Un millón de gracias al Presidente Obama!
MANFRED ROSENOW
ESPECIAL PARA EL NUEVO HERALD
Acabo de enterarme de la noticia del día de que el Presidente Barack Obama impuso la legalidad a cerca de un millón de jóvenes extranjeros que no tenían estatus inmigratorio alguno porque fueron traídos a EEUU por sus padres a corta edad, habían crecido aquí ilegales, y se les habían cerrado todas las puertas como consecuencia de su ilegalidad.
¿Qué hay de cierto en esto y cuál es la realidad? Gracias por informarnos.
E.B., Ft. Lauderdale, Florida
Efectivamente, la semana pasada el Presidente Obama anunció su decisión ejecutiva que sacó de la ilegalidad inmigratoria a entre 800,000 a un millón de jóvenes estudiantes extranjeros que crecieron aquí frustrados y desesperanzados por su involuntaria situación ilegal.
¿Cómo y cuándo se originó esta anomalía, que ahora al menos se corrigió – ¡ojalá sin vuelta atrás!—por la humanitaria acción de nuestro presidente del país? ¿Qué había pasado? Que los niños de los extranjeros centroamericanos, suramericanos y de cualesquiera otros orígenes que habían sido traídos a EEUU desde su país de nacimiento, fuera legal ó ilegalmente, pero que crecieron aquí con su estatus rápidamente vencido ó, de hecho, sin haber ostentado en ningún momento un estatus legal inmigratorio alguno, cuando niños ni se enteraron de su anormalidad inmigratoria, y cuando crecieron unos años, se percataron poco a poco, para su amarga sorpresa, de que eran prácticamente “indeseables” porque no habían nacido en este gran país...
¿Por qué excluí de mi enumeración a los niños cubanos? Porque estos fueron –y siguen siendo—privilegiados (y está muy bien que sea así) desde 1959 por estar cubiertos junto a sus padres por la especialísima Ley de Ajuste Cubano. Good for them! Pero los niños de hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, ó de colombianos, ecuatorianos, peruanos, etc., etc. y etc., no tenían esa tranquilidad, a menos que su padre ó madre encontrara solución legal para su situación, ganando, por ejemplo, una petición de asilo como fruto de su demostrada persecución.
En resumen, como ejemplo, un conjunto de 100 colegiales en Miami se hallaba dividido en dos grandes grupos: los nacidos aquí, vale decir, los ciudadanos de EEUU por nacimiento, y junto a ellos, los niños cubanos, cobijados por la magnánima protección del ajuste cubano. ¿Cuántos de estos dos? Estimemos, un 70 por ciento que podríamos rotular como “los Tranquilos”, y un 30 por ciento – 30 niños y niñas— los demás, “los Atormentados”.
Es este análisis, que pudiéramos llamar ficticio, pero realístico, lo que pasó por la cabeza del Presidente Obama (¡ó de sus asesores!) y subyace a la generosa disposición presidencial. A partir de hoy, todo muchacho ó muchacha menor de 16 años al momento de su llegada hace 5 ó más años, quien ahora tenga menos de 30, y ostente buena conducta (se excluye a los delincuentes), recibirá (ojo: ¡tiene que pedirlo!) permiso de trabajo por 2 años, lo cual le confiere identidad y legalidad. Ya dejará estar anónimo y huérfano de esperanzas, como escondido entre las nubes u ocultándose detrás del árbol más cercano. Ya dormirá, preocupado seguramente por sus padres ilegales, pero caminando con paso firme en cuanto a sí mismo. ¿Es todo esto su solución definitiva? Claro que no. Pero el viajero del desierto, da gracias por una botella de agua, aunque lo ofrecido no sea un manjar de manteles...
Ahora vamos a la crítica. Los republicanos están furiosos, furibundos. El importante congresista de Texas, Lamar Smith, némesis de los demócratas, está vociferando a todo pulmón “¡Amnistía!” Otros líderes de la derecha se les tuerce la barriga de la contrariedad... Los nuestros, como el meteórico senador Marco Rubio (R-Florida), son más razonables, y ven con moderación la iniciativa de Obama (acá sería suicidio político si no lo hicieran). Muchos demócratas se frustran porque si el candidato republicano Mitt Romney llegara al poder en la elección de noviembre (¡Dios nos proteja!), es virtualmente seguro que él revertirá la medida. Algunos demócratas más serenos se frustran porque califican la novedad de Obama de simple jugada política electorera.
Quizás, inevitablemente, sea así. Pero así y todo, es lo que es. Es la primera luz que brilla en el firmamento de los jóvenes martirizados por un proceder de sus mayores del cual no son más que inocentes víctimas. Por una ó por otra razón, va mi aplauso personal al Presidente Obama... ¡y a lucha en noviembre!
MANFRED ROSENOW es un
abogado y periodista de Miami
especializado en temas de inmigración.
Escríbale a El Nuevo Herald,
1 Herald Plaza, Miami, FL 33132
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