Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net
Leyendo la narración de Yoani Sánchez referente a cuando ella era una “pionerita”, pienso suerte tuvimos nosotros porque con la ayuda de Dios nos fue posible a mi esposo y a mi arrancar a mi hijo Tommy, entonces de 3 años de edad, de las posibles garras infernales de maestras como la que nos describe Yoani. Hoy, el Tommy de ayer, es un Veterano del US Navy, y feliz padre de tres hermosos hijos norteamericanos, que al igual que él son vivo ejemplo de la sociedad democrática en que se han criado.
Para los que criticaron en aquella oportunidad la visita de Jimmy Carter a Cuba, pensando sin motivo positivo que era parte de una componenda entre él y la dictadura cubana, podrán ahora descubrir cuantos se le enfrentaron –niños y mayores- mostrando su odio al ex-presidente norteamericano; igual que lo hicieron muchos acá en Estados Unidos.
He aquí la narración de Yoani Sánchez
-La pionerita y el presidente-
"...Fue el primer presidente norteamericano contra el que grité una consigna. Ya no recuerdo con precisión las palabras de aquel insulto, pues han pasado casi treinta años. Sin embargo, guardo la sensación de mis puños crispados, de mi uniforme rojo y blanco sacudido con cada alarido que le lanzaba a Jimmy Carter, quien –según mi maestra de preescolar– iba a destruirnos la isla, las palmas, los pupitres del aula, la alegría.
Y tres décadas después estoy aquí, en La Habana, conversando con él y junto a otros rostros conocidos de nuestra incipiente sociedad civil. En poco me parezco ahora a aquella pionerita hundida en la histeria de los slogans políticos y este hombre con el que hablo no me encaja en el papel del gobernante que fue blanco de mis insultos. Ahora es un mediador, un hombre que no parece interesado en borrar a Cuba del mapa, como una vez me aseguraron en la escuela primaria. Así que la niña que debió ser el “hombre nuevo” y el ex comandante de las fuerzas armadas de Estados Unidos se han encontrado en un momento de sus vidas en que ninguno de los dos tiene la misma posición de antaño; en que el camino de ambos ha tomado la dirección del diálogo, aunque un día hubiéramos podido matarnos, enfrentados en algún campo de batalla.
Lo veo hablar y me pregunto si él sabrá que a mí me formaron para odiarlo ¿Estará al tanto de que fue el malo de mis cuentos infantiles, el rostro de las grotescas caricaturas de los periódicos oficiales, el hombre al que la propaganda gubernamental culpaba de todos nuestros males? Claro que lo sabe y aún así me extiende su mano, me dirige la palabra, me lanza una pregunta. Aún así, el que fue “el enemigo” me regala sus frases amables.
Fuera del hotel Santa Isabel donde nos hemos reunido, en algún colegio de la zona, otra niña repite sus consignas, aprieta las manos, vocifera, centra su mente en el rostro de un hombre al que dice aborrecer. Afortunadamente, ella también olvidará los vocablos que grita en este minuto, borrará de su mente los lemas cargados de resentimiento que hoy le hacen corear.
A continuación el mensaje, acompañado de un presente que entregaron
al señor Jimmy Carter en nombre de varios bloggers y otros cubanos:
La Habana 30 de marzo de 2011
Señor Jimmy Carter:
En nombre de varios bloggers alternativos y de otras personas de la sociedad civil cubana, queremos entregarle este presente. Se trata de una muestra pequeña de los alimentos que trabajadores por cuenta propia logran hacer a partir del maní, palabra con la que en Cuba nombramos al cacahuete, ese fruto seco que usted conoce tan bien.
A lo largo de medio siglo, el maní ha sido uno de los pocos productos que ha escapado del control planificador de nuestro estado. Incluso en los días más duros del llamado período especial una de las pocas cosas que podía comprarse en mercado libre producido por personas independientes eran estos cucuruchos y confituras que hoy aquí le entregamos. Hubo momentos en que tuvo que pasar prácticamente a la clandestinidad y el tradicional pregón de “maní, el manisero llegó” se convirtió en una frase susurrada en los oídos de los clientes.
Este transgresor alimento popular, al alcance de todos los bolsillos, se ha erigido en emblema de la resistencia ciudadana ante las pretensiones totalitarias, en un reducto de creatividad e ingenio ante el centralismo y el control. He aquí el maní, un vencedor de las dificultades, un porfiado desobediente transformado ahora en símbolo de unión, en punto de confluencia entre su pueblo y el nuestro.
Presente con diferentes recetas a base de mani,
entregado a Jimmy Carter.
Marzo 29,. 2011
ashiningworld@cox.net
3 comentarios:
Felicito a María Teresa por este artículo.
Lo que relata se parece mucho a la historia de miles de cubanos que pudimos sacar a nuestros hijos del infierno en que los Castro han convertido a Cuba.
Martha Pardiño
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