El Nuevo Herald
Publicado el martes, 09.15.09
Aquí hay una especie de histerismo colectivo por la forma de gobernar del presidente Barack Obama.
Si convoca al pueblo para que participe en debates sobre la reforma de salud, lo acusan de querer dirigir la vida privada de las personas, pero no toman en cuenta que esa vida privada ha estado sometida a las decisiones de pequeños grupos que han medrado de las necesidades de los demás, han hecho lo que han querido con las pólizas de seguros, elaboradas sus partes más importantes en letra pequeña para dejarse en sus manos y a su propio arbitrio hasta cuándo esa persona puede estar cubierta por el seguro ya que, cuando represente un gasto considerable por un agravamiento de la salud, sencillamente se le da de baja y no hay siquiera dónde quejarse.
Si decide bajarse a un restaurante popular y saludar a quienes allí se encuentran, entonces es un populista. Si se dirige a la nación para informar paso a paso las acciones de su gobierno, entonces no se da su lugar como presidente, ya que hasta hace poco el presidente permanecía casi invisible para dar ``brillo a la presidencia''.
El presidente Obama lo prometió en campaña y hoy lo cumple como jefe de estado: ``Gobernaré no sólo para el pueblo, sino con el pueblo.'' Estamos ante una promesa hecha realidad.
Roberto Ramírez Plata
Por e-mail
Publicado el martes, 09.15.09
Aquí hay una especie de histerismo colectivo por la forma de gobernar del presidente Barack Obama.
Si convoca al pueblo para que participe en debates sobre la reforma de salud, lo acusan de querer dirigir la vida privada de las personas, pero no toman en cuenta que esa vida privada ha estado sometida a las decisiones de pequeños grupos que han medrado de las necesidades de los demás, han hecho lo que han querido con las pólizas de seguros, elaboradas sus partes más importantes en letra pequeña para dejarse en sus manos y a su propio arbitrio hasta cuándo esa persona puede estar cubierta por el seguro ya que, cuando represente un gasto considerable por un agravamiento de la salud, sencillamente se le da de baja y no hay siquiera dónde quejarse.
Si decide bajarse a un restaurante popular y saludar a quienes allí se encuentran, entonces es un populista. Si se dirige a la nación para informar paso a paso las acciones de su gobierno, entonces no se da su lugar como presidente, ya que hasta hace poco el presidente permanecía casi invisible para dar ``brillo a la presidencia''.
El presidente Obama lo prometió en campaña y hoy lo cumple como jefe de estado: ``Gobernaré no sólo para el pueblo, sino con el pueblo.'' Estamos ante una promesa hecha realidad.
Roberto Ramírez Plata
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