toda costa de esconder.

Hay algunos con más dobleces y actitudes histriónicas que pregonan su “anticomunismo” porque han escrito un poema, una canción de protesta, unos artículos, o quizás algún día lo detuvieron en la Isla por una actitud irreverente, pero como perros fieles a la enseñanza que recibieron o por envidiosos del éxito ajeno, hacen y repiten lo que sea que favorece a los causantes de que estemos todos fuera de nuestra tierra natal. Son tan egoístas que ponen sus intereses personales por encima de los valores cívicos y patrióticos, por lo que parecen enviados directamente de la escuela de espías de los represores de Villa Marista para cumplir su misión de desestabilizadores, o fueron reclutados para el mismo fin, o quizás otro más oprobioso.

Unos más evidentes y otros más disimulados, lo que sí es un hecho que todos los que favorecen cualquier contubernio que pretendan los comunistas, y los que se codean con sus paladines de rótula gastada, hacen mucho daño al pueblo cubano, y no se debe ofender al ser catalogado como un personero del régimen directo o indirecto.

En cambio, los llamados “intransigentes” tenemos el orgullo de NO cooperar con nada que ayude o que alegre a un depredador comunista-castrista, porque todo lo que ellos anhelan va en detrimento de nuestro país y eso, de NO transigir con cualquiera de sus malévolos planes, es contribuir con la patria también, aquí, allá o acullá, y no lo que hacen los lagoteros (que se les arrastran).-

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María Argelia Vizcaíno