Manuel Menéndez
El vertiginoso descenso en la venta de libros en el mundo debido a la crisis económica, ha obligado a la industria editorial a aplicar novedosas ideas para subsistir.
La crisis económica mundial no solo ha ocasionado problemas como el desempleo, la pérdida de viviendas, las quiebras, el abrumador descenso de la Bolsa. Sus negativas consecuencias inciden también sobre muchas ramas entre las cuales se encuentra la industria editorial. El efecto dominó de la crisis ha influido negativamente en la venta de libros en todo el mundo y por ende, en la edición de los mismos.
Ante tal situación, las casas editoriales han tenido que acudir irremediablemente a nuevas estrategias para evitar el caos que las conduzca a la muerte lenta. Las constantes ediciones de antaño, las tiradas de millares de ejemplares distribuidos a lo largo y ancho de toda una red de librerías, se han detenido, no se puede negar.
La gente no compra libros como antes. Además de que el desarrollo de la literatura digital es un motivo que lógicamente influye sobre ello, no hay dinero. El libro, aunque duela decirlo, ha pasado a un segundo plano hoy en día.
Pérdidas en las inversiones
Grandes cantidades de ejemplares se devuelven a las distribuidoras porque sencillamente luego de un determinado tiempo expuestas en las librerías, no se venden. En estos casos ha existido una pérdida, o mejor aún, un malgasto económico tanto en edición, impresión, promoción como en distribución. Ese dinero jamás se recupera; cada libro devuelto deberá venderse entonces a un precio que ni siquiera se acerca a cubrir los costes de producción del mismo desde que salió de la pluma del escritor hasta llegar a la librería.
El valor temporal de un libro
Mientras mayor sea el tiempo sin vender un libro, tanto menor será su valor; esto, sin tener en cuenta las incisivas afectaciones colaterales ocasionadas por la humedad, el polvo y el manoseo del cliente entre otras cosas, que lo deteriorará inevitablemente. Incluso, en los últimos tiempos, muchas obras de autores reconocidos no han estado exentas de estas lamentables situaciones.
Nuevas estrategias editoriales
Una técnica nueva de producción que surge a raíz de estos problemas y que evita hasta cierto punto correr con tales riesgos económicos es la llamada impresión bajo demanda. En esta modalidad, el libro no llegará a existir físicamente hasta que alguna persona interesada lo pida, o sea, lo pague.
En tal caso el libro se edita con todas las de la ley: corrección, maquetación, diseños y entonces simplemente se guarda, pero no en una librería, sino en un archivo virtual. Allí se promueve y se expone a través de internet. Luego de venderse por medio de una transacción, se imprime y se le envía al comprador.
Ya muchas editoriales en el mundo están aplicando este novedoso sistema de edición - impresión. Por supuesto, el mismo presenta sus inconvenientes; uno de ellos será los gastos extras de envío que dicho comprador tendrá que pagar, otro, el necesario uso de una tarjeta de compras para la transacción o alguna cuenta bancaria, cosa que a veces ocasiona recelos.
En fin, si bien esta novedosa estrategia editorial no deja de ser interesante, realmente no es sino un experimento, un nuevo modelo de producción para tratar de atenuar el problema, para que la industria editorial perdure, al menos virtualmente. Pero ahora, el propio tema sugiere otra pregunta que tal vez sólo el futuro podrá responder ¿no será todo esto el camino que irremediablemente conduzca a la muerte del libro en papel?
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