Por Fernando J. Milanés, MD
Se aproximan las elecciones para seleccionar al congreso nacional y al ejecutivo y legislaturas estatales. Está claro que ambos partidos están basando su propaganda política haciéndonos ver los defectos de su opositor, principalmente dirigido en contra de los Presidentes. Bush, nuestro último ejecutivo, cedió el poder con problemas económicos y dos guerras. Su escasa popularidad y la promesa de cambio dieron lugar a un nuevo Presidente que aunque relativamente poco conocido, captivo a una gran mayoría de los votantes. Obama ha tenido el coraje de tratar de reformar, radicalmente, los graves problemas de la salud, energía y sistema financiero. Estos cambios han sido opuestos por la mayoría de la ciudadanía que, como yo, consideran el “remedio peor que la enfermedad”. El tiempo dirá si sus acciones nos beneficiaran y tenemos que esperar al 2012 para hacer un juicio mas objetivo y actuar con nuestro voto.
La razón de porque los candidatos no basan su campaña electoral en sus acciones anteriores es obvio. Los republicanos no aprovecharon sus mayorías durante 6 años, actuando mayormente en contra de sus convicciones. Los demócratas, en el poder los últimos 4 años, tampoco han resuelto problemas, quizá aumentándolos, y culminando su pobre actuación retirándose de sus deberes sin cumplir los objetivos básicos de un presupuesto y un sistema de impuestos. Los votantes en vista de lo anterior debemos concentrarnos en las virtudes de los candidatos como individuos y por su historia personal y no por propaganda partidista. Aunque estemos decepcionados por el pasado, sigue siendo el deber de todos de salir a votar para poder retener el derecho básico de criticar.
1 comentario:
Estoy de acuerdo con el Dr.Milanés: el derecho al voto lo tenemos que ejercer si queremos vivir es una sociedad democrática y libre.
Hay amigas que me han dicho que todos los candidatos son unos sinvergüencas y que por eso no van a votar. Yo trato de convercerlas de que no ejercer ese derecho es lo que nos pone en manos de candidatos inescrupulosos.
Muy bueno el artículo.
Martha Pardiño
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