PUBLICADO EN EL NUEVO HERALD 12/30/2014
POR ELSA I. PARDO
No se puede negar que la normalización de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba, anunciadas por el presidente Barack Obama después de más de medio siglo, son históricas y trascendentales. Me llenó de felicidad la liberación del ciudadano norteamericano Alan Gross, ya que se cumplió mi predicción, cuando en diciembre del 2013 escribí: “Estoy segura que pronto Raúl Castro liberará al señor Alan Gross”.
El exilio cubano está dividido y con mucha razón. La mayoría del exilio histórico y exiliados de avanzada edad no están de acuerdo con estos cambios porque se ha derramado mucha sangre; hay mucho dolor, se han violado los derechos humanos, se han mantenido las cárceles llenas de presos políticos y los cubanos han vivido bajo represión, en la miseria y sin esperanza, durante 56 años. Además, apoyan el embargo, la limitación de los viajes y remesas a Cuba, y sobre todo, desean un gobierno democrático, con un Estado de derecho que se rige por un sistema de leyes e instituciones de una Constitución. Los más jóvenes apoyan las medidas de apertura comercial, los viajes y la normalización de las relaciones diplomáticas, porque quieren viajar libremente y ayudar a sus familiares económicamente, y no desean que ellos y sus amigos continúen ahogándose en el Estrecho de la Florida. Además, creen que en 56 años, los Estados Unidos han mantenido la misma política y el embargo, que no ha funcionado, porque los cubanos han vivido aislados, desnutridos y cada vez más pobres, mientras que los hermanos Castro, su familia y sus secuaces, son cada vez más ricos y poderosos. Y, estos jóvenes creen que esta nueva política ayudará a la aceleración de una Cuba libre. Pero, hay un denominador común: ¡Todos desean una Cuba libre!
Sabemos que el presidente Obama ha sido presionado por gobernantes de muchos países, por el Congreso y hasta por el papa Francisco, quien actuó como mediador. Estoy segura que sus intenciones son buenas. El también tiene fe en que estas nuevas medidas ayudarán a una futura democracia en Cuba.
Pienso que debemos esperar y darle tiempo al tiempo, pues así podremos ver si Castro cumplirá con los acuerdos entre los dos países y si realmente habrá un cambio positivo para el pueblo cubano que sufre en Cuba. Y si así fuera, entonces sí que todos mis amigos cubanos estarán de acuerdo y será un honor para todos los cubanos y para el mundo libre, la visita del presidente Obama a Cuba. Recordemos el verso bíblico: “Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo”.
ELSA I. PARDO
MIAMI