Escrito por María Teresa Villaverde Trujillo    Martes, 31 de Julio de 2012 08:37 

(Breve reseña)

"De todos los oficios prefiero el de la imprenta, porque es el que más ha ayudado a la dignidad del hombre."
(José Martí)

La “imprenta” se dice fue introducida en Cuba a principios de 1722 aunque hay evidencias de que llegó a la isla poco antes a esa fecha, siendo el séptimo país de la América Hispana en disfrutar de ese valioso equipo por el control absoluto que mantenía la España de aquella época, de no libertad de prensa en la isla. En La Habana no había otro archivo nada más que las actas del ayuntamiento escritas a mano y guardadas en libros sin tomarse precaución alguna para conservar la documentación.

Tan rápido llega la “imprenta” a la capital comienza a trabajarse profusamente imprimiéndose la obra Novena en Devoción y Gloria, un libro de oraciones compuestas por un religioso de la Orden de los Ermitaños del convento San Agustín, patrocinada por el Ilustrísimo Don Jerónimo Valdés, obispo de Cuba, famoso por su labor de bienestar público realizadas por él como fue promover la fundación de la Casa de Beneficencia y con ello la profusión de su apellido “Valdés” a favor de los niños abandonados. En una de las 45 páginas de que consta ese libro después de la portada aparece una dedicatoria dirigida al obispo, fechada 13 de enero de 1722. En la última página, según confirma un artículo del investigador y novelista belga Hulb Billete Adriaansen, hay un Oremus y un colofón en que se repiten los datos del pie de imprenta de la portada. Hasta ahora es la impresión más antigua de la que se tiene noción, editada por Carlos Habré el impresor que disponía del mejor equipo para realizar tal labor teniendo su taller en una calle central de la ciudad intramuros.

Con la súbita aparición de Novena logró situarse aproximadamente la fecha de entrada a la isla del arte de imprimir textos e ilustraciones.

Anteriormente había sido considerado como el primer libro impreso en Cuba el folleto de precios de medicina hecho por encargo del Protomedicato de La Habana: “Tarifa” impreso en 1723.  Hasta entonces el movimiento editorial de autores cubanos se encargaba a empresas en otros países.
Sin embargo, las siguientes impresionas en Cuba incluyendo “Tarifa” resultaron con muchas imperfecciones ortográficas, carencia de acentos, desigualdad en los espacios, falta la paginación, la alineación de las reglas, y la ausencia de la letra «ñ»; todo eso ocasionado por la falta de tipos o moldes adecuados.
De la historia de la imprenta podemos saltar al periodo de la tipografía cubana  que se inicia en 1754 cuando se establece en La Habana el impresor Blas de los Olivos. Comienza a imprimirse en 1761 un reglamento militar en forma de libro. En 1787 surge “Descripción de diferentes piezas de historia natural” obra de Antonio Parra; y la primera obra científica “Libro de los peces” con sus más de setentas artísticas láminas engalanando sus doscientas páginas. Concluye este periodo en 1790 cuando aparece el Papel Periódico de La Habana.  Ya para este entonces la imprenta había adquirido estabilidad, se mostraba como buen instrumento de administración …continuando su historial progresivo de acuerdo a como avanzaba la época. 
..y de la Cuba colonia con ansias de libertad tenemos dos valiosas figuras aunadas a la imprenta y a la tipografía aunque ambos con muy diversos destinos. A continuación la historia de uno de ellos.
El primer y único tipógrafo cubano ejecutado por la santa causa de la libertad de Cuba.
Eduardo Facciolo y Alba, hijo de una criolla y de un inmigrante genovés de ideas libertarias, nació el 7 de febrero en el ultramarino pueblo de Regla, cercano a la ciudad de La Habana.
A pesar de su corta edad, el fusilamiento de Gabriel de la Concepción Valdés, -Plácido-, en junio de 1844, marcó para siempre la vida a Eduardo manifestándose en protesta contra la cruel tiranía que ejercía España sobre Cuba, ocasionándole censura por parte de su padre y también de su padrino -el capitán pedáneo del pueblo de Regla- quien le reprendía severamente.
A los 15 años de edad entró de aprendiz de tipografía y tiempo después se empleó en uno de los primeros periódicos cubanos “El Faro Industrial” -La Habana- donde aun muy joven llegó a desempeñarse como editor, teniendo la oportunidad de conocer a Cirilo Villaverde, José María de Cárdenas y José García de Arboleya, así como a otros escritores y periodistas quienes le habían henchido los ideales revolucionarios.
Pero en 1851 cae prisionero el norteamericano John S. Thrasher quien era el director y se deja de publicar “El Faro Industrial”. Thrasher llevaba tiempo viviendo en Cuba y su estancia le llevó amarle y comparar sus ideas de libertad con las de los cubanos en una época en que, en nuestra Isla surgía un torrente de conspiraciones buscando la separación de la metrópolis española.
Es tiempo entonces en que la Junta Revolucionaria le propone al periodista Juan Bellido de Luna sacar un periódico clandestino para contrarrestar las injurias españolas, a su vez que propugnar por la independencia de Cuba. Anacleto Bermúdez y Porfirio Valiente conciertan colaborar y dan la encomienda a Bellido de Luna buscar a un tipógrafo de confianza.
Desde la Fortaleza de la Punta donde guarda prisión, Thrasher recomienda al joven Facciolo, y asegura que es un hombre de fiar. De esta manera, el joven se convierte en la mano ejecutora de la empresa, sumándose los impresores Santiago Spencer –a cargo de los enseres- y José M. Salinero -los tipos-.  Con una pequeña rotativa controlan el trabajo y de manera subrepticia, logran poner en práctica el peligroso proyecto: se da inicio a la edición del periódico clandestino “La Voz del Pueblo Cubano” en junio 13-1852, Órgano de la Independencia, se auto titulaba.
En una vivienda en La Habana, y en la planta baja, se  había instalado la imprenta. En ese almacén el tipógrafo Facciolo compuso el segundo número de dicho periódico. Juan Bellido de Luna se convirtió entonces en el Director y el joven en su editor.  Cuando estaba listo para entrar en prensa el cuarto número, fue detenido Facciolo y cinco de sus compañeros. Días antes Bellido de Luna había abandonado la Isla. El joven impresor asumió la completa  responsabilidad.
Reducido a prisión, se le siguió un proceso sumarísimo.
El Consejo de Guerra acordó sentenciar a los principales responsables a la pena de muerte en garrote vil.  En atención a su corta edad, Dolsa, Gómez y Villamil,  -integrantes del Consejo de Guerra- pidieron para Facciolo la pena de diez años de presidio en África, con la condición de no, -nunca más- regresar a la Isla.  El 24 de septiembre, el Capitán General Don Valentín Cañedo no acepta la solicitud de clemencia y ratifica el veredicto de muerte en agarrote vil.
Momentos antes de morir el joven patriota, héroe y mártir de la imprenta cubana escribe su poema “A mi Madre” del cual solo presentó las primeras estrofas:
Madre del corazón, tu puro acento
No demande favor a los tiranos
A mí me inspira el noble sentimiento
De morir por mi patria y mis hermanos.
No llores, no, los asesinos gozan
Mirando mi suplicio y tu agonía;
No les hagas comprender que ellos destrozan
Tu seno maternal, no, madre mía.
Que siempre la cubana honrada
Cumple con un deber, nuca se humilla,
No se presenta en lágrimas bañadas
Ni ante infante verdugos se arrodilla.
A las siete de la mañana del martes 28 de septiembre se colocó en la máquina de garrotes situada frente a la Real Cárcel  ...ejecutado en ella hasta quedar sin vida.
En Cuba republicana el pueblito de Regla lo honró con el nombre de una de sus calles y además una tarja en la fachada de la única casa que alcanzó tener en vida. Según noticias, la casa está actualmente semi-destruida por falta de cuidado durante el actual gobierno socialista que padece el país.
Injustamente inmolado dejó tras de sí una huella de gloria.