A lo largo de su carrera sirvió como asesor de contenido editorial
y diseñó para infinidad de diarios y revistas en América Latina.
Evocando un infausto Recuerdo
Por: Maria Teresa Villverde Trujillo
Carlos M. Castaneda, Periodista Ejemplar
Publicado en el Nuevo Herald de Miami al día siguiente de su fallecimiento en Lisboa, Portugal..
El periodista cubano Carlos M. Castañeda, editor emérito de El Nuevo Herald, maestro de tres generaciones y figura legendaria de la prensa iberoamericana, murió ayer en Lisboa, Portugal. Tenía 70 años.
Fue mucho más que un colega. Fue mi maestro y mi amigo'', comentó Alberto Ibargüen, presidente de la junta directiva de The Miami Herald Publishing Company.
Su repentina muerte conmocionó a familiares, amigos y colegas que hasta hace apenas unos días compartían el tesoro de su jovial y enérgica presencia. Para sus compañeros de El Nuevo Herald y The Miami Herald significa la pérdida de una fuerza inspiradora y rectora cuyas generosidad, erudición y pasión periodística imponían el más familiar y estricto respeto.
La vida de Carlos estuvo regida por la fe, el periodismo, la familia y su inagotable amor por Cuba'', dijo Humberto Castelló, director de El Nuevo Herald. ``Ha sido mi faro y modelo por muchos años. Ahora será como esa mágica luz que ilumina más cuando se apaga: la luz del pensamiento. Su mejor legado es transmitirnos su pasión por la vida y tener la convicción de que nuestros principios sean justos para ser inflexibles con ellos''.
Para Ibargüen Castañeda fue uno de los periodistas más influyentes de América Latina en los últimos 50 años. Precisó que su legado permanecerá vivo durante mucho tiempo en los corazones de sus colegas en la región, especialmente entre los de El Nuevo Herald y El Nuevo Día.
No tengo palabras para expresar lo que esto significa para mí'', dijo Ibargüen. ``Eramos amigos antes que le pidiera hacerse cargo de El Nuevo Herald, y fuimos grandes amigos mientras trabajamos juntos''.
Trabajador infatigable y perfeccionista, la influencia profesional de Castañeda se extendió por cuatro décadas a lo largo y ancho de las Américas.
Carlos era un genio periodístico. Creo que el periodista más importante de América Latina, adelantado a su época'', dijo José Luis Díaz de Villegas, pintor y diseñador gráfico que trabajó con Castañeda por más de dos décadas en Puerto Rico.
Castañeda fue uno de los creadores del concepto inicial de El Nuevo Herald (entonces llamado El Herald) que salió a la calle en 1976 como un suplemento en español de The Miami Herald. Veintitrés años después tomaría la dirección del periódico hasta finales del 2001, afirmando su posición como principal medio de prensa hispano de Estados Unidos.
Ibargüen indicó que en 1998 acudió a Castañeda para conseguir que El Nuevo Herald adquiriera un perfil diferente a The Miami Herald.
Me dijo que ya había alcanzado todas sus metas, menos una: fundar un periódico en una Cuba democrática'', recordó Ibargüen. 'Yo le respondí: `Hay otra meta que yo te ofrezco: crear un periódico en español en Miami con absoluto control sobre su dirección que no fuera a confundirse con The Miami Herald' ''.
Aceptado el reto, Castañeda le dio en pocos meses una inconfundible identidad a El Nuevo Herald, uno de los pocos periódicos nacionales que mantiene un estable ritmo de crecimiento. En su haber traía una historia de éxito en Puerto Rico, donde creó El Nuevo Día y lo dirigió de 1970 a 1990. Bajo su tutela, ese diario se convirtió en un gigante con ganancias multimillonarias y una intachable autoridad moral en la compleja sociedad puertorriqueña.
Carlos sabía de todo lo que se debe saber de un periódico, desde sus entrañas mecánicas hasta el último resquicio para enganchar al lector. Sabía mejor que nadie lo que es noticia y lo que engancha a un lector. Sus marcas de fábrica fueron la excelencia y el éxito de ventas'', comentó Gloria Leal, directora asociada de El Nuevo Herald, quien ha trabajado a su lado por 30 años en El Nuevo Día, La Prensa de Panamá y este periódico.
Luis Alberto Ferré, director de El Nuevo Día, rememoró los días de su infancia en que visitaba la redacción del diario, propiedad de su familia. Entonces quedaba maravillado ante Castañeda, sentado en su atiborrado despacho, entre reglas, fotografías, lápices y legajos, siempre envuelto en el humo de su sempiterno tabaco.
Imágenes que se fueron quedando en mí y nutriendo el interés de ese mundo fabuloso de las fotos, la producción, la tinta y el dinamismo. . . Para él, un día noticioso era un espectáculo de crear la criatura, de armar el muñeco. Y con esa pasión e ilusión de niño hacía un periódico''.
Carlos M. Castañeda Angulo nació en La Habana, el 8 de febrero de 1932, en una familia de clase media. De muy pequeño, solía hacer periódicos manuscritos en grandes libros de contabilidad. A los 14 años, comenzó a informar sobre los juegos de béisbol y baloncesto para el vespertino Avance y el semanario Cuba Deportiva. Un año después escribía cada lunes una columna sobre temas generales en el diario Alerta. A su vez, conseguía mantener año tras año un primer expediente como alumno del Colegio La Salle.
Cuando matricula periodismo en la Universidad de La Habana, en 1949, ya es una figura conocida en los medios habaneros, con una participación diaria como comentarista deportivo en el programa radial La Voz del Aire. Durante esa época universitaria trabajará también en el periódico El Mundo y en el programa televisivo El Mundo en Televisión. En 1954, vendrá con una beca de un año a la escuela de periodismo de la Universidad de Missouri.
Cuando regresó graduado, siguió en El Mundo. . .'', dijo Luis Botifoll, entonces director de ese diario. ``Como periodista es algo extraordinario. Los hechos lo han demostrado. Su ejecutoria es su mejor referencia''.
La turbulencia política de la década de los 50 es el marco en que Castañeda se forja como una voz independiente, progresista y veraz. En 1954 entra en Bohemia, una revista semanal que cobijó a los mejores periodistas y escritores de aquel tiempo y tuvo una decisiva influencia en la vida de la nación.
El veterano periodista Agustín Tamargo lo recuerda como un ''redactor estrella'', con su impecable lazo y su inconfundible e invariable estilo.
"Un maestro absoluto", comentó Tamargo. "Uno de los gigantes del periodismo desde el punto de vista técnico, profesional".
Al triunfo de la revolución de Fidel Castro en 1959, Castañeda es ya un consumado periodista, famoso por la agudeza y originalidad de sus reportajes, galardonado dos veces con el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez. En ese momento, Bohemia lo designa para cubrir las actividades de Castro.
''Ambos fuimos juntos en el primer viaje que hizo Fidel a Estados Unidos: Carlos como reportero y yo como funcionario'', dijo el analista político Ernesto Betancourt, quien fuera su condiscípulo universitario. ``Creo que es uno de los primeros periodistas cubanos de su generación. Ninguno ha tenido un éxito tan grande en ese sentido, de repercusión internacional''.
Tras su salida al exilio en 1960, Castañeda se incorporó al equipo de Bohemia Libre, en Nueva York. Por tres años fue su corresponsal en Washington, D.C., y América Latina. A partir de 1964 ocupó diferentes posiciones en la revista Life en Español, llegando a ser nombrado subdirector.
En 1970, el empresario puertorriqueño Antonio Luis Ferré contrató a Castañeda para fundar El Nuevo Día, en San Juan. Hasta entonces, la publicación se editaba en la ciudad de Ponce como El Día. En unos pocos años, el periódico se impuso con un concepto de ''revista diaria'', visualmente atractiva, con excelente material fotográfico, y artículos concisos y bien editados.
Con magistral discreción y mano firme, Castañeda construyó un periódico moderno, independiente, económicamente exitoso y con una sorprendente capacidad para velar por los intereses ciudadanos. Una de sus características fue abrir las páginas editoriales a todo el espectro político y a la intelligentsia puertorriqueña.
En su despacho, después del cierre, podía encontrarse en amena charla lo mismo a anexionistas, independentistas o estadolibristas, debatiendo civilizadamente los asuntos de la isla.
Rubén Berríos, presidente del Partido Independentista de Puerto Rico, calificó a Castañeda como un buen amigo, un ser humano excepcional, periodista extraordinario y, más que todo, ``un patriota antillano a carta cabal''.
''Para Carlos, como para Martí, no había mar entre Cuba, Quisqueya y Puerto Rico'', dijo Berríos.
El éxito alcanzado por Castañeda en El Nuevo Día tuvo una notable repercusión en América Latina y Estados Unidos. Desde 1974 asesoró y contribuyó a crear más de una veintena de importantes diarios. La muerte lo sorprendió cuando todavía aportaba su experiencia a varios proyectos periodísticos.
Su compromiso con los valores democráticos y, en particular, el de la libre expresión, lo llevó a participar activamente en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Fue un miembro prominente del Comité por la Libertad de Prensa de esta organización, dedicado a denunciar la censura en la región.
''Carlos fue apasionado en su defensa de la prensa, a la que vio como el instrumento perfecto de la democracia y el intercambio de ideas'', indicó Julio E. Muñoz, director ejecutivo de la SIP.
En su larga y fructífera trayectoria, Castañeda acumuló honores de las principales organizaciones de prensa. Asimismo condujo seminarios y ofreció conferencias en instituciones de Estados Unidos, América Latina y Europa.
Su cotidiana dedicación a las tareas de la redacción estaba ligada a su visión cristiana del trabajo y la sociedad, así como a su inclaudicable voluntad de servicio.
''Puedo decir que es amigo, servidor de la iglesia, de fuertes convicciones religiosas. Alguien siempre dispuesto a servir las causas nobles'', comentó monseñor Emilio Vallina, párroco de la Iglesia San Juan Bosco, en Miami.
A pesar de su ajetreado quehacer, Castañeda fue un abnegado padre de familia y un amigo atento, que atraía por igual la compañía de dignatarios y artistas, de eminentes escritores y bisoños estudiantes de periodismo, de políticos renombrados y lectores anónimos.
''Para mí ha sido una noticia demoledora. Era un hombre entusiasta y emprendedor, muy sabio en lo que hacía: un periodista mayor'', indicó desde Londres el escritor Guillermo Cabrera Infante.
Viajero incansable, dotado de una curiosidad sin fronteras, Castañeda enfermó súbitamente el domingo en Lisboa, donde estaba de vacaciones con su esposa Lillian García y su hija Aileen. Ingresado de urgencia en el Hospital da CUF-Descobertas, poco después se le presentó un cuadro clínico irreversible. Falleció el jueves a las 5:15 a.m. Hoy viernes habrá una misa de cuerpo presente en Lisboa…
Fue mucho más que un colega. Fue mi maestro y mi amigo'', comentó Alberto Ibargüen, presidente de la junta directiva de The Miami Herald Publishing Company.
Su repentina muerte conmocionó a familiares, amigos y colegas que hasta hace apenas unos días compartían el tesoro de su jovial y enérgica presencia. Para sus compañeros de El Nuevo Herald y The Miami Herald significa la pérdida de una fuerza inspiradora y rectora cuyas generosidad, erudición y pasión periodística imponían el más familiar y estricto respeto.
La vida de Carlos estuvo regida por la fe, el periodismo, la familia y su inagotable amor por Cuba'', dijo Humberto Castelló, director de El Nuevo Herald. ``Ha sido mi faro y modelo por muchos años. Ahora será como esa mágica luz que ilumina más cuando se apaga: la luz del pensamiento. Su mejor legado es transmitirnos su pasión por la vida y tener la convicción de que nuestros principios sean justos para ser inflexibles con ellos''.
Para Ibargüen Castañeda fue uno de los periodistas más influyentes de América Latina en los últimos 50 años. Precisó que su legado permanecerá vivo durante mucho tiempo en los corazones de sus colegas en la región, especialmente entre los de El Nuevo Herald y El Nuevo Día.
No tengo palabras para expresar lo que esto significa para mí'', dijo Ibargüen. ``Eramos amigos antes que le pidiera hacerse cargo de El Nuevo Herald, y fuimos grandes amigos mientras trabajamos juntos''.
Trabajador infatigable y perfeccionista, la influencia profesional de Castañeda se extendió por cuatro décadas a lo largo y ancho de las Américas.
Carlos era un genio periodístico. Creo que el periodista más importante de América Latina, adelantado a su época'', dijo José Luis Díaz de Villegas, pintor y diseñador gráfico que trabajó con Castañeda por más de dos décadas en Puerto Rico.
Castañeda fue uno de los creadores del concepto inicial de El Nuevo Herald (entonces llamado El Herald) que salió a la calle en 1976 como un suplemento en español de The Miami Herald. Veintitrés años después tomaría la dirección del periódico hasta finales del 2001, afirmando su posición como principal medio de prensa hispano de Estados Unidos.
Ibargüen indicó que en 1998 acudió a Castañeda para conseguir que El Nuevo Herald adquiriera un perfil diferente a The Miami Herald.
Me dijo que ya había alcanzado todas sus metas, menos una: fundar un periódico en una Cuba democrática'', recordó Ibargüen. 'Yo le respondí: `Hay otra meta que yo te ofrezco: crear un periódico en español en Miami con absoluto control sobre su dirección que no fuera a confundirse con The Miami Herald' ''.
Aceptado el reto, Castañeda le dio en pocos meses una inconfundible identidad a El Nuevo Herald, uno de los pocos periódicos nacionales que mantiene un estable ritmo de crecimiento. En su haber traía una historia de éxito en Puerto Rico, donde creó El Nuevo Día y lo dirigió de 1970 a 1990. Bajo su tutela, ese diario se convirtió en un gigante con ganancias multimillonarias y una intachable autoridad moral en la compleja sociedad puertorriqueña.
Carlos sabía de todo lo que se debe saber de un periódico, desde sus entrañas mecánicas hasta el último resquicio para enganchar al lector. Sabía mejor que nadie lo que es noticia y lo que engancha a un lector. Sus marcas de fábrica fueron la excelencia y el éxito de ventas'', comentó Gloria Leal, directora asociada de El Nuevo Herald, quien ha trabajado a su lado por 30 años en El Nuevo Día, La Prensa de Panamá y este periódico.
Luis Alberto Ferré, director de El Nuevo Día, rememoró los días de su infancia en que visitaba la redacción del diario, propiedad de su familia. Entonces quedaba maravillado ante Castañeda, sentado en su atiborrado despacho, entre reglas, fotografías, lápices y legajos, siempre envuelto en el humo de su sempiterno tabaco.
Imágenes que se fueron quedando en mí y nutriendo el interés de ese mundo fabuloso de las fotos, la producción, la tinta y el dinamismo. . . Para él, un día noticioso era un espectáculo de crear la criatura, de armar el muñeco. Y con esa pasión e ilusión de niño hacía un periódico''.
Carlos M. Castañeda Angulo nació en La Habana, el 8 de febrero de 1932, en una familia de clase media. De muy pequeño, solía hacer periódicos manuscritos en grandes libros de contabilidad. A los 14 años, comenzó a informar sobre los juegos de béisbol y baloncesto para el vespertino Avance y el semanario Cuba Deportiva. Un año después escribía cada lunes una columna sobre temas generales en el diario Alerta. A su vez, conseguía mantener año tras año un primer expediente como alumno del Colegio La Salle.
Cuando matricula periodismo en la Universidad de La Habana, en 1949, ya es una figura conocida en los medios habaneros, con una participación diaria como comentarista deportivo en el programa radial La Voz del Aire. Durante esa época universitaria trabajará también en el periódico El Mundo y en el programa televisivo El Mundo en Televisión. En 1954, vendrá con una beca de un año a la escuela de periodismo de la Universidad de Missouri.
Cuando regresó graduado, siguió en El Mundo. . .'', dijo Luis Botifoll, entonces director de ese diario. ``Como periodista es algo extraordinario. Los hechos lo han demostrado. Su ejecutoria es su mejor referencia''.
La turbulencia política de la década de los 50 es el marco en que Castañeda se forja como una voz independiente, progresista y veraz. En 1954 entra en Bohemia, una revista semanal que cobijó a los mejores periodistas y escritores de aquel tiempo y tuvo una decisiva influencia en la vida de la nación.
El veterano periodista Agustín Tamargo lo recuerda como un ''redactor estrella'', con su impecable lazo y su inconfundible e invariable estilo.
"Un maestro absoluto", comentó Tamargo. "Uno de los gigantes del periodismo desde el punto de vista técnico, profesional".
Al triunfo de la revolución de Fidel Castro en 1959, Castañeda es ya un consumado periodista, famoso por la agudeza y originalidad de sus reportajes, galardonado dos veces con el Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez. En ese momento, Bohemia lo designa para cubrir las actividades de Castro.
''Ambos fuimos juntos en el primer viaje que hizo Fidel a Estados Unidos: Carlos como reportero y yo como funcionario'', dijo el analista político Ernesto Betancourt, quien fuera su condiscípulo universitario. ``Creo que es uno de los primeros periodistas cubanos de su generación. Ninguno ha tenido un éxito tan grande en ese sentido, de repercusión internacional''.
Tras su salida al exilio en 1960, Castañeda se incorporó al equipo de Bohemia Libre, en Nueva York. Por tres años fue su corresponsal en Washington, D.C., y América Latina. A partir de 1964 ocupó diferentes posiciones en la revista Life en Español, llegando a ser nombrado subdirector.
En 1970, el empresario puertorriqueño Antonio Luis Ferré contrató a Castañeda para fundar El Nuevo Día, en San Juan. Hasta entonces, la publicación se editaba en la ciudad de Ponce como El Día. En unos pocos años, el periódico se impuso con un concepto de ''revista diaria'', visualmente atractiva, con excelente material fotográfico, y artículos concisos y bien editados.
Con magistral discreción y mano firme, Castañeda construyó un periódico moderno, independiente, económicamente exitoso y con una sorprendente capacidad para velar por los intereses ciudadanos. Una de sus características fue abrir las páginas editoriales a todo el espectro político y a la intelligentsia puertorriqueña.
En su despacho, después del cierre, podía encontrarse en amena charla lo mismo a anexionistas, independentistas o estadolibristas, debatiendo civilizadamente los asuntos de la isla.
Rubén Berríos, presidente del Partido Independentista de Puerto Rico, calificó a Castañeda como un buen amigo, un ser humano excepcional, periodista extraordinario y, más que todo, ``un patriota antillano a carta cabal''.
''Para Carlos, como para Martí, no había mar entre Cuba, Quisqueya y Puerto Rico'', dijo Berríos.
El éxito alcanzado por Castañeda en El Nuevo Día tuvo una notable repercusión en América Latina y Estados Unidos. Desde 1974 asesoró y contribuyó a crear más de una veintena de importantes diarios. La muerte lo sorprendió cuando todavía aportaba su experiencia a varios proyectos periodísticos.
Su compromiso con los valores democráticos y, en particular, el de la libre expresión, lo llevó a participar activamente en la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Fue un miembro prominente del Comité por la Libertad de Prensa de esta organización, dedicado a denunciar la censura en la región.
''Carlos fue apasionado en su defensa de la prensa, a la que vio como el instrumento perfecto de la democracia y el intercambio de ideas'', indicó Julio E. Muñoz, director ejecutivo de la SIP.
En su larga y fructífera trayectoria, Castañeda acumuló honores de las principales organizaciones de prensa. Asimismo condujo seminarios y ofreció conferencias en instituciones de Estados Unidos, América Latina y Europa.
Su cotidiana dedicación a las tareas de la redacción estaba ligada a su visión cristiana del trabajo y la sociedad, así como a su inclaudicable voluntad de servicio.
''Puedo decir que es amigo, servidor de la iglesia, de fuertes convicciones religiosas. Alguien siempre dispuesto a servir las causas nobles'', comentó monseñor Emilio Vallina, párroco de la Iglesia San Juan Bosco, en Miami.
A pesar de su ajetreado quehacer, Castañeda fue un abnegado padre de familia y un amigo atento, que atraía por igual la compañía de dignatarios y artistas, de eminentes escritores y bisoños estudiantes de periodismo, de políticos renombrados y lectores anónimos.
''Para mí ha sido una noticia demoledora. Era un hombre entusiasta y emprendedor, muy sabio en lo que hacía: un periodista mayor'', indicó desde Londres el escritor Guillermo Cabrera Infante.
Viajero incansable, dotado de una curiosidad sin fronteras, Castañeda enfermó súbitamente el domingo en Lisboa, donde estaba de vacaciones con su esposa Lillian García y su hija Aileen. Ingresado de urgencia en el Hospital da CUF-Descobertas, poco después se le presentó un cuadro clínico irreversible. Falleció el jueves a las 5:15 a.m. Hoy viernes habrá una misa de cuerpo presente en Lisboa…
Octubre 10, 2012
In Memoriun - Carlos M.Castañeda
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