11 abr 2010

Pienso en Elián


Por: Martha Pardiño

Como madre, recordando aquel niño huérfano flotando en el mar, sin saber que su madre yacía en el fondo del mar, me llena de angustia y de tristeza.

Pienso en Elián peguntando por su madre y me acuerdo de mis hijos que pudieron contar con mi amor, mi abrigo y mi cariño, en sus años tiernos cuando la madre es la figura prominente en sus vidas.

La sonrisa volvió a sus labios cuando recibió el amor de su tío y de sus primos que lo acogieron con los brazos abiertos. Eran aquellos días en que los cubanos nos volvamos en cuerpo y alma hacia aquel balserito cuya madre quiso darle el inmenso regalo de vivir en libertad. Sin embargo, su padre lo reclamaba.

Pasaron muchas cosas, se barajaron muchas maneras de resolver el problema del niño Elián: ¿debía permanecer en tierras de libertad con que su madre pagó el caro precio de su vida? ¿Era su padre el que tenía la patria potestad de su hijo para llevárselo a Cuba el que debía haber abogado por hacerlo de una forma que no implicara la fuerza y la violencia? Desgraciadamente, como dice el Dr. Milanés, las gestiones de los psiquiatras para resolver el problema de una manera pacífica, usando el sentido común para el bien de Elián, falló. Elián fue sacado a la fuerza, aterrorizado, y, por segunda vez, sufriendo un trauma fatal en su inocente vida.

Ahora cuando veo a este Elián adolescente, apuesto, siendo usado por los Castro para su propaganda castrista, me pregunto ¿por qué la sonrisa ha huído de su boca? ¿Es demasiado lo que ha soportado este pobre niño?

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