17 may 2012

El presidente Obama respalda el matrimonio gay.

Por Elsa I. Pardo

El presidente Obama acaba de respaldar el matrimonio  entre personas del mismo sexo.  Aunque no tiene valor legal, solo simbólico.  Todavía no es reconocido por el gobierno federal, pero es reconocido en algunos Estados.  En el 2008, el no estuvo de acuerdo y hace algún tiempo dijo que su decisión estaba evolucionando y ahora fue claro.  Hoy, más del 50% de los estadounidenses están de acuerdo y el 48% rechaza el matrimonio entre personas del mismo sexo.  Y, el presidente cree en la igualdad de derechos.  Por lo tanto, se que para el presidente Obama  es muy difícil tomar una decisión tan importante y tan delicada, basada en sus propios deseos, convicciones, principios religiosos y morales.  
   
En mi opinión, no se trata de estar o no de acuerdo con la homosexualidad que siempre ha existido y existirá, como la prostitución y otros estilos de vida. Como cristiana debo respetarlos, amarlos y nunca juzgarlos. Reconozco que necesitan protegerse  ante la ley para tener derecho a visitas en los hospitales, reclamar seguros de vida, herencias, derechos y otras decisiones legales.  Pero, creo que todos estos problemas pueden resolverse legalmente y para eso, no es necesario contraer matrimonio.  Además,  gozan de libertad para escoger su pareja y vivir juntos como cualquier pareja heterosexual. Entonces,  ¿Contraer matrimonio para qué?
El matrimonio se diferencia de la unión civil, principalmente porque hace posible la adopción de hijos. Creo que los niños se crían mejor con una madre y un padre que cumplen distintos roles. El propósito del matrimonio fue para concebir hijos y la mujer es el complemento del hombre. Además, la ampliación de los derechos del matrimonio a parejas del mismo sexo debilitaría el propósito convencional del matrimonio.

Tendríamos una transformación  en nuestra sociedad, donde se multiplicarían estos matrimonios que serían los “nuevos modelos de padres”, creando confusión y hasta la perdida de interés y entusiasmo por el sexo opuesto que yo le llamaría “Revolución de la identidad sexual.”

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