9 ene 2010

Navidad 2009, Felíz 2010



Por: Xiomara J. Pages

He tratado de enviarles mi mensaje de Navidad y del Nuevo año 2010, a tiempo, pero me lo han impedido varios factores: algunas complicaciones de la enfermedad crónica de mi hija; la pérdida irremediable de mi vieja computadora (la cual tuve que reemplazar por una nueva, aunque mucho mejor, pero su compra no estaba programada tan precipitadamente) y con ella, perdí casi todos mis documentos; el tiempo escaso por las muchas ocupaciones y contratiempos; pero al fin aquí estoy "conversando" con ustedes, como cada temporada navideña desde 1984.
Siempre hay mucho que agradecer a Dios pero también hay muchas quejas de cosas que no resultaron como esperábamos. Y aunque soy muy positiva y reconozco que estas fiestas son para resaltar lo sublime y amoroso, a veces me salgo de patrones impuestos para estas fechas, y quiero compartir algunas observaciones , considerando los hechos y las personas que me rodean.

Trato de hacer un recuento del año que termina, y acuden a mi mente con tristeza imágenes de personas queridas y todo lo que significaron para mí, que se han alejado o me han precedido en unirse a Dios. Luego pienso en todo lo que debo agradecer, aún por esas personas que se han alejado, sí, porque a veces hay que agradecer que las personas que no convenían o que no debieron estar a nuestro lado por diferentes razones no siempre malas, o aquéllas que creímos sinceras, se hayan alejado; y agradecer por las que continúan ahí fielmente, o las nuevas que llegan y se acercan a mi vida trayendo alegría y bondades, las que re-encontramos como me ha pasado con amistades y familiares. Todo lo que he aprendido con lo bueno y con lo malo, todo lo aprovechado, lo que me hizo crecer , madurar y ser un poco mejor. Lo que nos hizo llorar o reír, añorar, rectificar o reflexionar.

¡Es increíble el poder de amor y de adaptación que posee el ser humano!

Pero entre otras cosas, quiero compartir con ustedes algo que aqueja a la humanidad aunque muchos no lo expresen: la indiferencia de la nueva generación, los conflictos de pareja, la vanidad y las incongruencias de la sociedad.

Escucho a algunas madres quejarse del abuso o indiferencia de sus hijos. Mi madre cuidó de mi hermana y de mí, y en algunas ocasiones nos quedamos al cuidado de mis abuelas, pero esto nunca fue una obligación, era un acto de amor, y no se les exigía, pero si recuerdo que se les agradecía. Una abuela puede cuidar de sus nietos sin problemas, siempre y cuando los padres de estos niños se dén cuenta, que ya ella crió a sus propios hijos, y que si lo hace, es por ayudar a sus hijos o hijas, y por el inmenso amor que siente hacia sus nietos. Los abuelos son un caudal de conocimientos, amistad y mimos que nadie puede sustituir, pero hay que conocer sus achaques, sus enfermedades, sus limitaciones a la hora de exigirles algo que ya no va con su edad, u obligarles a soportar malacrianzas. Por la misma razón, los más jóvenes deben sentir una honda gratitud hacia ellos, pues en ninguna parte, por muy bien que cuiden a sus hijos, lo harán como lo hacen sus propios abuelos.

Los hijos de hoy, creen que las madres o padres tienen la obligación de darles todo, y no es así. Los padres a veces tienen parte de la culpa porque los educan de ese modo, pero cuando los hijos ya son jóvenes o mayores, deberían darse cuenta por ellos mismos, que los padres no son caballos de carga o de trabajo, para pagarles todos los caprichos, y que en las más de las veces, un viejo retirado, o una madre sola con limitaciones financieras, no puede andar resolviendo los problemas de los más jovenes, sean estos hijos o nietos. Es sabido que la economía del país, nos ha hecho perder las casas, los trabajos, y mucho más, pero no podemos recaer y quitarles lo poco que tienen nuestros padres ya cansados o retirados, aunque ellos lo ofrezcan con desprendimiento. Ellos lucharon y trabajaron mucho para ganarse un poco de paz en sus años de jubilados. Recuerdo perfectamente cuando mis padres ayudaban económicamente a mis abuelas viudas, no a la inversa.

Observo a niños y jóvenes, y me apena ver como dejan de vivir apropiadametne su niñez o juventud. En otros tiempos habían juegos al aire libre que además de ser beneficioso por el ejercicio para el cuerpo, con ellos se aprendía a jugar con los amigos, lo que significaba camaradería y compañerismo, compatiendo y aperndiendo a vivir sin envidias ni egoísmos. Hoy los niños no miran a nadie a la cara pues están metidos dentro del jueguito electrónico que siempre llevan con ellos, el celular con los muchos aparaticos y botones, hablando o "texting", la tele, la computadora o la internet. Son muchos los que desarrollan incapacidades y limitaciones por no tener contactos sociales. Es una pena que los padres no se dén cuenta de que están criando a hijos-robots, pues dándoles todos los gustos, tendrán que soportar luego el abuso doméstico y la manipulación del propio hijo, su frialdad e indiferencia.

Los jóvenes y adolescentes en la actualidad, están tan acostumbrados a la violencia en los medios de comunicación y la prensa, que pueden ver a otro amigo en la calle agredido y no sienten ni la má remota compasión o sensibilidad o se quedan de espectadores sin reaccionar, sin saber qué hacer. No hace mucho vimos en escuelas y en patios de recreo, como apuñaleaban a un compañero o le prendían fuego a otro. Ellos además, ven la indiferencia en la familia, la ausencia de quienes deberían guiarlos, la falta de comunicación, y crecen fríos y silentes.

Otro tema que me llama la atención es el de las cirugías plásticas. Ya no sabemos si los que caminan por las calles son seres reales o esculturas con un transplante de corazón humano. Se cambian la nariz, la cara, el busto, las caderas, las nalgas (aún como regalo a las quinceañeras), y yo me horrorizo ante tanta irresponsabilidad. Pues olvidan ofrecer una sonrisa (que con la rigidez de los músculos estirados apenas pueden sonreír y lo que dan es una payasada de mueca). Olvidan la actitud, los buenos modales, el buen corazón, cuando estos últimos no cuestan ni un centavo, y adornarán mucho mejor nuestra imagen y apariencia, haciéndonos más populares y ganándonos el amor de nuestros semejantes. A veces un hombre no sabe si lo que tiene entre sus brazos es una verdadera mujer, que siente con pasión, gime, sueña y le ama, ó es una muñeca fabricada de Botox, Colágeno y cicatrices ocultas, mientras que las mujeres aborrecen a los hombres que las hicieron sufrir, y luego irónicamente se someten a una cuchilla que les cambie la cara y el cuerpo para complacerlos. No lo comprendo.

Las mujeres hablan de derechos y de liberación femenina, pero luego se convierten en una sustitución de aquel machismo que han combatido y condenado, y no aprecian otras cualidades masculinas que sí son buenas. Los hombres por otra parte, aún se niegan a conocer el corazón femenino y las peculiaridades que caracterizan a una mujer sensible y romántica. Y los hay que no saben apreciar, traicionan y abandonan a las que les han entregado la vida y la juventud. Y así continúan los conflictos, a pesar de tantos artículos, libros y conferencias de sexo y relaciones de pareja, tratando de decifrar si somos de Marte o de Venus, de Saturno o de otra Galaxia.

En la política discutimos y nos insultamos, sin respetar la opinión individual. Algunos exponiendo ciertos libertinajes o cambios drásticos en el país, sin razonar las consecuencias. Otros, extremistas y recalcitrantes, sin meditar y sin respetar el derecho del otro a opinar diferente. No nos damos cuenta que no es el partido al que pertenecemos, ni quién es el líder, blanco, negro ó chino, sino el que tenga entre sus intereses, el bienestar del país y del pueblo. Y miramos otros países fuera del nuestro, llevando un rumbo equivocado, cuyo destino conocemos ya muy bien lamentablemente, muchos de nosotros. Otros son guiados por el odio y siguen consignas ciegas y suicidas de destrucción y terrorismo escudándose bajo dogmas de religión, y así siguen las incomprensiones por diferencias de cultura o credo, por la avaricia del dinero y del poder, y continúan las guerras.

La economía empeora, nos encontramos sin trabajo o sin casas, pero no somos capaces de mostrar un ápice de compasión al desamparado o homeless que nos pide unas cuantas monedas en la esquina, pensando ilusoriamente que a nosotros no nos tocará esa suerte. A veces las limitaciones financieras nos enseñan mucho, pues estamos mal acostumbrados a las cosas materiales, a la ostentación, y ni siquiera reparamos en la necesidad del otro, no sólo la del mendigo y desamparado, sino que tratamos mal o ignoramos la necesidad de un empleado o la de un obrero que nos realiza un trabajo específico. No acabamos de comprender que somos una cadena, y que si pagamos tarde o regateamos el precio de un trabajo, esa persona va a padecer por nuestra falta de empatía. Por eso en vez de aprender la lección con la situación actual, continuamos siendo miserables y egoístas.

Y ni que hablar de la ingratitud y de la envidia hacia el que tiene más, a aquél que nos hace un favor, nos ayuda, o nos alimenta dándonos trabajo. Sentimos nostalgia de lo que ya no tenemos, sea otra tierra, otra gente, otras circumstancias ; pero se nos olvida agradecer por lo mucho de bueno que ya tenemos cerca y que a veces damos por algo hecho. La falta de cuidado con la tierra, con las plantas, con la naturaleza, sin importarnos que contribuímos aún más a la contaminación, al desperdicio, a la destrucción del planeta. La matanza sin propósito y la indiferencia con los animales, muchos de los cuales hemos traído a nuestra casa como mascotas para ser partes de la familia, y luego con la mayor indolencia y tranquilidad, les abandonamos a merced de los peligros, sin la menor gratitud, y en casos extremos hasta los abusamos con máxima crueldad como sucede en algunos países que hacen un deporte, una diversión o un negocio, hasta la vanidad de usar sus pieles, a costa de la matanza despiadada de inocentes animales.

Muchos pudiendo y teniendo los recursos, el dinero y el poder para ello, no dan el merecido reconocimiento ni apoyo al verdadero talento de tantos artistas, que con su creatividad alegran y enriquecen nuestras vidas, sean éstos escritores, pintores o escultores, actores, bailarines o cantantes; y en cambio apoyan lo vulgar, lo bajo, lo farandulero y escandaloso.

Recuerdo que mis padres me criaron sin conflicto generacional o lo que llaman acá "Generation Gap." Para mí es tan amiga mía, una chica de dieciocho, como lo puede ser un anciano de ochenta, con cada peculiaridad de su edad. Y considero una amistad íntima , tanto a una mujer como a un hombre, sean como sean, mientras que en todos los casos, exista el respeto mutuo.

Por eso, aunque la Navidad sea para exaltar el Amor, también lo es para hacer resoluciones en el año venidero. Y hoy, yo les invito a que se enamoren de la Vida, que traten de vivir el Amor todos los días, comenzando por las personas más cercanas, los más difíciles de querer, pues alguien les reconocerá ese esfuerzo, y ese alguien se llama JESÚS, la razón de estas fiestas, y el inventor del Amor.

¡Feliz Navidad y Venturoso Año 2010!!

Xiomara J. Pages
freelance writer/journalist/motivational speaker
internationally known by her first book: "Mi Cruz Llena de Rosas, Cartas a Sandra mi hija enferma" (My Cross full of Roses, letters to my sick daughter Sandra);
solo author of 4 books and many other contributions, including
Chicken Soup for the Latino Soul ;
member of several cultural and artistic organizations;
Lifetime Fan of Betty Boop;
translations / proof reading/aromatherapy/massages;
notary public; AVON salesperson and beauty consultant;
paintings & crafts.
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