Por Elsa I. Pardo
Publicado en radionovainternacional.com
12/23/12
12/23/12
No podemos hablar de Navidad sin pensar en las fiestas, los regalos y la decoración navideña. Aún en estos tiempos difíciles, cuando llegan estas fiestas, nos llenamos de esperanza y optimismo. El espíritu navideño nos hace acercarnos más a los demás y ese espíritu infantil que dejamos a un lado el resto del año, se apodera de nosotros. Y qué mejor forma de hacerlo que reunir a toda la familia para celebrar el nacimiento del niño Jesús, la llegada de Santa Claus o el Día de Reyes. Para los niños, son momentos de magia y fantasía.
De niña fui muy feliz y mis Navidades, muy abundantes. Siempre esperaba la Navidad porque Santa Claus me traía muchos juguetes. Recuerdo que durante una Navidad, con sólo 5 años de edad, mi mamá y yo pasamos la Navidad en el interior de Panamá, en la casa de mi abuela, bisabuela y otros familiares. Aquel día 24 de diciembre, los niños nos acostábamos temprano para que Santa Claus viniera a dejarnos juguetes durante la noche. Al día siguiente, por la mañana, allí estaban los regalos. Como de costumbre, recibí muchísimos regalos. Durante esa linda mañana, mi mamá salió un rato a saludar y felicitar a una vecina, mis abuelas estaban ocupadas en la casa y mis primos y yo estábamos jugando. Fue tanta mi alegría, que tuve una ocurrencia. Me llevé todos los juguetes al patio que era grande y llamé a todos los niños que vivían alrededor de la casa y empecé a repartir todos mis juguetes, hasta quedarme con una muñeca que fue la que más me gusto. En el momento de la repartición, llegó mi madre y en vez de molestarse, se sorprendió y se echó a reír, al ver mi inocencia y desprendimiento que vamos perdiendo a través de los años. Ambas nos reímos juntas por la satisfacción de dar al más necesitado en una fecha tan importante. Esa es la Navidad, amar, regalar, compartir y celebrar.
De niña fui muy feliz y mis Navidades, muy abundantes. Siempre esperaba la Navidad porque Santa Claus me traía muchos juguetes. Recuerdo que durante una Navidad, con sólo 5 años de edad, mi mamá y yo pasamos la Navidad en el interior de Panamá, en la casa de mi abuela, bisabuela y otros familiares. Aquel día 24 de diciembre, los niños nos acostábamos temprano para que Santa Claus viniera a dejarnos juguetes durante la noche. Al día siguiente, por la mañana, allí estaban los regalos. Como de costumbre, recibí muchísimos regalos. Durante esa linda mañana, mi mamá salió un rato a saludar y felicitar a una vecina, mis abuelas estaban ocupadas en la casa y mis primos y yo estábamos jugando. Fue tanta mi alegría, que tuve una ocurrencia. Me llevé todos los juguetes al patio que era grande y llamé a todos los niños que vivían alrededor de la casa y empecé a repartir todos mis juguetes, hasta quedarme con una muñeca que fue la que más me gusto. En el momento de la repartición, llegó mi madre y en vez de molestarse, se sorprendió y se echó a reír, al ver mi inocencia y desprendimiento que vamos perdiendo a través de los años. Ambas nos reímos juntas por la satisfacción de dar al más necesitado en una fecha tan importante. Esa es la Navidad, amar, regalar, compartir y celebrar.
¡Esa fue mi mejor Navidad!
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