By NICOLAS PEREZ
Las elecciones parciales del próximo noviembre para muchos en Miami son más de lo mismo, para mí es un acontecimiento, a mis casi setenta años será la primera vez que ejerza el poder del voto.
Llegué a Estados Unidos en 1978 y durante más de tres décadas no solicité mi ciudadanía norteamericana. ¿Por qué lo hice? Explicarlo para mí sería comprometedor, por tanto, en un acto de prestidigitación intelectual me voy por la vía más fácil y sin aceptar responsabilidades ni explicaciones, sólo digo en voz muy baja, casi humilde: ``Fui un utópico fanático enamorado de mi quimera''.
Me gustan las elecciones. Me gusta elegir, prefiero escoger y equivocarme a que otros escojan por mí y acierten. Nací demócrata básico, integral, aunque reconozco que la democracia es una institución sumamente imperfecta.
Su herramienta de uso y razón es el voto, y en 1932 Adolfo Hitler sacó en Alemania 13 millones de votos y fue nombrado canciller. En Venezuela, Hugo Chávez en varias ocasiones se ha alzado con una mayoría de preferencias electorales otorgadas por su pueblo, sin que ninguno de ambos regímenes haya tenido un espíritu democrático porque democracia es la división de poderes, el consenso, que ni existió en Alemania bajo el dominio nazi, ni existe en Venezuela bajo el dominio del socialismo del siglo XXI.
Incluso aquí en Estados Unidos cada día se hace más difícil, como dijo Alcuín de York (735-804), que ``la voz del pueblo sea la voz de Dios''. La Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos puso fin tristemente hace poco a todo límite en las contribuciones por parte de empresas e intereses especiales. Ya para escoger a los que nos gobiernan no vibra más alto la voz del ciudadano de a pie, sino del dólar. Según el Center for Responsive Politics, organización que sigue de cerca el financiamiento de los partidos en Estados Unidos, $3,400 millones ya han sido utilizados para los comicios legislativos del próximo 2 de noviembre, contra $2,800 millones que fueron gastados en la elección anterior del año 2006.
Resumiendo, ¿cómo voy a votar personalmente en las próximas elecciones? Diría que por la mejor plataforma política, el pasado de los candidatos, por sus compañeros de viaje y sin sonrojarme admito que por mis simpatías personales. La causa anticastrista definitivamente no va a influir en mi voto porque las posiciones de extremo anticomunismo de papel crepé y café con leche de la política miamense, obedecen por regla general, a un triste y bastardo oportunismo.
Veamos en cada una de las contiendas que rumbo tomo y por qué.
• En la de gobernador de la Florida escoger es sumamente fácil. Las propuestas políticas de ambos tienen sus errores y aciertos. Pero para mí lo vital, es que en días pasados me llevé una luz roja y me multaron por $106. Y me pregunto, ¿cuántas luces rojas se debió llevar Rick Scott al frente de su compañía médica Columbia/HCA para que lo hayan multado por la cantidad de $1,700 millones? ¿Este hombre merece gobernar el estado de la Florida?
• Escoger el cargo de representante estatal por el Distrito 25 no es tan fácil como lo anterior, pero tampoco es un ascender el Everest. Las ofertas de Joe García y David Rivera son parecidas. Pero al demócrata lo rodean mis mejores amigos de niño y el republicano tiene en su campaña fellows travelers que bajo la mirilla de mi colimador no son trigo limpio. Finalmente, García en su trato personal es ligero como una pluma y Rivera es arrogante y más pesado que una onza de plomo. El último desastre de David ha sido tratar de confundir al electorado con un supuesto agradecimiento del gobierno de Colombia por su apoyo al Tratado de Libre Comercio, lo cual también ha apoyado Joe García, insinuando que Colombia apoya su candidatura por el Distrito 25 en un nuevo acto de su mitomanía compulsiva. ¿Sabe Rivera que el gobierno colombiano no mata bijiritas con R 15?
• En la elección de senador estatal, ahí la cosa está más complicada. Saco de la ecuación a Kerrick Meek, peso ligero entre dos pesos pesados. Entonces quedan ante mí Charles Crist y Marco Rubio y comienzo a sudar frío. Crist es un hombre como yo de centro, moderado. Marco Rubio es un extremista, cercano al insufrible grupo del Tea Party. El actual gobernador es lábil e inconstante, mientras que el cubano aun en sus errores uno siente que cree en las cosas que dice. Y chocan mi intelecto frente a mis sentimientos. He escuchado discursos de Rubio y habla con un carisma avasallador; es la viva estampa de la grandeza de un exilio que llegó a este pueblo hace medio siglo desnudo y creó con su espíritu de lucha esta maravillosa ciudad de Miami. Miro a Marco y veo en sus ambiciones reflejadas las de mis tres hijos. Sé que para algunos será una incongruencia pero el próximo 2 de noviembre, con gran orgullo, marcaré en la boleta el nombre de Marco Rubio, porque para desentrañar mi opción me remito a Blaise Pascal, el filósofo y matemático francés, considerado junto a Charles Babbage el padre de las computadoras, cuando dijo: ``El corazón tiene razones, que la razón no entiende''.
Nicop32000@yahoo.com
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