PUBLICADO EN EL NUEVO HERALD
01/28/2015 1:00 PM
Hemos leído con atención las voces que se oponen a la nueva política del presidente Obama hacia Cuba. Un argumento que escuchamos repetidamente es que Estados Unidos en su acercamiento diplomático con la isla comunista ha renunciado a requerir de Cuba cambios en su política interna. Por ende, el régimen de La Habana tratará de obtener lo más posible sin dar nada a cambio.
El presidente Obama, en su discurso a la nación el 17 de diciembre, expresó claramente que “la política anterior ha fracasado en avanzar los intereses del país”. Es precisamente a esos intereses a lo que su política responde. Creando más oportunidades a través de acuerdos bilaterales de interés común, comerciales, bancarios, migratorios, ambientales, etc. Algunos analistas consideran a Cuba un país en transición debido al obvio fracaso de su ensayo comunista. EEUU está apostando a fortalecer la sociedad civil con más recursos económicos e información a su alcance. La que oportunamente acabará exigiendo más espacio y una apertura política apropiada.
Con respecto al embargo como pieza de negociación, es una ley y solo el Congreso la puede derogar. Claro que el presidente puede, como lo ha hecho, aminorar su impacto. El régimen de la Habana no desea realmente su levantamiento, pues acabaría con su más preciada justificación –el “bloqueo”– para sus desmanes. Está ocurriendo algo interesante: los grandes aliados de Obama son los productores agrícolas y la Cámara de Comercio, que quieren más comercio con Cuba.
En cuanto a si Cuba sigue siendo un Estado terrorista, todo indica que carece de las condiciones financieras para sufragar fechorías como en el pasado. Sin embargo, en las discusiones es prudente tratar temas espinosos como el de la compensación por intervención de negocios y propiedades embargadas y que en el territorio cubano se encuentran muchos prófugos de la justicia norteamericana.
Deseamos una transición ordenada, y no un caos, hacia la democracia, con libertad, justicia y dignidad para el bien de todos, como proclamara José Martí.
Marino López-Blanco
Key Biscayne
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