Querido miserable

Ayer te vi partir, con lágrimas de enojo,

Y la verdad es que me sentí aliviada:

Tú eres irreverente, apasionado y loco…

Y yo una pobre mujer por ti engañada.


Los años que te dí, no los reclamo.

Sólo los quiero guardar en el olvido.

Yo nada te pedí y nada tú me has dado.

Piérdete en tu mundo del olvido.


Si me ves por la calle no me llames,

Ni pretendas saludarme con tu mano.

Yo ya olvidé tu nombre, me eres indiferente,

Tú eres para mí como cualquier fulano.


Aprendí la lección y siempre duele

Que al perro al que le diste amparo

Te pague mordiéndote la mano…

¡Y tu eres ese perro, querido miserable!


Martha Pardiño