3 sept 2009

La Pollera Panamena




Publicado en el Diario Las Americas 8/29/09

Por Eva Pedrol Medialdea
EFE-REPORTAJES

UNO DE LOS TRAJES FOLCLORICOS MAS CAROS Y BONITOS DEL MUNDO, LA POLLERA PANAMENA, ABRE LA PUERTA A LA CONTROVERSIA ENTRE LAS COSTUMBRES Y LA INNOVACION.

LA POLLERA PANAMENA PROCEDE DE LOS VESTIDOS QUE LUCIAN LAS ESPOSAS DE LOS COLONES ESPANOLES EN EL SIGLO XV11, Y HA EVOLUCIONADO HASTA SER UNO DE LOS TRAJES MAS ELABORADOS Y ARTESANALES DEL MUNDO.

VESTIR UNA POLLERA CON TODAS LAS JOYAS, ZAPATOS, ABANICOS Y "TEMBLEQUES" QUE ADORNAN LA CABEZA, PUEDE COSTAR ENTRE 25.000 Y 50.000 DOLARES, UN LUJO AL ALCANCE DE POCOS PANAMENOS.

Cuando la identidad folclórica de un país está en riesgo, la necesidad de establecer normas que protejan las tradiciones choca con la creatividad de los artistas y la evolución natural de danzas, músicas y vestidos. La pollera panameña, uno de los trajes más caros y bonitos del mundo, abre la puerta a la controversia entre las costumbres y la innovación.

En el siglo XVII en Panamá, las esposas de los colonos españoles se paseaban con una falda ancha ceñida en la cintura, conocida como pollera, y con todas las joyas de oro que tenían, alardeando de su riqueza y distinción.

Panamá era entonces un país rico en oro, con ciudades como Portobelo, situada a 115 kilómetros de la capital, al otro lado del istmo, en la costa del Caribe, donde los españoles acumulaban la plata, las piedras preciosas y el oro procedente de sus colonias en Centro y Sudamérica, antes de su envío a la metrópoli por su flota naval.

El Casco Antiguo de la ciudad de Panamá escondía, y aún esconde, el altar de oro de la iglesia de San José, que ante el ataque del pirata inglés Henry Morgan, los sacerdotes pintaron con arcilla para que pareciera un objeto sin valor, según cuenta la leyenda. En medio de esta abundancia de oro se desarrolló la pollera, un vestido que se extendió por toda América Latina, pero que echó raíces en Panamá “con una exquisitez, elaboración y artesanía incomparables con el resto de polleras”, según destaca el presidente de la Comisión Nacional del Folclor de Panamá, Rafael Medina. Esta entidad que preside Medina, adscrita al Ministerio de Educación, fue reconocida por decreto presidencial en el año 2005 como órgano para preservar los elementos de la identidad nacional, así como el buen uso del vestuario folclórico.
Por Eva Pedrol Medialdea

Hoy en dia la pollera panameña afronta una influencia foránea de faldas procedentes de Nicaragua, Guatemala, El Salvador y México, además de las tergiversaciones en el vestuario de los propios ballets folclóricos que representan las tradiciones tanto dentro del país como a nivel internacional.

LA TRADICIÓN

En la pintoresca ciudad de Las Tablas, unos 280 kilómetros al oeste de la capital, donde los hombres caminan por las calles con auténticos sombreros pintados y donde el caos de la ciudad es manifiesto, se concentran las mejores artesanas y orfebres del país. Expertos que han tenido desde pequeños las manos en el folclor.

En una casa hecha de adobe, con las paredes pintadas de colores vivos, pero ya desgastados, habita, solamente durante las fiestas del pueblo, el escritor e investigador del folclor Edgardo de León Madariaga, de 75 años, reconocido por sus diseños y su contribución folclórica con libros como “Presencia y simbolismo del traje nacional de Panamá” (1980). “Nuestra pollera tiene guirnaldas florales en sus telas trabajadas a mano, trencillas de bolillo, encajes valencianos, los ‘tembleques’ de la cabeza y las enaguas. Esto es lo que hace única y cara la pollera panameña”, según Madariaga.

El diseñador asegura que está “haciendo campaña” en contra de “las personas adineradas que han tomado la pollera para hacer exhibición de su riqueza”, punto que espera que la nueva reglamentación prohíba, ya que “la gente pobre no puede acceder” a este tipo de vestidos.

Madariaga prepara a su hija para participar en el concurso del Festival Nacional de la Pollera, mientras discute con su hermana por la colocación de cada uno de los “tembleques”, piezas en forma de flor hechas de gusanillos de metal y perlas o cuentas ensartadas que se ponen en la cabeza y que “tiemblan” al compás de la danza de las empolleradas.

Apunta tambien que tiene que haber “reglas para que no se combine la pollera con joyas costosas y exceso de ‘tembleques’ amontonados que no se muevan. ‘Tembleque’ quiere decir que es una flor que tiembla, que se mueve”, añade con un punto de indignación. El fuerte colorido de algunas polleras también es, para Madariaga, un problema para que el diseño se distinga, ya que “se pierde entre el exceso de color y de trabajo.(...) No acepto esa condición”, sentencia.

UN LUJO MINORITARIO

Sólo la camisa y el pollerón (la falda) que usan las panameñas en este traje típico pueden valer más de 5.000 dólares, por las valiosas telas que se emplean y el trabajo que realizan las artesanas, que tardan entre seis meses y un año en su elaboración. Con las enaguas, joyas, zapatos, abanicos y los “tembleques” que adornan la cabeza, el precio de la pollera puede incrementarse hasta los 25.000 e incluso 50.000 dólares.

EL FUTURO DE LA POLLERA

Artesanas, diseñadores, investigadores, docentes, puristas y eclécticos, todos coinciden en la misma lucha, que el Ministerio de Educación de Panamá contemple las materias de cultura folclórica como obligatorias en todas las escuelas. Aún así, Panamá dispone de las licenciaturas en Folclor por la Universidad Especializada de las Américas y por la Universidad de Panamá, donde cada año se gradúan unos 100 alumnos, preparados para dar clases sobre las tradiciones folclóricas del país, una de las pocas salidas laborales que tendrán.

El también docente de folclor Ricaurte Villarreal subraya: “La cultura es todavía incipiente en el país y es muy difícil de mantener porque Panamá es más comercial que otra cosa. Después de tener a los norteamericanos en nuestro territorio por más de 100 años, estamos luchando por configurar nuestra identidad como pueblo”.

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