Lección # 7
Lic. Amelia M. Doval.
Javier Paduras Fuentes, hermano de otro artista e inventor de las letras conocido en el exilio, residentes ambos en Cuba se extralimitan por separado en las líneas de un arte para disfrutar. Atrevido el escritor por mencionar temas que eran vedados, el conocido Leonardo Padura disfruta esos personajes que investigan lo no dicho fluctuando en el aire: un policía rodeado de muertes, misterios, alegatos que le sirven de elemento para una literatura que se apropia de la realidad y se místifica con personajes que no están ajenos, ni escondidos. Los nombres tienen rostros que actúan. Rostros también son los que abundan en la obra de Javier, figuras con colores, carentes de contornos definidos. Máscaras de uno mismo, alegría en la fiesta de la naturaleza.
Los Paduras nacidos en Mantilla, un pueblo de esa Habana que consume, agota pero, en su atrayente idilio nos envuelve y enamora, han encarnado el papel de creadores y nos versifican la vida con el arte.
En Julio de 1999, para una exposición en el Hotel Inglaterra, me complacía describiendo la obra de Javier como:
´´ Del diseño a la pintura, del textil al óleo, de la tempera a la imaginación, exposiciones y premios, todos ellos han comprometido su ser humano-artista con su talento creador. Una probada vitalidad se envuelve de un hálito novedoso donde la búsqueda constante y la experimentación recurrente lo sitúan al nivel de los nuevos tiempos , post modernista o no, su estilo es muy personal.Bajo su obra subyace un mundo revalorizado, la sátira de una vez nos conduce a la reflexión, sus cuadros hacen gala de una excelente composición permitiéndonos entonces hurgar en las emociones de los seres humanos. El arte en Padura transforma la ceremonia en aras de una ritualización, inserta una energía plena; la liberación de los instintos hace más explicables su contemporaneidad y el alcance de sus piezas.´´
Este hombre que crea el arte de las más di símiles formas ya desde entonces y hasta la actualidad inspiraba la interpretación como (...) ´´ el rostro lo es todo, sus personajes nunca están estáticos por cuanto esas figuras nos traspolan el movimiento de unos seres fusiformes: nosotros mismos, distintos, diferentes, nunca iguales pero tras ellos la incertidumbre, la esperanza.´´
Mascaras, que evocan una Venecia caribeña, sin canales pero, si con mucho sol. Lienzos que adquieren la naturaleza por añadidura y no por creación pues el color les imprime el verdadero sentido de ser expuestos. En lo textil, la confección le viene como arte caminante que se exhibe para ser adquirido y disfrutado en los más clásicos diseños, un chaleco que sirve de presentación. La obra de Javier Padura es la exhibición misma de su nacionalidad, lluvia de verdes, rojos, amarillos. Una paleta que se revierte en sí misma como espejismo de un sueño de figuras amorfas que quizás como güijes( mitológicos y enigmáticos duendes de los campos cubanos) o asustadizas parodias se van asomando a cada obra.
La simulación de una interrelación directa entre naturaleza y hombre es tan semejante a la vida como a la globalización humana, para este creador no existen límites, ni condiciones preconcebidas todo se limita a expresarse como artista, creador y mensajero de un dilema que envuelve lo actual: el hombre como parte de la naturaleza y esta como extensión o reflejo. Estas cartulinas parecen decir desde las paredes´´ yo no invento, trasmito´´ como diría Gilbe Biedman, traducen el alma que se expresa con pinceladas.
Javier Padura, nace el 9 de marzo de 1959, graduado de Ilustración y diseño informacional en 1987. Trabajó como diseñador textil en los talleres de Serigrafía textil artesanal. Participó en exposiciones colectivas de moda, recibió premios y se ha esmerado en demostrar su vocación con un sentido práctico y expositivo.
Miami, Fl
dovalamela@yahoo.com
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