6 dic 2013

HIRAM GONZALEZ: El lobo de la Caperucita Roja


Publicado el jueves, 12.05.13 en El Nuevo Herald

Como conocemos el monstruo sabemos que todo lo que permite o hace el régimen cubano tiene un solo propósito que no es otro que tratar de mantener los privilegios que conlleva el poder absoluto, por lo tanto tenemos que preguntarnos por qué razón permite la entrada y salida de conocidos opositores que han recorrido medio mundo denunciando al régimen?
La respuesta es muy sencilla.

Como necesitan apuntalar su sistema en quiebra han diseñado lo que nosotros llamamos “el tete de Raúl” o “el lobo de la Caperucita Roja”, como se hace con los recién nacidos para tranquilizarlos y con los ingenuos para engañarlos, que ha permitido el desarrollo limitado de los llamados cuentapropistas, o mejor dicho, del capitalismo que tanto odian, para dar una esperanza de prosperidad que nunca se materializará; porque el Estado tiene una espada de Damocles sobre sus cabezas para evitar su crecimiento con impuestos y regulaciones, porque temen que su desarrollo ilimitado debilite al estado totalitario, y que decenas de opositores salgan del país para que se entretengan como turistas, algunos vistiendo ropas de última moda y peinados de peluquería, y reciban halagos de la comunidad internacional y del presidente de este país, quienes nada han hecho ni harán para liberarnos otra cosa que no sea darles palabras de apoyo y algún que otro premio, que no ayudan en un ápice a la lucha por la libertad de nuestro país. Y para echar vinagre a nuestra herida, acaban de nombrar a Cuba miembro del Comité de Derechos Humanos de la ONU.
La otra razón que está detrás de esos cambios es dar la impresión de que el régimen es tolerante con los que se le oponen y dar la esperanza de que un cambio hacia la democracia está en camino, mientras en Cuba continúan golpeando y reprimiendo a la oposición.
La lucha armada, que aunque moralmente está bien justificada en contra de los regímenes dictatoriales, está descartada contra el totalitarismo comunista debido a la ausencia de una sociedad civil y de una justicia independiente del Estado, al control económico que ejerce sobre la población y al uso despiadado de una represión sangrienta.
¿Qué hacer ante ese escenario?
La respuesta parece muy difícil de contestar pero es muy fácil si ponemos atención a las palabras que pronunció Engels: “El hombre primero busca donde dormir, comer y vestirse y después se ocupa de la religión y la política”.
Eso es exactamente lo que debemos hacer. Organizar al pueblo para que en vez de exigir cambios políticos que lo atemorizan, reclame en las calles la solución de los problemas sociales que afectan a todos los ciudadanos sin excepción, como la falta de viviendas, de agua y de electricidad, de medicinas, de higiene hospitalaria, de salarios dignos y de otros problemas que genera el sistema político imperante.
Las exigencias políticas vendrán por decantación propia y el camino hacia la democratización del país se abrirá ante la incapacidad del régimen de resolver las demandas sociales, el desastre económico, la genética, y la disidencia que está surgiendo dentro de la nomenclatura y el pueblo comprenda que la protesta cívica es un derecho y no un delito.
Es necesario que la oposición, que de vez en cuando da manotazos a ciegas, producto de la pasión y la impaciencia, abrace un plan estratégico nacional como el que el delegado Nacional de la Fundación Frank País, José Alberto Álvarez Bravo, está dando a conocer dentro de Cuba a través de los seminarios Gene Sharp, que entre otras cosas aconseja lo siguiente cuando se participa en una protesta cívica:
No tengan en su poder direcciones o teléfonos de amigos o colaboradores. No insulten, no hagan gestos hostiles, ni groseros. Entonen estribillos previamente seleccionados como: ¡Queremos viviendas! ¡Queremos medicinas!, etc., o canten el himno nacional
Ante el intento del régimen de dispersar la manifestación nunca corras; al contrario, siéntate en el suelo con las manos cruzadas sobre el pecho.
No ofrezcas resistencia al arresto; al contrario, coopera. Una vez detenido por la policía, grita tu nombre para que todos lo sepan y puedan hacer campaña para tu liberación.
Cuando te interroguen no te dejes llevar por sus provocaciones verbales y su violencia. No discutas. Contestas sus preguntas con calma, sin groserías, ni insultos.
Cualquiera que incite a cometer actos de violencia física o verbal debe ser expulsado del grupo por indisciplina o por ser probablemente un agente del régimen.
Es muy importante que los manifestantes no lleven collares, relojes, espejuelos, el pelo suelto ni nada con que la policía pueda halarlos.
Coordinador general.
www.FundaciónFrankPais.org


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