ROSA TOWNSEND: El giro acertado de Obama
10/01/2014 2:00 PM
10/01/2014 6:43 PM
El presidente parece haberse dado cuenta de que la valentía es el único antídoto contra el yihadismo. “Con ellos no se negocia. Sólo entienden el lenguaje de la fuerza”, dijo Obama en un discurso memorable ante la ONU en el que reafirmó sin dar rodeos el liderazgo de EEUU. ¡Por fin!
Palabras que estuvieron precedidas horas antes por bombas sobre Siria, para no dejar dudas de que esta vez va en serio. De momento lograron borrar la imagen de un presidente dubitativo y débil. Y aunque es pronto para saber si se trata de una verdadera mutación política, sin duda Obama ha dado un primer paso acertado. Eso sí, hacia un camino repleto de desafíos inciertos, entre otros: ¿quién va a poner las necesarias tropas en tierra? o ¿qué papel juega Irán en todo esto?
¿Y cómo se bombardea una ideología? Es imposible. Hay que arrancarla de las mentes y los corazones en los que lleva –literalmente— cientos de años echando raíces. Ese es el gran reto de esta guerra asímetrica, global y larga. Guste o no volvemos a un conflicto de años en el que el territorio de EEUU no es immune a atentados. Con explosivos o con ideas, tan o más peligrosas, dado que pretenden doblegar voluntades y guiarnos a un suicidio de los valores judeocristianos que cimentan las sociedades occidentales.
En el frente ideológico musulmán les corresponde a los propios líderes del Islam “bombardear” mensajes de moderación para combatir el extremismo. Obama, por primera vez, se dirigió a ellos con contundencia en la ONU: “Ya es hora de que el mundo, especialmente las comunidades musulmanas, rechacen explícitamente y con fuerza la ideología de organizaciones como Al Qaeda y ISIL”.
A menos que se produzca ese rechazo, Occidente nunca ganará en el choque de civilizaciones que estamos viviendo. Los primeros países musulmanes que deben tomar nota son Arabia Saudita y Qatar. Ambos notables financiadores del salafismo radical, que ahora por interés o miedo se han unido a la coalición de EEUU para atacar a ISIL en Siria. [ISIL es otro acrónimo para ISIS].
Dicha coalición de cinco aliados del islam sunita ha sido un éxito diplomático de Washington. Porque una cosa es firmar un documento de apoyo a las operaciones bélicas de EEUU y otra aportar aviones de combate, pilotos, etc., como han hecho Bahrein, Jordania, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos. Este último además ha contribuido con una mujer piloto, un gesto de gran simbolismo frente a los burkas (físicos y mentales) que aplastan los derechos y la dignidad femenina.
La coalición sin precedentes de aliados sunitas desmonta además el principal argumento de captación usado por los terroristas, de que “EEUU está en guerra contra el islam”. Frente a esa gran mentira propagandística se alza la gran verdad: que estamos en guerra contra un enemigo que no respeta la vida, ni la muerte; que quiere imponernos una sociedad en la que todo está prohibido, menos callarse.
El temor a que esa salvaje cosmovisión del Califato llegue a degüello “to a place near you” —aquí, en Europa, en todo Oriente y el resto del mundo— ha aunado voluntades de más de 60 países aliados. Cierto es que de momento sólo una minoría se han metido de lleno en la guerra, pero es muy previsible que muchos otros lo hagan si el yihadismo se sigue extendiendo.
En este preocupante escenario hay un actor clave que está muy calladito: Irán. Los ayatollas juegan hábilmente sus cartas, sabedores de que poseen la llave para desbloquear la situación en Siria e Irak. Y ya han advertido que no nos la van a entregar a menos que nosotros les cedamos la llave nuclear. El presidente iraní, Rouhani, lo insinuó claramente en su discurso en la ONU.
De hoy al 24 de noviembre se despejarán dudas en ese frente, fecha señalada para llegar a un acuerdo nuclear con Irán. Es fácil imaginar el quid pro quo de Irán en la negociación: “Si nos dejáis proseguir con nuestro bienintencionado programa nuclear, estaremos encantados de presionar a nuestros amigos en el gobierno chiíta de Bagdad para que incluyan a sunitas y así las tribus cesen de apoyar a ISIS. Y también llamaremos a Assad para que forme un gobierno inclusivo y convoque elecciones libres”.
Qué gran peligro si Obama cayera en la tentación de los mercaderes persas. Es una gran tentación porque en teoría podría aplacar Oriente Medio el tiempo suficiente para que el legado de Obama no quedara muy manchado.
Pero quedaría mucho más limpio si la valentía exhibida por el presidente en la ONU la extendiera también a Irán. Y a Rusia. Y a China. Y por supuesto a todos los yihadistas y demás profetas de la barbarie.
La determinación de luchar es el arma más letal de los terroristas islámicos. Por eso avanzan tan deprisa, porque al arrojo y la ideología no los exterminan ni las bombas atómicas. Sólo se pueden combatir con una dosis superior de coraje. Por eso albergo esperanzas en el giro de Obama. Rectificar es de sabios. Más vale tarde que nunca.
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