Por Martha Pardiño
El apartamento que nos prestaron nuestros amigos está a media cuadra de Broadway, a unas cuadras de la 5ta. Avenida, a unas cuadras del Central Park, a unos pasos de los mejores restaurantes, tanto newyorkinos como chinos, japoneses, tailandeses, mexicanos, en fin para escoger. Y la famosa pizza neoyorkina que es deliciosa.
También teníamos el Subway casi a la entrada del apartamento y en el fuimos a Times Square y cogimos los tours en esos ómnibus que no tienen techo y que te llevan a los principales puntos de la ciudad, te bajas, y después puedes volver a montarte en las guaguas de la misma línea. Ahora paso a decirles nuestras impresiones.
El Metropolitan Art Museum. Buenísimo, como para pasarse en él un día entero.
La Estatua de la Libertad, imponente. La admiramos pero no llegamos a subir porque Alberto tiene vértigo de altura y de solo pensarlo le dieron mareos. Ese día había un frío y una ventolera tremendos.
El Empire State Building, precioso, pero tampoco subimos. Nos iba explicando el guía los nombres de los rascacielos, la fecha en que fueron construidos, etc., etc.
Wall Street: impresionante, nunca vimos hombres y mujeres tan bien vestidos con sus abrigos largos, guantes y sus sombreros de paño. Tampoco en mi vida vi tanta gente caminando con tanto apuro por las calles.
Otro día nos dedicamos a caminar el Barrio Chino, El Sojo, Little Italia, donde almorzamos y casi de noche nos comimos un perro caliente y un café quemante porque la llovizna y el viento nos viraron el paraguas al revés y decidimos coger el Subway e irnos para el apartamento.
Que decirles de la quinta Avenida, de las vidrieras, de las tiendas. Allí convencí a Alberto para meternos en una tienda para comprar aunque sea una chalina de recuerdo. Bonita tienda, muy bien surtida, preciosas dependientes…pero para mí, El Encanto era más bonito. Terminé no comprando nada pues vi un pañuelo de seda que me gustó mucho y cuando ví el precio en la etiqueta costaba $125.
En el Parque Central había un frío de armas tomar. Creo que estuvimos 15 minutos.
Visitamos la Zona Cero, fuimos al cine, oímos misa en la Catedral Saint Patrick, y de verdad que New York es una ciudad grandiosa para visitar. Todas las noches nos acostábamos agotados.
El penúltimo día de nuestra visita, caminando, nos fuimos hasta Harlem y de regreso hasta la 5ta Avenida. Y pueden creer que paseando por la Quinta Avenida de New York, en medio de todos esos rascacielos, de las miles de tiendas, de toda la muchedumbre, con abrigos, gorros guantes, niños, jóvenes y viejos, A MI SE ME SALIERON LAS LAGRIMAS PENSANDO QUE HABIA DEJADO MIS PLANTAS DE MENTA, MEJORANA, ALBAHACA, TILO, Y LAS MARIPOSAS QUE YA ESTABAN FLORESCIENDO, AQUÍ EN MIAMI Y SENTI UNAS GANAS TREMENDAS DE VOLVER A MI CASITA Y A ESTE CALOR QUE TANTO CRITICO A VECES PERO QUE TANTO EXTRAÑAMOS. NO HAY NADA COMO MIAMI, DESPUES DE CUBA.
1 comentario:
Gracias Elsa por poner mi escrito en tu blog.
Sigo pensando que New York es fantástico...pero no viviría allí por nada del mundo.
Me gusta el ritmo de Miami, este pueblo en el cual comenzamos de nuevo cuando abandonamos Cuba, y donde han nacido nuestros hijos y nietos.
Un abrazo,
Martha Pardiño
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