16 may 2010
El "Padre" del éxodo del Mariel no se arrepiente
Napoleón Vilaboa es reconocido como la persona que inició la Flotilla de la Libertad durante el éxodo del Mariel.
Entrevista con Napoleón Vilaboa
30 años del Mariel
Por JUAN O. TAMAYO
jtamayo@elnuevoherald.com
Napoleón Vilaboa insiste en que la idea del puente marítimo del Mariel fue suya y no de Fidel Castro; que nunca ha sido un agente de la inteligencia cubana y que conspiró con el difunto general Arnaldo Ochoa y otros altos funcionarios para derrocar al gobierno.
Pero ésa es sólo una versión de la turbia y cambiante historia del veterano de Bahía de Cochinos, quien desempeñó un papel destacado en el éxodo que trajo a 125,000 cubanos a la libertad y reunió a decenas de miles de familias.
Hoy, este jubilado de 73 años, que lleva una banderita cubana en la solapa y tiene claros recuerdos de eventos de hace 60 años, está orgulloso de su estatus como "El Padre del Mariel''.
"Cumplí con mi deber. Mi deber era sacar a esa gente de Cuba'', indicó la semana pasada Vilaboa a El Nuevo Herald durante una larga entrevista.
Reconoció, sin embargo, que su papel en el Mariel también le trajo graves problemas, incluyendo los nueve años, tras el puente marítimo, en los que tuvo que mantener un bajo perfil, temeroso por su vida.
"El más perjudicado por esto fui yo'', aseguró. "Ambas partes me han difamado''.
Vilaboa cayó bajo sospecha de ser un "colaborador'' de La Habana mucho antes del Mariel, dijo Sergio Piñón, quien era entonces un investigador del Departamento de Policía de la Florida, y que tenía un espía dentro de una de las compañías de Miami que hacían vuelos fletados hacia Cuba.
Desde 1978, Vilaboa, que trabajaba como vendedor de automóviles, había sido un destacado miembro de un polémico grupo de exiliados (conocido como el Comité de los 75), que negociaba con el gobierno de Castro la liberación de unos 3,600 presos políticos, así como el regreso de exilados en visitas familiares por primera vez desde 1959.
"Aún antes del Mariel, mi gente me dijo que Napoleón estaba organizando otro Camarioca'', recordó Piñón, al referirse a la operación de 1965 que trajo 5,000 cubanos a Estados Unidos.
El 8 de marzo de 1980 (un mes antes de que más de 10,000 cubanos entraran en la embajada del Perú en el incidente que provocó el Mariel), el mismo Castro había advertido públicamente que podría lanzar "otro Camarioca'' si Washington seguía rehusándose a sancionar a los cubanos que estaban secuestrando aviones y barcos hacia la Florida.
Piñón recordó que le advirtió a los funcionarios federales y estatales que se aproximaba otro éxodo masivo.
"Pero nadie me creía'', comentó. "Todo el mundo pensaba que estaba loco''.
Vilaboa niega rotundamente haber sido un agente cubano y agregó que sólo empezó a pensar en una salida masiva por mar cuando estuvo en La Habana a principios de abril de 1980, para una ronda de las conversaciones entre el gobierno y los exiliados.
Lo llamaron a una reunión con un viejo amigo, René Rodríguez, un representante cubano en las negociaciones con el exilio y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Vilaboa había liberado a Rodríguez tras haber sido capturado en los primeros días de la invasión de Bahía de Cochinos. Luego, Vilaboa y más de 1,000 miembros de la Brigada 2506 fueron apresados y liberados en 1962.
"René dijo: ‘¿Qué piensas que se puede hacer?' '' con los 10,000 cubanos en la embajada peruana'', recordó Vilaboa. "¿Puede exhortarse a los cubanos [en el sur de la Florida a que vengan y los recojan?"
Vilaboa dijo que respondió que dudaba que los exiliados recogieran a los cubanos en la embajada, pero que sí participarían en un éxodo si pudieran recoger también a sus propios familiares: un refugiado por cada familiar.
Poco después, Castro vino a su hotel en La Habana, escuchó la idea y aseguró que lo pensaría, recordó Vilaboa. La respuesta llegó dos o tres días después de su regreso a Miami, traída por el coronel del Ministerio del Interior Tony de la Guardia.
"El Número Uno dijo sí, que todo sería a través del Mariel'', le comunicó De la Guardia.
Vilaboa difundió en las estaciones de radio en español de Miami que el puerto del Mariel estaba abierto, y el 10 de abril abordó en Miami Beach el barco Ochún, de 41 pies, y encabezó la primera flotilla de más de 40 embarcaciones hacia Cuba. Regresó luego de recoger a una hija y una tía.
Había comenzado el puente marítimo del Mariel.
Pero después de que los primeros refugiados tuvieron un recibimiento de héroes en Cayo Hueso, un enfadado Castro invalidó el trato de uno por uno y abrió las puertas para un éxodo masivo de 125,000 cubanos, incluyendo delincuentes convictos y enfermos mentales.
"El tenía que manchar a esas personas; dijo que eran la escoria de la sociedad y ahora lo iba a hacer verdad'', comentó Vilaboa. "Ellos también traicionaron nuestro acuerdo''.
Sin embargo, cuando los refugiados del Mariel comenzaron a asentarse en el sur de la Florida, Vilaboa cayó bajo el ataque de los exiliados más antiguos que lo consideraron una marioneta de Castro, y peor.
El reverendo Manuel Espinosa, quien participó en el Comité de los 75, confesó que él había sido un agente cubano y acusó a decenas de otros, incluyendo a Vilaboa, de ser espías de Castro. Espinosa murió en 1987 a la edad de 48 años.
Durante casi los siguientes nuevo años, Vilaboa mantuvo un perfil bajo, temiendo por su vida. Tenía una casa y un restaurante en Costa Rica y se mantenía fuera de los titulares cuando se encontraba en Miami.
Pero en 1989, dijo, agentes cubanos asaltaron su casa, mataron a sus perros, se llevaron sus archivos y el manuscrito de una novela que escribía y dejaron excrementos humanos sobre su máquina de escribir.
En julio de ese año, Vilaboa resurgió en Miami, al dar una entrevista de siete horas a The Miami Herald que resultó en una historia de 1,200 palabras.
Vilaboa negó la semana pasada partes importantes de esa historia: que él había admitido ser un agente cubano, recibiendo el rango honorario de teniente coronel en el servicio de inteligencia de la isla, y que La Habana le pagó $3,000 mensuales durante su estancia en Costa Rica como "consultor''.
"No'', afirmó la semana pasada cuando se le preguntó si había sido en alguna ocasión un agente cubano. Los grados de teniente coronel se los ofrecieron, pero él los rechazó, dijo. Y La Habana, enfatizó, "nunca me pagó un centavo''.
Vilaboa insistió en que siempre ha sido un anticomunista y que todas sus acciones en Cuba estuvieron guiadas por sus esfuerzos para promover un golpe interno o una rebelión contra Castro, porque todos los intentos externos para derrocar el sistema comunista han estado condenados al fracaso.
Cuando los agentes cubanos asaltaron su casa en Costa Rica, agregó, él conspiraba para ejecutar un golpe contra Castro con Ochoa, Rodríguez, De la Guardia y el ministro del Interior, José Abrahantes.
La semana pasada Vilaboa dijo que había amenazado a funcionarios cubanos con publicar una lista de unos 600 espías cubanos en Estados Unidos en caso de que él muriera. La lista, indicó, había sido compilada gracias a sus contactos con Abrahantes.
Vilaboa, con sus profundos ojos azules enmarcados en la barba y el cabello blancos, vive ahora una vida tranquila de retiro con su esposa, que llegó por el Mariel. Asiste a una iglesia menonita y a menudo le escribe cartas al director de El Nuevo Herald, la mayoría sobre temas cubanos.
A otros personajes en su historia no les fue bien para nada.
Ochoa y De la Guardia fueron fusilados en 1989 en Cuba, por la misma época en que Vilaboa resurgió en Miami. Fueron acusados de narcotráfico, aunque se rumora que Ochoa conspiraba contra Castro.
Abrahantes murió poco después de una dolencia del corazón mientras cumplía 20 años de prisión acusado de corrupción, y Rodríguez murió en La Habana en 1990. Los medios de prensa cubanos dijeron que murió "repentinamente'', pero no dieron más detalles, y Castro no asistió a su funeral.
Hoy en día, Vilaboa dice estar orgulloso del papel que desempeñó al lanzar el puente marítimo del Mariel.
"Tengo que admitir que no pensaba que sería tan grande como lo fue'', confesó. ‘‘Pero estoy contento de haber ayudado a miles de cubanos a venir a Estados Unidos a vivir en libertad''.
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