17 abr 2010

La mujer del siglo XX1


Por: Magaly Aguilera

La mujer de hoy resulta a los ojos de la historia un" genio de botella". Por un lado se nos exige tener paciencia y buen humor, saber dominar eficazmente el trabajo de la casa, los hijos, nuestra profesión y después por la noche tener fortaleza para estar lo más atractiva posible y complacer con una copa en la mano las apetencias de tu pareja. Si tu pareja se queja del estrés que arrastra en el trabajo, se espera que la nueva mujer lo oiga como las antiguas y que mientras le ofrezca un relajante masaje como las de hoy. Está claro que la mujer actual debe ser una mujer perfecta, siempre estilizada como una modelo, radiante, cariñosa y de un humor esplendido. Buena trabajadora, porque el sueldo de uno solo no alcanza, sexualmente al día, porque los tabúes no existen, madre abnegada porque los hijos dependen de su actitud y tiempo compartido y una perfecta decoradora por eso de que el hogar es el reflejo de lo que somos.

Sin duda hay que hacer algo para eliminar esta trampa de complacer mucho más los deseos de todos que los nuestros propios. Para poder ser nosotras mismas, para sentirnos mujeres plenas, debemos construirnos antes que nada una sana autoestima que nos permita tener una opinión propia, la cual puede o no ser contraria a los deseos o necesidades de los otros, sin sentir que nos debemos castigar por haber fallado.

Desde que somos niños necesitamos sentirnos aceptados y queridos sin tener que obtener rendimientos ni hacer esfuerzos especiales para obtener el amor de nadie. Ahora como mujeres necesitamos sentir que “estamos bien” para poder soportar las pruebas que la vida nos va exigiendo sin amenazar nuestra autoestima, el problema es que se nos ha exigido por ser mujer una serie de roles irreales y ya nuestro critico interior lo sume como hechos imprescindibles.

Con demasiada frecuencia las mujeres subestimamos nuestra propia fuerza, nuestra capacidad de existencia y nuestra voluntad y nos adaptamos convirtiéndonos en seres pasivos por encima de nuestros propios valores. El miedo nos mantiene atrapadas en situaciones que sabemos erradas porque todavía tenemos en nuestros genes la información arcaica de que no podemos sobrevivir sin tener un hombre al lado. Insisto en decir que la perdida de la autoestima en la mujer de hoy en la que nos orilla a los excesos en lipoescultura , cirugías, ejercicios, en aprender a bailar en el palo como hacen las chicas gogo, que tomemos cursos de la danza del vientre y pretendamos ser decoradoras, masajistas, cocineras gourmets y psicólogas… y estoy segura de que se me debe de haber quedado un montón de cosas más.

Hemos de procurar ser consciente de los modelos que estamos pretendiendo emular. Debemos de hacer de cada acto de nuestra vida un ejercicio de libertad interior. Hemos de quitarnos definitivamente la "faja emocional" que nos hemos puesto y perder por vez primera en este siglo el miedo a ser uno misma. Solo así lograremos ser la mujer femenina que ambicionamos, porque ser femenina no es ser un genio de botella, es ser genuina, con una personalidad única, aunque no sea perfecta.


http://magalyaguilera.webs.com

1 comentario:

Unknown dijo...

Muy bueno el artículo de Magaly.

Siempre he dicho, medio en serio, medio en broma, que la mujer es "la china de las siete manos". La mujer de hoy que es profesional o que trabaja fuera de la casa, es la columna vertebral de la familia. A ella le toca despabilar a los hijos y al marido por las mañanas, escoger lo que se van a poner; hacer el desayuno y preparar lo que se van a llevar de almuerzo para los colegios y la oficina. Después de hacer la ruta consabida dejando a los niños en la escuela, se arregla y parte para su trabajo. Si se queda en la casa, sigue haciendo las labores del hogar hasta la hora de recoger a los críos. Prepara la cena, ayuda en las tareas a los hijos, y esta super-mujer tiene tiempo aún para perfumarse para su marido a la hora de irse a la cama.

Yo admiro a las mujeres de ahora y también a las de antes, que se quedaban en la casa, como mi madre, y nos hacía los platos más deliciosos de almuerzo y comida, incluídos postres; todo en la casa brillaba como una patena, y además tenía tiempo para jugar parchis y damas con mi hermana y conmigo, contarnos cuentos y jugar a las cuquitas.

Coincido con Magaly otra vez, en que no necesitamos llegar a los extremos de la cirugía plástica ni de aprender juegos de sexo para complacer a nuestras parejas. Ser genuinas y estar super-orgullosas de todo lo que podemos hacer, ese es nuestro sello de belleza, y, cosa muy importante, ocuparnos de nosotras mismas, querernos y saber lo valiosas que somos.

Los hombres deben de aprender a valorarnos por lo que somos y representamos, no tenemos que subirnos a un escenario ficticio y hacer sacrificios que hasta nos pueden costar la vida, para que el hombre nuestro no se vaya de nuestro lado.

Esos tiempos terminaron. ¡VALEMOS MUCHO Y LO SABEMOS, ASI DE SENCILLO!

Te felicito, Magaly.

Martha Pardiño

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