10 oct 2010

Ni comunismo, ni capitalismo salvaje

Por OSCAR PEÑA
                                                                                                        

Otro buen ejemplo actual de lucha contra el capitalismo salvaje es la actuación del empresario multimillonario de derecha y actual presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, quien al referirse a medidas anunciadas por su gobierno para bajar la tarifa de la energía eléctrica expresó: ``Personalmente estaré atento a este tema. Y en mi gobierno primero están los intereses del pueblo. Para ello es necesario que el país tenga energía abundante y a un precio justo''.

                                                    

El mandatario también comentó: ``en Panamá queremos empresarios, no empresaurios que practican el capitalismo salvaje, donde nadie se preocupa por la seguridad jurídica del pueblo. Sí queremos empresarios serios que vengan a invertir, a desarrollar, generar empleos y que ganen para que continúen creciendo con el país, pero que se preocupen por la seguridad del pueblo''.

Publicado el sábado 09 de octubre del 2010 en
El Nuevo Herald

Por OSCAR PEÑA

Como expresé en mi anterior artículo, deseo que en Cuba no se conviva con el socialismo o el capitalismo salvaje. Sin embargo --casi inexplicablemente porque se considera que nadie desee algo malo a los suyos--, he leído en foros varias incomprensiones al respecto. No me refiero a las opiniones siempre torcidas y de mala fe de algunos a los que no se debe tener en cuenta. Se trata de personas de buena voluntad pero que sacan conclusiones superficiales como el que juzga un libro por su portada. Ser ligero en los análisis, en las determinaciones y evaluaciones es muy peligroso y está muy relacionado con el extremismo.

No rechazo el capitalismo. Al contrario, me parece que es el sistema sociopolítico más acertado que conocemos si no pierde la conciencia social. Rechazo la caótica situación de los países latinoamericanos y la simbiosis actual que existe en Cuba entre el stalinismo y lo peor del capitalismo salvaje. Los que hemos tenido el triste privilegio de haber crecido dentro del socialismo salvaje de Cuba (comunismo totalitario) y hemos conocido después fuera de Cuba el socialismo democrático de España, Suecia, Dinamarca, Francia, India, Suiza, Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Chile y otros países, pensamos que tienen los sistemas que deseamos para nuestro país. Son sistemas libres, dignos y serios, pero sin descuidar y dejar de lado valores como la seguridad social, la solidaridad, la caridad, la responsabilidad, la conciencia social y la preocupación por el prójimo incapacitado o con serias necesidades.

¿De qué vale salir en Cuba del socialismo salvaje y que se convierta en otro país más de los que abundan en América Latina denominados falsamente democráticos y de libre mercado (capitalismo salvaje) pero donde existe corrupción, miseria, violencia, drogas y abismales desigualdades que no admiten ningún tipo de defensa. Un ejemplo de lo que debemos alcanzar es: no abogar de manera absoluta por la anterior Venezuela de antes de Chávez, que era un país rico pero lleno de corrupción y problemas sociales, y mucho menos por la actual, donde cada día se legaliza más el salvajismo del Estado, el culto a la personalidad y la obediencia al gobernante. Lo correcto es estar ajeno tanto al capitalismo salvaje como a la ideología marxista-leninista, a fin de garantizar el respeto, la dignidad y la libertad del ser humano.

¿Qué es el capitalismo salvaje? Es donde se destruyen las pequeñas empresas en beneficio de las empresas más poderosas, de las que tienen más entrada de dinero y bienes para corromper a los corrompidos. En el capitalismo salvaje sólo las grandes empresas puedan continuar adelante. El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, es adalid de la regulación financiera y detractor de los excesos del capitalismo. Sarkozy también apoyó el plan del presidente Barack Obama de evitar el exceso de riesgos en la banca. Y ello no es una cuestión de liberalismo, ni de socialismo, ni de derechas, ni de izquierdas, es una forma inteligente y práctica de enfrentar la realidad para no llevar a los países al abismo social.

Otro buen ejemplo actual de lucha contra el capitalismo salvaje es la actuación del empresario multimillonario de derecha y actual presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, quien al referirse a medidas anunciadas por su gobierno para bajar la tarifa de la energía eléctrica expresó: ``Personalmente estaré atento a este tema. Y en mi gobierno primero están los intereses del pueblo. Para ello es necesario que el país tenga energía abundante y a un precio justo''. El mandatario también comentó: ``en Panamá queremos empresarios, no empresaurios que practican el capitalismo salvaje, donde nadie se preocupa por la seguridad jurídica del pueblo. Sí queremos empresarios serios que vengan a invertir, a desarrollar, generar empleos y que ganen para que continúen creciendo con el país, pero que se preocupen por la seguridad del pueblo''.

Mi opinión: ya el comunismo (socialismo salvaje) desapareció y sólo quedan sus cenizas, algunos viejos símbolos y Chávez recogiendo esos escombros en Venezuela. Ahora le toca desaparecer al capitalismo salvaje de nuestros países latinoamericanos. Debemos aspirar a un capitalismo creciente, eficaz, compasivo, humanitario, esperanzador y pleno de justicia. A una América Latina donde no desaparezca el derecho a estudiar y haya atención de la salud gratuita para todos, con opciones privadas para los que lo deseen. Una América Latina donde una persona no tenga que ir casa por casa recogiendo centavos para enterrar a un familiar por los altos costos de esos servicios, donde los niños y jóvenes estén en las escuelas preparándose para el futuro y no pidiendo limosnas. Países en que algunas mujeres se prostituyan porque no tienen forma de sostener a sus familias.

Convertir a nuestros países en sociedades sostenidas política y económicamente y con opciones para todos. Países cuyos hijos no se vayan. Sólo un triste ejemplo: antes de 1959, la emigración de los cubanos era casi nula y hoy tenemos alrededor de tres millones que le han dicho adiós a la isla.

¿Cuándo vamos a sentir orgullo por nuestros países?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oscar Arias descrobes algo muy dificil de digerir por algunos y al mismo tiempo facil de comprender por una mayoría de cubanos de estas nuevas generaciones y aquellas que de poequeños entraron a formar parte del "hombre nuevo" que el viejo descrepito de hora, joven de 36 años en 2959 (pues ese chivo de 33 años de la edad de Cristo que se puso no es secreto de nadie para algunos). Yo que fuí clandestino y luché contra la dictadura de Fulgencio Batista puedo decirte que "el capitalismo salvaje" no puede regresar jamás a Cuba y que "este comunimo totalotarismo rapaz, cruel, criminal y salvaje tiene que ser desmantelado, enterrado t desapareacido de la faz del suelo cubano.

Todo lo salvaje es extremismo e ignorancia. Los que se aferran a doctrinas, sistemas y metodos de gobierno de forma extrema, todo aquel que enfoca sus ideas de forma extrema, todo aquel que no analiza -lo bueno y lo malo- y solo vé sus intereses personales de imponer de forma extremadamente extremista, ya sea liberal o conservador atenido a organización, partido, institución y grupo sectario son salvajes de esta humanidad.
Quien no vaya al centro del problema se vuelve un extremista recalcitrante y salvaje.
Y estoy de acuerdo contigo, Oscar Peña, ni quiero "capitalismo" y menos mas "comunismo" SALVAJE PARA MI CUBA.

Martha Pardiño dijo...

Ya quisiera el Nuevo Herald haber publicado de esta manera el artículo de Oscar Peña, con fotos y tan bonito, como lo ha hecho Elsa I. Pardo en su Blog.

El artículo de Oscar está muy bueno; él es un alma noble, sin reveses, y yo le deseo que se puedan cumplir sus deseos.
Martha Pardiño

Anónimo dijo...

El nombre no importa

Leí el artículo de Oscar Peña titulado Ni comunismo ni capitalismo salvaje [Perspectiva, 9 de octubre] y me pareció muy bueno, pero quiero compartir algunas reflexiones.

En Cuba existió el capitalismo hasta 1959, pero no un capitalismo salvaje en el que las empresas grandes destruyen a las pequeñas. En Cuba había muchos campesinos dueños de parcelas y también de inmensas propiedades. Al igual que organizaciones sociales de campesinos y obreros que habían logrado muchas conquistas sociales, como la semana de 44 horas trabajadas con pago de 48. Ni siquiera en Estados Unidos les pagan a los obreros 48 horas habiendo trabajado 44. Los obreros azucareros, además de su salario, podían recibir ganancias si el precio del azúcar subía en el mercado mundial. Es cierto que había desigualdades, pero había leyes --que muchas veces los gobernantes de turno no aplicaban-- que prescribían el latifundio y los monopolios.

En Cuba tampoco existió ni existe un ``comunismo salvaje''. Según el marxismo, el comunismo viene después que el socialismo ha triunfado, y en Cuba no ha triunfado el socialismo, como tampoco triunfó en ninguno de los países de Europa llamados socialistas. En Cuba hay un engendro de ideas fascistas, anarquistas y comunistas, impuestas por Fidel Castro.

No importa el nombre que se dé al sistema que surja a la caída del castrismo. Una vez que terminemos con ese engendro, el pueblo buscará la forma y el método de gobierno que más le convenga para su felicidad y bienestar.

10/13/2010

El Nuevo Herald

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