Muchos productores y directores que presentan obras teatrales en las distintas salas que existen en Miami, se quejan de que el público no asiste con puntualidad y que muchas veces las salas están medio vacías. Desde luego que es un trabajo arduo preparar a los artistas, realizar ensayos y pagar a los técnicos que se ocupan de la iluminación y de la puesta en escena. Yo pienso que si las obras fueran de buena calidad artística, las salas se llenarían, como ha pasado en otro tiempo con las zarzuelas que ponía en escena Grateli o con aquellas obras como “Aire Frío”, “Mi hijo no es lo que parece” - donde trabajó la inolvidable actriz Velia Martínez -, o “La herida luminosa”, etc. A nosotros nos gusta mucho el teatro y también las obras cómicas, pero todo tiene un límite. Cuando las obras son soeces y vulgares, no le queda más remedio a uno que levantarse en plena función y retirarse, y ponerle una cruz a ese productor y su elenco.
Sinceramente ver en una cartelera de teatro anunciar “Monólogos de la Vagina” o “Monólogos del Pene”, es para salir corriendo.
Lo mismo está sucediendo con la televisión hispana. Lo único que se puede ver son los noticieros, los programas de entrevistas y los deportes. Los programas humorísticos se pasan de la raya en vulgaridad y desprestigio. Este género cómico lo representaron con mucho éxito y dignidad en la Cuba de ayer, programas como La Tremenda Corte, Garrido y Piñero, la inolvidable Nananina, Normita Suárez, Vitola, Roblán, Tito Hernández, Alvarez Guedes, y muchísimos artistas más, que nos hacían reír sin tantas vulgaridades como se ven ahora por la televisión de Miami.
Cuando los productores y los directores, tanto de teatro como de programas de televisión, se den cuenta de que los hispanos somos una audiencia inteligente e instruida, entonces se preocuparán de hacer obras de teatro y programas televisivos buenos, y los teatros se llenarán y los ratings de los programas televisivos romperán records.
Martha Pardiño
(305) 649-8024
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