11 ago 2010

Malas palabras en la Iglesia



Por Eduardo M. Barrios, S.J.

Vocablos perfectamente aceptables van adquiriendo connotaciones peyorativas.

• Dogma significa ``verdad revelada por Dios''. Sin embargo, el sustantivo, y sobre todo el adjetivo, han caído en desgracia. Si dicen que alguien habló ``dogmáticamente'', no lo alaban: le achacan que habló de manera intolerante, arrogante y prepotente. La palabra ha sufrido un descrédito tal que los cursos de Teología Dogmática pasaron a llamarse de Teología Sistemática.

• Jerarquía se refiere simplemente a los sucesores de los apóstoles (obispos) en comunión con el obispo de Roma, el Papa. Pero la palabra despide un tufillo elitista y aristocrático. De ahí que a nivel nacional se prefiera hablar de conferencia episcopal, y a nivel global de colegio episcopal.

• Mortificación se deriva de muerte, pero de hacer morir el egoísmo y las bajas pasiones. A pesar de ser algo saludable, suena a oscurantismo medieval y a masoquismo. También repugnan términos como ayunos y abstinencias. Se prefiere orientar la ascesis hacia lo que llaman servicio solidario.

• Virtudes como obediencia, fidelidad y humildad parecen características de personas apocadas, acomplejadas y pusilánimes. Más viste la iniciativa, la creatividad, la autoafirmación, y la ubicua autoestima.

• Liturgia se refiere al culto oficial y público de la Iglesia. Se distingue de las devociones privadas. Prolonga la misión de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, que continúa actuando através de ministros que han recibido el Sacramento del Orden. La Liturgia rinde honor a Dios y canaliza sus bendiciones hacia los hombres. Los cristianos del Oriente la llaman ``divina liturgia'', pues es más acción de Dios que nuestra.

Un feligrés salió descontento de su parroquia diciendo: ``la Misa estuvo demasiado litúrgica''. Sólo puede haber liturgia bien o mal celebrada. Padece la liturgia por exceso cuando el celebrante se muestra crispado, acartonado, ritualista y ceremonioso. La liturgia sufre por defecto a causa de campechanía irreverente así como por mutilaciones, adiciones y sustituciones de las oraciones. La liturgia se celebra según libros aprobados. Esos textos garantizan el mismo culto para todos los fieles, y los protegen del subjetivismo de ciertos curas ``creativos''.

Eduardo M. Barrios, S.J.

ebarriossj@aol.com

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