El fallecimiento ayer de Nelson Mandela, una persona ejemplar que predico la resistencia pasiva, la unión entre todos, y la reconciliación entre enemigos, nos lleva a meditar sobre Cuba. Anticipo que algunos utilizaran el recuerdo de la transformación de Sudáfrica de un país donde existía una segregación racial, apartheid, represión brutal sobre los de raza negra y control de la economía por los blancos a uno con integración racial y elecciones libres, para defender una postura con vista a la problemática Cubana. Mucho se critica al exilio histórico, de ser vengativo, de negarse a un dialogo con los Castro y de dejarse llevar por ideas anticuadas y deseos de violencia. El exilio al que pertenezco dejo de ser histórico, desde el momento que los que comenzaron a arribar a este País, en su mayoría, vienen en busca de fortuna más que de libertad. Nosotros en realidad somos el exilio verdadero, a diferencia de los inmigrantes actuales. Es un error de los que nos critican, que por nuestra edad ya no tienen valor ni peso nuestras palabras. Si sacrificamos vidas, sufrimos prisión, dejamos fortuna y familia y nos mantenemos con una oposición férrea hacia los Castro es por ideales y por desear que nuestra Patria de nacimiento regrese a ser algún día un ejemplo mundial de progreso como la que vivimos. La educación, moral, libertad de expresión, amor familiar, religiosidad, y cultura con las que nos criaron y que vivimos, nunca será histórica ni perecerá. Esta grabada en nuestros hijos y nietos y regresara tarde o temprano a Cuba, y aunque pasen generaciones, el cubano regresara al individuo alegre, trabajador, honesto, familiar y religioso que siempre fue y cuya semilla todavía, a pesar de los Castro, persiste en ellos. Acercamiento con los tiranos, jamás. Ni a ellos ni a nosotros nos interesa. Reconciliación, paz, acercamiento con los que nos apresaron, insultaron, nos robaron propiedades, entre otras injurias, se aceptaran después de expresiones de arrepentimiento. Esto está probado en este momento donde los que nos llamaban gusanos, viven en paz en este País y reciben de los exilados más ayuda que desprecio. En Sudáfrica la reconciliación y el perdón fueron a través de un proceso de confesión de pecados por ambas partes. Requirió no solo de un hombre especial como Mandela sino de unos Presidentes como Botha y después De Klerk que lo liberaron, declararon al partido del Congreso Nacional Africano legal, declararon la separación de razas ilegal y se forjo una nueva Constitución. El pueblo mayoritario negro eligió a uno de su raza, Mandela, Presidente. Este, dando un ejemplo de su amor hacia un sistema democrático, a diferencia de otros líderes Africanos, rehusó su posible reelección. No fue fácil, radicales de ambas partes prosiguieron la violencia pero tanto Mandela como De Klerk se mantuvieron firmes en su deseo de paz y reconciliación. Lo que nos diferencia de Sudáfrica, es la ausencia de líderes como Botha y De Klerk que vieron la realidad de su País y comenzaron el proceso de cambio. A pesar de lo inhumano del sistema el gobierno era una democracia parlamentaria con posibilidad de cambio. En Cuba estamos sufriendo una especie de régimen monárquico en los Castro. Mas que un Mandela se necesita un levantamiento popular con un apoyo de los nuevos pinos de las fuerzas armadas que termine de una vez con los tiranos. El problema y la solución no está en el exilio sino allá en Cuba y la unión entre todos entonces será factible.
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