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Diario Las Americas
El condado en el que llegué a vivir
MARSHA HALPER / MIAMI HERALD STAFF
El condado en el que llegué a vivir desde hace casi cuatro décadas, siempre fue un paraíso en todo su esplendor. Además de su belleza y flora exuberante, bellos jardines, anchas calles limpias con muchos semáforos, letreros bien marcados y clima subtropical; hubo una explosión demográfica con la llegada de inmigrantes de todas partes del mundo. Así creció, convirtiéndose en un condado cosmopolita.
Recuerdo el downtown con mucho colorido, lleno de turistas de todas partes del mundo, comprando al por mayor y al menudeo, hablando distintos idiomas y con diferentes costumbres, adornaban el área.
En Miami Beach había muchos hoteles donde se hospedaban turistas, jubilados, los snowbirds, personas de la tercera edad, del norte, a descansar y disfrutar de las bellas playas y famosos night clubs a lo largo de la mundialmente famosa Collins Avenue. Llegaba el season, la temporada de verano, una gran fuente de trabajo para los residentes de nuestro Condado; también lo era la ciudad de Hialeah con sus “factorías”, todo el año. ¡Qué tiempos aquellos!
El Estado del Sol es diferente. Su belleza natural esta allí, quizás más bello que nunca, el Condado está bien poblado, pero las factorías ya no están, tenemos una cifra alta de desempleo, crisis hipotecaria y el turismo se ha visto afectado por la crisis mundial. Como si fuera poco, tenemos una crisis a nivel condal, los impuestos a la propiedad están por las nubes y tenemos un déficit presupuestario. Los votantes acaban de darle un voto de confianza al nuevo alcalde Carlos Giménez, porque saben que el Condado necesita una reorganización y restructuración del gobierno y su política.
Elsa I. Pardo
Miami
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