27 jun 2010
Los más graves abusos clericales
Por Eduardo M. Barrios SJ
Publicado en el Nuevo Herald 6/24/2010
La prensa mundial abunda en casos de lujuria clerical, porque el radar periodístico sólo detecta inmoralidades que vuelan a ras de tierra. A los chicos de la prensa les falta olfato moral para captar los pecados más refinados y graves que se cometen en la clerecía.
Las faltas contra la castidad son fallos vulgares. Lo venéreo es vicio de la plebe, asunto de pelafustanes, malandrines y bergantes. Satanás, espíritu (im)puro, no puede cometer pecados de sexo o dinero. Lo suyo es la soberbia.
Aunque en el clero prevalece la santidad, no escasea lo luciferino:
• Abuso es la susceptibilidad e incapacidad de ciertos clérigos para tolerar sugerencias, opiniones o correcciones por parte de fieles, compañeros o superiores.i Se echa de menos la humildad.
• Abuso es la pereza pastoral. Hay quienes no tienen tiempo para visitar enfermos o prestar otros servicios sacerdotales, pero lo sacan para TV, cine, golf, tennis, playa u otros entretenimientos.
• Abuso es el desdén por los laicos. Los miran como a menores que tienen poco que aportar. Olvidan que el sentir y decir de los fieles tiene peso por derecho divino. El aporte laical se enraíza en los sacramentos del Bautismo y la Confirmación. Ellos también son ``cristos'', es decir, ungidos, partícipes en la misión profética, sacerdotal y regiopastoral del Señor Jesús. No son simples ayudantes de los eclesiásticos, sino, como dice el Papa, ``corresponsables'' en la misión de la Iglesia.
• Abuso es llegar soñoliento a la sacristía un minuto antes de la Misa, salir al altar sin haber preparado Misal ni Leccionario, y luego no poder comentar los textos en la homilía, conformándose con dar avisos banales sobre rifas y festivales.
• Abusos son las melindrerías, las tiquismiquiserías, las blandenguerías, las glotonerías, y demás inmortificaciones.
En la meditación de Las Dos Banderas, San Ignacio dice que el tentador induce a ``crescida soberbia'' (número 142), y de ahí a los demás vicios. Las deficiencias morales de los clérigos no se corrigen con presiones externas. Sólo una vigorosa vida ascético-mística mantiene a raya las tentaciones.
Miami
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