21 may 2010

La muerte en Dos Ríos


De tu ardoroso pecho, en plena tarde,

De improviso emergió la rosa roja,

Y en tu frente resaltó la refulgente estrella

Y una llama de amor cerró tus ojos.


¿De dónde ese aletear de golondrinas?

¿Y ese perfume a rosas blancas sin espinas?

¿Por qué ese silencio que crece en la manigua?

¡Es la patria, Maestro, que llora tu partida!


al pronunciar tu nombre en lúgubre susurro,

Se estremecen de llanto los luceros,

Los campos de la tierra que tú amabas,

Hoy teñidos de sangre, gritan su desconsuelo.


¡Cuba llora por ti, querido Apóstol!

¡Las cadenciosas liras cantan ya tus poemas!

¡Y un rayo de luz atraviesa los campos de Dos Ríos:

Esplendoroso y blanco, y como el mármol, duro y frío!


Martha Pardiño

Mayo 19, 2010

1 comentario:

Martha Pardiño dijo...

Mil gracias, Elsita, por poner mi poesía en tu Blog.

La desdichada muerte de nuestro Apóstol sumió a Cuba en la tristeza.

Un abrazo,

Martha Pardiño

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