Publicado el jueves, 12.22.12
SERGIO MUÑOZ BATA: La mujer como agente de cambio
Si bien predecir el futuro es una empresa arriesgada, el recién publicado informe del “National Intelligence Council”, Tendencias Globales 2030, pronostica que “el aumento y la retención de las mujeres en el mercado laboral será la clave del éxito en América Latina porque impulsa la actividad económica y mitiga el impacto del envejecimiento de la población.”
De los varios temas y asuntos regionales que trata el informe cuadrienal, yo he escogido concentrarme en un tema y en una región. Mi tema es el papel que desempeñarán las mujeres como agentes de cambio y la región es América Latina y lo desarrollo valiéndome además de informes del Banco Mundial y un suplemento del Financial Times de Londres.
En el informe del NIC, el futuro de America Latina luce mucho mejor que el de otras regiones del mundo, pero el progreso dependerá, en gran medida, de un factor externo y dos internos. Si el estado de la economía mundial se deteriora sus efectos se sentirán también en América Latina. Piense, por ejemplo, qué pasaría con México si la situación económica y financiera de Estados Unidos sigue deteriorándose o qué pasará con Brasil si es la economía china la que empeora.
Entre los factores internos está su capacidad para fortalecer sus instituciones, el estado de derecho, la gobernabilidad en democracia, así como para reducir la disparidad económica y los catastróficos efectos de la violencia del crimen organizado. El otro factor fundamental será el papel que desempeñen las mujeres como agentes de cambio en las esferas económica y política.
Según el informe, “existe una correlación entre un mayor nivel de alfabetización de las mujeres y el Producto Interno Bruto de una región. Otro hallazgo fundamental del informe es que de Suecia a Rwanda, en los países donde hay un número relativamente grande de mujeres activas políticamente se presta mucho más atención a temas sociales como el cuidado de la salud, el medio ambiente, el desarrollo económico, y se le da mayor importancia a los programas sociales que a los militares; la corrupción es menor y la gobernabilidad del país es mejor donde hay más mujeres parlamentarias o congresistas.
Un informe del Banco Mundial, también reciente, señala que “en la última década, los países de América Latina han avanzado mucho en términos de reducción de la pobreza y disminución de la desigualdad. Y buena parte de esos avances pueden atribuirse a las mujeres. Si no hubiera tantas mujeres trabajando, la pobreza extrema en la región sería un 30 por ciento más elevada en el 2010”. Y este desarrollo no se debe solamente al hecho de que haya más mujeres trabajando, sino a un aumento de la productividad, es decir, las mujeres son más trabajadoras que los hombres.
Esto no significa, por supuesto, que el avance de las mujeres se esté dando solamente en América Latina. “Hablando seriamente”, escribió Quentin Pell el domingo pasado en el Financial Times, “nadie pone en disputa que Angela Merkel es hoy la política más poderosa en Europa”. La revista Forbes la ha declarado la segunda persona más poderosa en el mundo, siendo el presidente Obama el primero”. A lo que yo añadiría que la diferencia entre Obama y Merkel se debe más al tamaño del país que gobiernan que a la capacidad de ambos como gobernantes.
Y si el éxito político de Merkel es admirable, no lo es menos el sacrificio y la voluntad de servir como agente de cambio de las mujeres de la “Primavera Árabe” que se atreven a cuestionar a la autoritaria autoridad en sus respectivos países, como ha escrito Simon Kuper en el FT. O el de las “Damas de Blanco” en Cuba, que con sus ramos de flores fustigan y condenan a la dictadura de los hermanos Castro sin amedrentarse ante las turbas hostiles manipuladas por los servicios de seguridad cubanos.
La gran paradoja es que, a pesar de la evidencia, las imperdonables desigualdades de género persisten en el 2012: el pago a las mujeres sigue siendo menor al de los hombres, en ciertos países los niños tienen más oportunidades para educarse, las políticas de control de la población conducen al infanticidio femenino y la industria de la trata de mujeres sigue creciendo, etc. Así las cosas, lo que habría que preguntarse es esto: ¿cuándo entenderán los países machistas que la torpeza de su trato a las mujeres retrasa el progreso del mundo entero?
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