Las cinco noticias que marcaron a Estados Unidos en 2014
Desde la regularización de indocumentados a la normalización de relaciones con Cuba
SILVIA AYUSO Washington 31 DIC 2014 - 20:07 CET
Cuba, Irak y Afganistán marcaron la agenda internacional del gobierno de Barack Obama. En EE UU, el presidente desafió a la oposición republicana, que le derrotó en las elecciones parlamentarias con la regularización temporal de hasta cinco millones de indocumentados. Otra minoría, la afroamericana, vio en este 2014 cómo se reavivaban conflictos raciales que parecían superados tras la elección de Obama en 2008.
Cuba, el cambio aplaudido por el mundo
El 17 de diciembre de 2014 ya tiene un hueco en la historia. Ese día, sin previo aviso, el presidente Barack Obama anunció el restablecimiento de relaciones con Cuba. Desde La Habana, el mandatario Raúl Castro confirmaba al mismo tiempo en otra alocución televisada el deshielo bilateral tras más de medio siglo de enfrentamiento. La noche anterior, ambos cerraron los detalles en una conversación telefónica de casi una hora. Era la primera vez en más de medio siglo que un presidente en activo de EE UU y otro de Cuba conversaban oficialmente. La Guerra Fría cerró ese día uno de sus últimos capítulos. La normalización de relaciones, con el objetivo declarado de abrir sendas embajadas, no supone el final del embargo económico impuesto a Cuba desde los años 60. Eso solo está en manos del Congreso de EE UU. Pero el primer paso está dado yObama y Castro han recibido el aplauso unánime del resto del mundo.
Irak y Afganistán, las guerras inacabadas
El 28 de diciembre en Kabul, el comandante John Campbell arrió ceremoniosamente la bandera verde de la coalición internacional liderada por EE UU que durante 13 años luchó contra los talibanes.“Nuestra misión de combate en Afganistán está acabando, y la guerra más larga de la historia estadounidense está llegando a un fin responsable”, declaró Obama. El hecho de que EE UU se haya visto obligado a mantener una presencia militar hasta finales de 2016 -más de 11.000 soldados en 2015 y aproximadamente la mitad el año siguiente- es una muestra de que no es tan fácil colocar el cartel de “misión cumplida” al conflicto que ha dejado más de 2.000 soldados estadounidenses muertos y cientos de miles más -800.000 entre Afganistán e Irak- con heridas físicas o psíquicas que marcarán el resto de sus vidas. Una situación que se replica en Irak. Obama declaró oficialmente el fin de la guerra en 2011. Pero tres años más tarde, hasta 3.000 militares estadounidenses han regresado al país,aunque oficialmente no realizan operaciones de combate. Además, la fuerza aérea de EE UU lidera los ataques aéreos en Irak y Siria contra la nueva amenaza regional, la de los extremistas del autoproclamado Estado Islámico cuya brutalidad evidencian las decapitaciones de rehenes perpetradas en este 2014, entre ellos los de dos periodistas y un cooperante estadounidense.
El desafío migratorio de Obama
Para los que en EE UU llevaban años reclamando una reforma migratoria que ofrezca una salida legal a los más de 11 millones de indocumentados que viven en el país, el 20 de noviembre de 2014 marca un antes y un después. Ese día, el presidente Obama anunció una serie de acciones ejecutivas -decretos y otras medidas unilaterales- por las que hasta cinco millones de sin papeles podrán evitar la deportación y obtener un permiso laboral al menos durante los próximos tres años. Todo ello sin apoyo de un Congreso al que Obama reclamó durante años que actuara. La mayor regularización de indocumentados en más de tres décadas -el antecedente más significativo es la que realizó Ronald Reagan en los 80, y la medida no benefició a más de tres millones de personas- fue celebrada por los grupos que llevan años exigiendo una política que afronte la realidad de un país de demografía cambiante. A la oposición republicana le sirvió para confirmar sus denuncias de que Obama actúa como un “emperador” sin tener en cuenta a la rama legislativa. Revertir por esta vía la mayor parte de las acciones migratorias del presidente es uno de los objetivos declarados de los conservadores para 2015.
Ferguson, el símbolo de una tensión racial no superada
El nombre de esta pequeña localidad de San Luis, Misuri, se ha convertido en el símbolo de la discriminación racial, un problema que muchos en EE UU creían superado tras la elección del primer presidente negro de su historia. La muerte en agosto del adolescente afroamericano desarmado Michael Brown a manos de un policía blanco que no deberá responder por ello ante la justicia destapó una realidad demasiado presente aún en el EE UU del siglo XXI. Porque no fue solo Michael Brown. Semanas antes en Nueva York Eric Garner, un padre de familia afroamericano, también desarmado, moría a causa de una llave de estrangulamiento prohibida que un agente, de nuevo blanco, le aplicó durante su arresto policial por vender cigarrillos en la calle. En noviembre, en Cleveland, Tamir Rice, un niño afroamericano de 12 años, también fue abatido por un policía que creyó que la pistola de aire comprimido del pequeño era real. Tras meses de protestas, en ocasiones violentas, la Casa Blanca prometió una revisión de protocolos y un mejor entrenamiento de la policía. También se está revisando un sistema judicial que castiga más a los negros que a los blancos por delitos similares.
Las elecciones legislativas que hacen más difícil gobernar EE UU
Las elecciones parlamentarias del 4 de noviembre devolvieron al opositor Partido Republicano el control en las dos cámaras del Congreso que no habían tenido durante los últimos ocho años. Y se lo dieron con el mayor número de escaños de las últimas décadas. La pérdida de la mayoría en el Senado fue un golpe para los demócratas de Obama, quienes durante los últimos años lograron con su fuerza en la cámara alta frenar los insistentes ataques republicanos a políticas del presidente como la reforma sanitaria. La victoria republicana permitirá a la oposición volver a intentar revertir políticas de Obama, entre otros sus medidas migratorias unilaterales. Al mismo tiempo, pone a prueba al partido que perdió la Casa Blanca en 2008: deberá demostrar que es capaz de gobernar, con las miras a recuperar la presidencia en 2016.
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